EL IMPACTO

Capitulo 5

Daliana se encontraba en la habitación, ultimando los detalles de su atuendo. Una vez satisfecha con su apariencia, Decidió dar el primer paso hacia la libertad que le otorgaba su vestido. Con la frente en alto y una mezcla de determinación y nerviosismo, Abrió la puerta y salió al pasillo.

Al cruzar el umbral, El aire fresco la envolvió, Pero lo que realmente la impactó fueron las miradas que la aguardaban. Varios hombres, Entre los cuales se encontraba el señor que había entrado sin permiso mientras ella se duchaba, Giraron sus cabezas al unísono, Como si un imán invisible los hubiera atraído hacia la figura que emergía con gracia del interior de su habitación.

Daliana llevaba puesto un precioso vestido largo de tela de tartán escocés, Cuyo patrón en tonos verdes y azules oscuros contrastaba elegantemente con su piel. El vestido alcanzaba sus tobillos, Proyectando una imagen de sofisticación y confianza. El corpiño, Ajustado y con un escote cuadrado, Realzaba su figura, mientras la forma de V pronunciada bajo el pecho enfatizaba sus curvas. Las mangas, Ligeramente acampanadas en los puños, Añadian un toque de delicadeza, Desde donde emergía una ligera capa de color crema que ofrecía una hermosa transición entre los tonos del vestido y su piel.

El tejido pesadamente estructurado del vestido parecía abrazar su cuerpo, Dándole un aire de majestad y seriedad, Al mismo tiempo que le confería una elegancia desenfadada. Cada paso que daba, Resonaba con firmeza en el suelo, Su lacia cabellera se encontraba atada en forma de un chongo el cual se veia algo despeinado, Dejando claro que Daliana no solo estaba presente físicamente, Sino que también reclamaba su espacio en el mundo que la rodeaba. Los murmullos comenzaron a circular entre los hombres, cautivados por su presencia imponente y la belleza que emanaba de su vestimenta cuidadosamente seleccionada.

A medida que avanzaba, Su corazón latía con fuerza, No solo por la incomodidad de aquellas miradas fijas entre ellas vio al apuesto joven, El cual traía una espada la cual colgaba en su cintura, Aquel joven se acerca a ella.

En una habitación iluminada tenuemente por las llamas de una chimenea, Andrew Alexander MacQuarrie del clan Freizer se posicionó con orgullo ante Daliana. Su figura alta y robusta, Vestida con la tradicional tartán de su clan, Emanaba un aire de autoridad y confianza. Con un gesto amplio de su mano, Comenzó a presentar a sus hombres, quienes representaban diferentes facetas del carácter y la lealtad.

— Bueno, déjame presentarme. — Dijo Andrew, Su voz resonando con un toque de reverencia hacia sus compañeros. — Mi nombre es Andrew Alexander MacQuarrie del clan Freizer de las tierras altas.— Entonces, Sin perder tiempo, Señaló a su lado izquierdo. —Este hombre que entró sin previo aviso a tus aposentos es mi tío Duncan Dester MacQuarrie.— Duncan, Calvo y de imponente barba negra con algunas cuantas canas que apenas se podian distinguir, Tenía una presencia que apenas podía pasar desapercibida, A pesar de su complexión Semi delgada.

Andrew continuó con su presentación, Señalando al siguiente miembro de su grupo. —Este barbón con sombrero es Irving Morgan Lowland. Con él puedes confiar, Te protegerá cuando yo no este.— El rostro de Irving desprendía seriedad, Pero su mirada mostraba una lealtad inquebrantable.

Luego, Andrew dirigió su dedo hacia el corpulento Forbes Gavan Highlands, Quien ocupaba un rincón de la sala .—Y el gordito de allá es Forbes, El corazón noble de nuestro grupo.— La risa burlona que subió entre los hombres dejó claro que, A pesar de su apariencia, Había camaradería en sus corazones.

Finalmente, Andrew indicó al pequeño hombre sentado tomando un trago. — El enano que ves allí es Logan Lennox Frasel. Aunque su estatura es menor, Su valor es descomunal.— Logan levantó su vaso en un gesto de saludo, Y su risa contagiosa mitigó cualquier tensión en el ambiente.

Mientras Andrew terminaba su presentación, Una sombra de inquietud se apoderó de la habitación. Duncan, Interrumpiendo el momento, Exclamó con impaciencia.

— ¿Ya terminaste con tu presentación? Los malditos soldados están cerca, Los alcanzo a ver por las antorchas. Son unos idiotas.— Sus palabras, Llenas de urgencia, Resonaron en la mente de Daliana, Quien observaba a esos hombres con cautela.

Daliana mantenía su mirada firme y evaluativa, intentando no transmitir el temor que sentía en el fondo de su ser. Sabía que estaban rodeados de peligros, Pero también podía sentir la lealtad que unía a aquellos hombres, A pesar de su aspecto intimidante. En el fondo, Confiaba en lo que Andrew había dicho: eran buenas personas, Y esta noche podría muy bien ser la diferencia entre la vida y la muerte.

En menos de lo que esperaban, Los soldados ingleses ya se encontraban rodeandolos.

La tensión era palpable en la sala; el aire, Cargado de inquietud y anticipación, Vibraba con el murmullo de los hombres armados que compartían un mismo destino. Cada compañero de Andrew, Guerreros escoceses de espíritu indomable, Tomaba posición junto a las ventanas. Los reflejos del acero brillaban bajo la tenue luz que se colaba entre las rendijas, Mientras las balas y las espadas se preparaban para entrar en acción. Daliana se situó detrás de Andrew, Quien la protegía con su propio cuerpo como si de un escudo se tratara.

Los soldados ingleses avanzaban, Con sus uniformes destacando en el paisaje desolado, Un mar de rojo que se llenaría de sangre les llamaba el cual se acercaba a la fortaleza donde se habían refugiado. En ese momento, Un eco de disparos resonó en el aire, Como el retumbar de un trueno lejano. Fue entonces cuando Andrew comprendió que no había tiempo que perder.

— ¡Tenemos que comenzar a atacar!.— Exclamó, Su voz firme y decidida. — Duncan, Comienza a disparar y trata de darle al soldado de mayor rango. En lo que se distraen, Salimos a pelear a nuestro estilo escocés.—

Duncan, su tío y mentor, Asintió con orgullo. La determinación en las palabras de su sobrino lo llenó de un nuevo vigor. Con manos firmes, Preparó su arma, Vertiendo el polvo con destreza en la abertura del fusil. Cada movimiento era un reflejo de años de experiencia y preparación, Un ritual que sabía que podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. Con un palo, Comenzó a empujar el proyectil hacia el interior del cañón, Preparado para la batalla que se avecinaba.

Mientras tanto, El ruido de las balas zumbando a su alrededor se convirtió en una sinfonía aterradora. El primer disparo salió volando, Cruzando el aire como un rayo en la tormenta, Y un soldado enemigo cayó al suelo, Su figura rígida, Inmóvil. Un grito de victoria brotó de los labios de los escoceses; Esa pequeña victoria pavimentó el camino para lo que vendría. Sin embargo, Sabían que no podían descansar. Era solo el comienzo.

La sala se transformó en un campo de batalla. Los hombres comenzaron a disparar desde las ventanas, Sus rostros iluminados por la mezcla de adrenalina y miedo. Las balas y los gritos se entrelazaban en un caos ensordecedor, Mientras Andrew realizaba movimientos ágiles para evitar ser alcanzado. La estrategia era clara: debían aprovechar la desconcentración de los soldados ingleses, Pero para lograrlo, Tendrían que actuar rápido y con precisión.

Duncan, Fiel a las instrucciones de su sobrino, Mantuvo el fuego preciso. Andrew se deslizó hacia la puerta, Observando cómo sus compañeros de lucha se unían en una coreografía de estrategia y destreza. Las espadas en alto, Cuchillos listos, Cada uno era consciente de su papel en esta danza mortal. Luchaban con el ímpetu de sus ancestros, Evocando el espíritu de generaciones pasadas que habían defendido su tierra con valentía y honor.

Finalmente, Luego de momentos que parecieron eternos, Llegó la oportunidad. Andrew gritó instrucciones, Coordinando los movimientos de su equipo.

-¡Ahora! ¡Salgamos!- Con un brío renovado, Los escoceses se lanzaron hacia la salida, Sus gritos resonando por encima del estruendo. El nuevo frente estaba abierto y la sorpresa era su aliada más poderosa.

En este intercambio de fuego, La historia se escribía. Cada disparo, Cada golpe de espada, Cada caída forzaba a los escoceses a recordar lo que estaban defendiendo: su hogar, su cultura y su libertad. Andrew, Con Daliana a su lado, Luchaba no solo por sobrevivir, Sino por mantener viva la llama de la resistencia. Daliana no podía creer que estaba viviendo ese momento tan aterrador, Al ver cómo morían soldados se le revolvía el estómago.

Las balas de los soldados ingleses continuaban silbando, Algunos, Como sombras desvanecidas, Sucumbían ante la formidable fuerza escocesa. Pero la batalla no se ganaría solo con valor y ferocidad; la unión y la estrategia eran necesarias. Por eso, Mientras el combate se intensificaba, Andrew seguía guiando a sus hombres, Su mente siempre buscando la manera de revertir la situación a su favor.

El sudor corría por las frentes de los luchadores, La fatiga comenzaba a hacer su efecto, Pero la determinación no flaqueaba. Cada hombre recordaba por qué batallaba y eso era suficiente para atravesar la niebla de la guerra. Andrew sabía que el verdadero enfrentamiento aún estaba por venir, Pero en ese momento, Con el sonido de sus compatriotas luchando a su lado y el ardor en su corazón, Sentía que podían lograr lo imposible.

Era una lucha en todos los sentidos, Una lucha por la supervivencia, Una lucha por la historia, Y Andrew estaba decidido a escribirla a su manera. En el fragor del combate, La angustia y la valentía se entrelazaban en la sala mientras el olor a pólvora y sangre impregnaba el aire, Todo, En menos de lo que esperaban, Se convirtió en el punto de inflexión de una batalla que cambiaría sus vidas para siempre.

La batalla, Encarnizada y desesperada, Transformaba el paisaje en un reino de caos. Los escoceses, Con su indomable espíritu guerrero, Habían logrado aniquilar a la mayoría de los soldados que los emboscaban. El aire Impregnado de humo y pólvora se mezclaba con gritos ahogados y el eco de armas chocantes. La victoria parecía ser, Por un instante, Un atisbo de luz en tan densa oscuridad. Sin embargo, Los instintos de supervivencia prevalecieron sobre la emoción del triunfo. Con astucia y estrategia, Decidieron retirarse, Pero no sin antes lamentar la pérdida de valientes caídos enemigos.

Fue en ese momento cuando una sombra se deslizó entre los restos de cuerpos que se encontraban sin vida sobre el suelo. Andrew, Había logrado desentrañar momentáneamente la angustia del combate. Al darse la vuelta, Su mente procesaba la huida, La necesidad de asegurar la vida de sus hombres. Pero esa distracción le costaría caro. Un soldado inglés, Ávido de venganza y con la rabia alimentando su determinación, Vio la oportunidad perfecta y disparó. La bala surcando el aire encontró un objetivo inesperado.

Daliana, Se lanzó sin pensarlo dos veces. Al recibir la bala en el vientre bajo, Su cuerpo se desplomó al suelo, Dejando a Andrew boquiabierto, Anclado a la realidad por un dolor indescriptible. Sus ojos se encontraron en una fracción de segundo, Y lo que antes era sorpresa se transformó en una furia ardiente. Sin dudarlo, Levantó su arma y disparó directo a la frente del atacante, Quien cayó al suelo como un muñeco de trapo.

La situación se tornó surrealista. Mientras Daliana yacía inmóvil, Andrew la sostuvo en sus brazos, Su voz resonaba en la noche oscura.

— ¡Daliana! ¡Responde!.— Pero el silencio era ensordecedor y solo el sonido de los quejidos lejanos de los soldados que quedaban resonaba en el ambiente. Los compañeros de Andrew, Espantados pero admirados, Se acercaron. Al ver que la joven había interceptado la bala por su líder, Su respeto hacia ella creció de manera exponencial. En una guerra donde el valor y el sacrificio eran moneda corriente.

Era una noche larga y quizás dolorosa. No podían perder tiempo; cada segundo contaba. Con rapidez, Tomaron las pertenencias necesarias y se trasladaron hacia la aldea más cercana en busca de ayuda. El camino, Aunque cortó, Parecía eterno mientras la preocupación aumentaba. Los murmullos en el grupo revelaban la mezcla de terror y admiración por la valentía de Daliana. Sabían que, Si ella no sobrevivía, La culpa se apoderaría de ellos. Andrew no se separaba de su lado, Hasta que finalmente llegaron a su destino.

Al llegar a la aldea, La situación era crítica. Fueron recibidos con miradas de curiosidad y temor. Andrew, Pidiendo auxilio con la voz entrecortada, dio con la figura de un médico que, Alertado por la urgencia en su tono, Se apresuró a atenderla. Daliana fue llevada a una habitación donde las luces titilaban tenuemente, Mientras él y el grupo aguardaban en el umbral, Incapaces de hacer otra cosa que esperar. La atmósfera era impregnada de un silencio pesado, Y la ansiedad se hacía tangible en cada respiración.

El médico trabajaba con diligencia, Demostrando un conocimiento adquirido en años de experiencia, A pesar de no contar con equipos necesarios como en el futuro. Cada movimiento era crucial. Mientras tanto, Andrew, Apoyado contra la pared, Repetía en su mente el instante en que Daliana se lanzó a su rescate. El sacrificio de ella resonaba en su pecho: había arriesgado su vida por él.

La noche avanzó y las horas se convirtieron en una eternidad. Los sonidos del mundo exterior parecían apagarse, Como si todo se hubiera detenido para honrar el valor de la joven. Finalmente, Tras interminables minutos, El médico salió de la habitación con una expresión grave. La mirada que intercambiaron Andrew y los demás era un reflejo de la desesperación.

— Ella está estable.— Dijo el médico. — Pero necesitará tiempo para recuperarse. —

Un suspiro de alivio recorrió el grupo, Aunque sabían que la lucha no había terminado. Andrew permaneció a su lado. Las primeras luces del amanecer traían consigo momentos de esperanza, Mientras comenzaba a responder a su nombre. Aunque su cuerpo estaba debilitado por la herida, Su espíritu seguía fuerte. En medio de la adversidad, Entre balas y sombras, Había encontrado su propósito.

Dayana Velazquez

Espero de todo corazón sea de su agrado esta obra, Espero que puedan sentir esa vibra de sentimiento y emoción como yo cuando comencé a escribir.

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