Su pecho subía y bajaba con dificultad, sus pulmones quemaban con cada bocanada de aire, y su vista nublada por la sangre que le había salpicado el rostro le dificultaba ver con claridad lo que había adelante, aun así, no se detenía, avanzaba como lo haría un tornado, arrasando todo a su paso, sin preocuparse si en el camino perdería la vida, que al fin y al cabo era lo único que le quedaba, porque sentía que había perdido todo en solo una tarde.
Desde joven fue adiestrado con las normas del clan, sus padres y los padres de sus padres, nacieron, crecieron y murieron por los Neizan, muchos podrían pensar que era algo estúpido, ser un sirviente, un esclavo, estar siempre por debajo del líder, pero la verdad no era esa, la definición de familia dice que, “Familia es un conjunto de ascendientes, descendientes y demás personas relacionadas entre sí por parentesco de sangre o legal.” Pero el clan Neizan tenía otra definición para esa palabra, allí no importaban los lazos de sangre
Dasha caminaba por el parque, el sol brillante en el cielo se reflejaba sobre la nieve, derritiéndola poco a poco, le gustaba los días de nieve y sol, aunque el gran abrigo que llevaba le dificultaba el poder correr, aun así, lo intento, aunque fue a parar al suelo en más de una ocasión. — Mamá, quiero quitarme esto. — se quejó la pequeña girando a ver a su madre, quien solo sonreía en su dirección. — Mamá, quítame esto, quiero ser libre. — se quejó tironeando su abrigo, como cualquier niña caprichosa, aunque esta vez su madre camino hacia ella. — Tu eres libre, mi hermosa Dasha. — el calor de la palma de la mano de su madre se extendió al recorrer su pequeña mejilla. — Ahora deja tu abrigo tranquilo y ve a jugar. — Pero esto. — dijo apuntando su abrigo. — Es muy molestoso. — le encantaba ver sonreír a su madre, aunque solo lo hacía cuando estaban las dos solas, Kendra nunca sonreía en la mansión, o con Sergei, las sonrisas de la mujer solo las veía Dasha. —
Para cuando Lukyan finalizo la llamada que había interrumpido su momento familiar, se encontró no solo con la noticia de lo que Dima había hecho sin su autorización, sino, también con la decisión de Dasha.El rubio, ante la vendetta de su custodio, no tenía nada que criticar, aunque bien sabía que le había mentido a los hombres que lo acompañaron, diciendo que el líder había aprobado el ataque a la mansión Morozova, pero también sabía que esa pequeña concesión no la tomo por saber que era el padre de Dasha y por lo tanto el suegro de Lukyan, esa atribución la hizo a sabiendas que el rubio no tendría objeción alguna con él, por lo leal que era, por lo que Lukyan no se sintió ofendido, mientras que su curiosidad le pedía acompañar a su esposa a repartir justicia y así lo hizo, luego de ordenarle a Vladimir
Ingresar a la mafia era fácil, permanecer en ella, no tanto, más cuando el lugar que tanto ostentas lo has conseguido por ser hijo de un capo de la mafia y no por merito propio. Para Iván todo estaba claro ahora, que el fin había llegado, no había escape alguno, pues la única persona que podría salvarlo, estaba a solo unos metros de él, maldiciendo entre susurros, pero aun así se mantenía firme, no había dudas que Igor era un capo de la mafia, su padre soportaría la tortura hasta su muerte como todo un líder, pero, él… él no era un líder, apenas era un mafioso por herencia, un hombre que siempre se jacto de ser superior, pero la verdad era que Iván no llegaba ni a ser aprendiz de mafioso.— Por favor. — dijo con voz temblorosa, causando que Igor guardara silencio, y que Dima detuviera sus pasos, fijando la vista en ese hombre
Fueron 18 años los que Dasha vivió con el enemigo, los conocía muy bien, cada gesto en su rostro, la forma de respirar, su postura al hablar, durante toda su vida los llamo familia y los trato como tal, aunque era claro que ellos nunca la vieron de esa manera, ni siquiera Miriam o Harum que si eran su familia biológica, compartían sangre, antepasados, eran su tía y prima, y ella solo una niña inocente que se vio en medio de algo de lo que nunca pidió, la mafia, el poder que existe tras un apellido, y la posición a ocupar según su puesto al nacer, un bebé no puede conspirar o decidir nacer antes o después, eso lo hacen los mayores, un niño que es criado para asumir como líder del clan o así sea pertenecer a este, tampoco tiene poder de decisión, no tienen la oportunidad de escoger, solo naces y perteneces, lo quieras o no, los varones son el pase seguro de que una nue
— Lo siento, no debí decir…— ¿La verdad? — lo interrumpió con voz suave. — Eso fue lo que dijiste, la verdad, no pienso negarte como padre. — continúo regalándole una sonrisa. —Me agradas Dima, desde que te conocí, solo que es raro, durante toda mi vida relacione la palabra padre con un ser sin sentimientos, ni escrúpulos por lo menos para mí, me llevara tiempo asimilar que padre… es sinónimo de quien protege y cuida, ayúdame a que lo procesa más rápido. — se sentía en paz, aun sabiendo que algo se avecinaba, sentía que, teniendo a su hijo, su padre y por supuesto a su esposo a su lado nada malo podría pasarle, se sentía fuerte, como nunca, jamás se había sentido.— ¿Cómo puedo ayudarte? — no estuvo para protegerla antes, pero Dima haría cualquier cosa por
En el tiempo que llevaba tratando con Dasha se había acostumbrado a verla sufrir en silencio, esa mirada cargada de fantasmas y melancolía, digna de quien ha sufrido el infierno en la tierra, la traición y rechazo de quienes deberán amarte por el solo hecho de existir, esa mirada que tanto le hacía recordar a su abuela Candy Ángel, pero ahora, su esposa lo veía de la misma forma en que su madre Zafiro miraba a su padre cuando este la subestimaba, brillaban con advertencia, una que iba acompañada de consecuencias.— Responde Neizan. — Dasha lo reto aún más con su postura altiva. — ¿Debo salir a ver muebles para remodelar esta mansión a mi gusto? ¿o comienzo a empacar junto a mi hijo? — lazo las opciones que le daba mientras daba un paso en su dirección, y Neizan la comenzaba a ver como si fuera una bandera roja agitándose y é
Viviría y moriría por ella cada día, era su esposa, sería su mejor amiga, era su fuego y calma, lo era todo, lo comprendo estando allí, entre sus piernas, viéndola desde su altura, ella recostada en el piso alfombrado de la oficina, él arrodillado sujetando su cadera hundiéndose y saliendo de ella despacio, disfrutando la sensación de ser envuelto en su cálido interior, disfrutando de verla agitarse, como su pecho subía y bajaba cada vez más rápido, como sus parpados caían presos del deseo y la pasión, su boca entre abierta repetía un y otra vez su nombre, hasta que la joven levanto una mano, lentamente como si el hecho de realizar aquel acto le llevara todo de su concentración o quizás era que no podía hacer otra cosa más que gemir bajo las embestidas lentas pero profundas del rubio, queria acariciar su torso, necesitaba asegurarse que no
Harum veía la espalda de Lukyan, ancha y fornida, se notaba firme y recta, y sus manos cosquilleaban por tocarla, llevaba mas de 10 años deseando tocar esa espalda, más de una década en la cual la castaña decidió follar con cuanto hombre estuviera dispuesto a enseñarle algo nuevo y novedoso en el ámbito sexual y todo para poder complacer a ese capo de la mafia, que por ahora su prima le había arrebatado, pero contaba con que se lo ganaría a Dasha, pues en la mente de Harum, Luyan no podía preferir a la pelinegra sobre ella, menos si le hacia creer que Dasha solo era una herramienta de venganza utilizada por Nikola.— Mi deber siempre fue con el clan, he cumplido con mi juramento, pero no puedes pedirme que pase esto por alto, eres mi hija, no estuve para ti antes, pero lo estoy ahora. — la voz furiosa de Dima, obligo que tanto Harum como Sergei quitaran la vista de Lukyan y