Cameron corrió por los pasillos del castillo, su vista se agudizo al igual que su oído cuando el rastro del pequeño brujo lo guio al laberinto de rosas, no le agradaba aquel lugar y desde que habían llegado al castillo lo había evitado, de solo recordar el cuerpo tendido de Antara, con la garra de Marko casi en su interior, le revolvía el estómago, jamás había sentido miedo, pero esa noche no solo lo conoció, casi se hicieron amigos, pues fue una sensación que nunca lo abandono, la que creía humana y ahora sabia era una bruja, nunca dejó de ser débil, tan frágil y efímera, y eso lo hizo apurar aún más sus pasos, pue su compañero también era frágil, y su deber era protegerlo, porque aún sin poseerlo, sabía que no podria vivir si lo perdía.Un pequeño jadeo lo hizo girar a la derecha y allí lo encontró, delgado, de un poco más que metro y medio, a su lado parecería un niño, pues Cameron era tan alto como cualquier Alpha, metro noventa, y mientras la cabellera del lobo era tan blanca com
Como en un cuento, pensó Antara, su vida era como un cuento, solo que al parecer aun no encontrarías su final feliz, había atrapado al rey Alpha, su compañero destinado estaba unido en cuerpo y alma a ella, pero al parecer ser un rey, no…un emperador era muy problemático, lo supo luego de una semana.—Las personas no estan tomando a bien tantos cambios, no es solo la declaración de que todos seamos iguales, también es pasar por alto los rangos y la unión entre compañeros de ambos sexos. —uno de los generales daba detalles de los disturbios que estaban comenzando al sur.—¿Les molesta la igualdad? —indago con molestia Felicia, ahora no solo era la hija legitima de la espada del imperio, también ocupaba un lugar como consejera, al igual que Máximo.—¿Temen perder poder? —pregunto con una sonrisa sarcástica Emir, pues él no se sentía menos Alpha o menos duque, sino todo lo contrario, su lobo había crecido aún más luego de enlazarse con Iris, pues era conocedor que su compañera era una o
Los días eran cada vez más largos para todos en general, seis meses alejados de sus compañeros y el deterioro en el carácter de los hombres era evidente, su mal humor peligraba con acabar con la idea de ser diferentes al primer rey de Joako, Marko solo queria deshacerse de todo aquel que se impusiera a sus nuevas leyes, pero aun al borde de la locura que le causaba no ver y sentir a Antara, aun recordaba lo que le había prometido. En el castillo las cosas no eran muy diferentes, aunque el que más lamentaba la separación de las parejas destinadas era el duque White, lidiar con tres mujeres preñadas y un brujo en la misma situación, no era grato, juraba ante la diosa luna que nunca más se enojaría porque sus hijos encontraran a sus compañeros, si con ello se aseguraba no tener que cuidar de jóvenes hormonales, que estaban a muy poco de volverlo loco.— ¡Papá! — el grito de Felicia casi provoca que Elías se apuñalara con su propia espada, ya que estaba en el patio interno del palacio, pr
El sol tenue primaveral se filtraba por la ventana, dejando a la vista las pequeñas motas de polvo, los ojos de Antara disfrutaron de aquella alcoba y la compañía que tenía, Iris ayudaba a Felicia con su tocado, mientras Luis se quejaba de que tendría que enviar a buscar al modista imperial, ya que los pantalones cada vez se ajustaba más la cintura; si debía ser honesta, todo estaba alborotado, las risas se mezclaban con quejas y los pasos de las empleadas servían como sonido de fondo; era algo que nunca había experimentado, le agradaba la compañía de Emir y Cameron, pero nada se comparaba con aquello.— Son mi familia, son mis amigas. — reconoció en voz alta, tratando de convencerse que, si podía tener todo, ella, la que una vez se había quedado sin nada, abrazando el cuerpo sin vida de su madre.— Lo somos. — aseguro Felicia y se sorprendió cuando al verla, noto las lágrimas caer por el delicado rostro de Antara. — ¿Te duele algo? — la sola pregunta hizo que todo se detuviera, todo
El duque abrió las grandes y pesadas rejas del castillo, aun en su forma humana dirigiendo a los guardias que habían jurado lealtad al emperador Alpha Marko y la emperatriz luna Antara, frente a ellos cientos de brujos y algunos vampiros, que el duque supuso eran conocidos de la compañera de Sebastián, se fueron sobre ellos, hasta el momento se creía que los brujos con mayor poder habían sido aniquilados, pero pronto descubrió que eso no fue así, algunos flotaban sobre ellos, manejando el aire a su alrededor, tratando de buscar un hueco para ingresar al castillo, otros hacían temblar la tierra bajo sus pies, y que decir de la grandes rocas que habían derribado a más de diez caballos, sin contar con que los vampiros estaban utilizando la gran fuerza por la cual eran respetados, algunos llegando al límite, de tal forma que incluso atacaban a sus supuestos aliados, estaban descontrolados totalmente, pronto Elías supo que como hombre no tendría posibilidad alguna de vencer, mucho menos so
Los enemigos cayeron al piso, un segundo antes que Antara lo hiciera, sus rodillas se doblaron y cuando tocaron la tierra, el resto de su cuerpo solo se dejó arrastrar por la gravedad, y a pesar de que sus ojos no se cerraron y que sus oídos seguían escuchando, la joven bruja nada podía hacer, su voz no salía y la imagen de Marko apenas le parecía una sombra borrosa, ni siquiera se preguntaba cómo había llegado a ella tan rápido, solo sentía que la vida se le iba con cada gota de agua que aun caía sobre el reino.— ¡Cameron, busca a Luis y llévalo a la recamara real! — ordeno Marko con desespero corriendo con Antara en brazos, hacia el interior del castillo.El emperador no perdió tiempo en ver a su alrededor, no le importaba si aún quedaba algún enemigo con vida, porque si algo le sucedía a su compañera o
Los ojos de Antara se habían cerrado, mientras el llanto de sus hijos se extendía por el palacio, como clamando por su madre.— ¡Por favor Antara, no me castigues de esta forma! — el grito desgarrador de Marko puso a temblar hasta el corazón del caballero más rudo que se encontraba fuera de la recamara, custodiando el futuro del imperio, los príncipes.— Dame esa daga. — Felicia arrebato la cuchilla de las manos temblorosas de Luis y corto su palma, al tiempo que Iris abría la boca de su cuñada inconsciente. — Vamos Antara, lucha, por la diosa, ¡regresa a nosotros! — la desesperación de la humana se mezclaba con las lágrimas de Iris, quien como siempre atenta a la que para ella seria siempre su señorita, acomodaba su cabello, como si fuese algo inaceptable el que alguien la vea en esas fachas a su querida amiga y cuñada.— Tú puedes Antara, has pasado, por tanto, que no puede solo dejarte ir ahora. — murmuro la omega en su oído.— Claro que ella puede, es la reina por sangre de los br
Iris tomo al primogénito de los emperadores, sus ojos verdes eran tan hermosos como los de su señorita, su mejor amiga, y en su mente el juramento que haría cualquier cosa con tal de protegerlo se instaló, era una omega, pero por cuidar su vida, se sentía capaz de enfrentar al propio emperador Alpha, con pasos firmes ingreso en la recamara, había tenido especial cuidado en vestirlo, tomando uno de los trajes rojos que a Antara tanto le había gustado, Marko la esperaba al pie de la cama donde su amiga aún permanecía con los ojos cerrados y un leve movimiento de pecho era lo único que dejaba en claro que la reina de los brujos aún vivía.— Toma a tu primogénito, solo si juras no lastimarlo. — los ojos de la omega cambiaron de color y Marko se sorprendió. — Mi amiga estuvo dispuesta a dar la vida por él, no la defraudes, o no te dejare ir. &mda