El hospital estaba en silencio, pero para Lina, todo era un torbellino de emociones. Sentada en una de las frías sillas de la sala de espera, sentía sus piernas temblar y el peso del cansancio acumulado. La imagen de Derian, tendido en el suelo, con la sangre manchando el pavimento, seguía repitiéndose en su mente como una pesadilla de la que no podía despertar. Apretó las manos sobre su regazo, intentando calmar su respiración. Sabía que la cirugía había sido un éxito, pero eso no quitaba el miedo que se aferraba a su pecho. ¿Y si no despertaba? ¿Y si su vida no volvía a ser la misma después de esto? Fue entonces cuando sintió una presencia junto a ella. Un perfume elegante, un aura cálida. Lina levantó la vista y vio a una mujer de porte distinguido, con el cabello recogido en un moño impecable. Sus ojos, de un tono familiar, la observaban con una mezcla de compasión y curiosidad. —¿Te encuentras bien? Lina parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que la mujer le estab
El aire en la residencia Montenegro era denso, cargado de pensamientos y recuerdos. Isabela Montenegro caminaba por el amplio salón con un leve fruncimiento en el ceño, aún con la sensación inquietante que la había acompañado desde el hospital. La joven que había encontrado allí, Lina… Había algo en ella que le resultaba insoportablemente familiar. Se detuvo frente a la gran ventana que daba al jardín, con las manos cruzadas sobre su regazo. Sus pensamientos eran un torbellino, su corazón, aunque siempre tan templado, latía con un ritmo diferente. —Fred, Ven aquí por favor, rápido. Su voz, serena pero firme, llamó a su asistente, quien apareció casi de inmediato. Fred era un hombre de mediana edad, de apariencia pulcra y movimientos precisos, leal a la familia Montenegro desde hacía años. —Averigua todo lo que puedas sobre Lina, la chica que conocí en el hospital. —ordenó sin rodeos. Fred la miró con leve sorpresa, pero su profesionalismo lo hizo asentir sin cuestionar. —¿Algo
Dan nunca dejaba nada al azar. Su vida estaba construida sobre el control, la estrategia y la manipulación. En su mundo, los sentimientos eran una debilidad y los errores costaban demasiado caros. Por eso, cuando se enteró de que Isabela Montenegro había hablado con Lina, sabía que ella comenzaría a investigar a Lina, supo que debía actuar de inmediato. Estaba en su despacho privado, un lujoso estudio con paredes de madera oscura y una vista privilegiada de la ciudad. Frente a él, un hombre trajeado esperaba instrucciones. —¿Fred sigue husmeando? —preguntó Dan, encendiendo un cigarro con calma. —Sí, señor. Ha intentado acceder a registros antiguos, pero hemos bloqueado la mayoría de sus intentos. Dan sonrió con frialdad. Sabía que Fred era eficiente, pero también sabía que todo hombre tenía un límite. —Hazle saber que está perdiendo el tiempo. Si insiste… hazle entender de otra forma. El hombre asintió y salió sin hacer preguntas. Dan exhaló el humo con tranquilidad, pero su m
LinaSoy Lina, tengo 20 años y estudio Francés en una escuela privada. Mis padres tienen una economía moderada, pero se esfuerzan por ayudarme a pagar la colegiatura. Hoy es mi primer día en esta nueva escuela y estoy completamente nerviosa por lo que pueda suceder. Sin embargo, tengo el presentimiento de que todo saldrá bien… aunque eso pensaba yo.—Hija, aquí está tu almuerzo, no se te olvide.— dice mi madre mientras me lo pasa.—Ah, claro, mamá, ya lo guardo.— respondo, aunque aún con la cabeza llena de nervios.Mi madre siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Se preocupa por mí como solo lo hacen las madres, aunque, claro, también es porque soy su hija.—Lina, no te olvides de pasar por la casa de tu tío Ronald a recoger su herramienta.— me recuerda mi padre desde la sala.—No, papá, no se me olvida.— le respondo con un suspiro mientras giro los ojos.Mi padre tiene una forma peculiar de tratarme, a veces parece que me ve como si fuera su mensajera o incluso un niño.—¡Adiós, ya me
Cuando mis cosas caen al suelo, rápidamente tomo mi mochila y corro a recoger lo que he dejado tirado, mientras las risas de mis compañeros resuenan a mis espaldas. Cada carcajada es como una aguja que me atraviesa. Salgo de la escuela y, aunque intento caminar con la cabeza en alto, el dolor de cabeza comienza a apoderarse de mí. ¿Cómo es posible que me traten así? No me conocen, ni siquiera saben quién soy, y ya me están hiriendo de esta manera. Antes de llegar a casa, paso por la casa de mi tío Ronald y toco el timbre. Después de unos segundos, la puerta se abre. Mi tío aparece, como siempre, completamente borracho. —Ah, eres tú, Lina…— dice, con la voz arrastrada, y me extiende una caja. —Toma, esta es la herramienta que me pidió tu padre. La herramienta es pesada, pero logro sostenerla sin que se me caiga. —Sí, gracias, tío. Mañana se la traigo…— intento decir, pero antes de que termine la frase, él ya ha cerrado la puerta con un portazo. No parece estar de humor. Con un su
Mientras corría por el pasillo de la escuela, tratando de que nadie notara mis lágrimas, me tropecé torpemente con un chico. Para mi sorpresa e infortunio, era nada más y nada menos que Dan. Sí, Dan, ¡el hermano de Derian! —Oye, ten cuidado —me dice con una voz fuerte, pero se detiene de inmediato—. Oh, eres la nueva, perdón, he sido brusco contigo... ¿Por qué lloras? Su voz, que antes había sonado con un tono duro y puede que hasta un poco grosero pero al verme se vuelve un poco cálida, completamente diferente a la de su hermano, Derian. —No es nada —respondo rápidamente—. Solo fue por la caída. Me mira con ojos incrédulos, pero aun así me ayuda a levantarme y recoge mis cosas. —Sé que de nuevo mi hermano te ha molestado —dice con una voz suave, lo que me hace sentir un poco avergonzada. —No... —trato de fingir que todo está bien, pero él me sonríe. —No necesitas defenderlo —me dice con una sonrisa que me pone los pelos de punta—. Sé cómo es ese idiota, pero no te sient
Punto de vista de Derian Hoy es otro día de clases de francés. Ni siquiera sé por qué mis padres insisten en que siga en primero cuando ya estoy más avanzado. Tal vez solo quieren que me quede atrás, que siga siendo un niño inmaduro, mientras ellos observan desde sus altas torres de cristal, ajenos a lo que realmente me pasa. Pero no importa. Siempre he hecho las cosas a mi manera. Llego a la escuela, los pasillos están llenos de murmullos. Las chicas me miran, algunas con una mezcla de admiración y deseo, pero otras con desdén. Y no las culpo. He aprendido a lidiar con las miradas, los comentarios, las expectativas. Cada paso que doy es una medida en la que me comparan con mi hermano Dan. Siempre superior, siempre perfecto. Pero yo quiero más. No quiero ser el segundo, no quiero quedarme atrás. No voy a ser el hermano de Dan, voy a ser Derian, y eso debería ser suficiente. Pero, ¿lo es? -Hola, guapo... La voz me arranca de mis pensamientos. Me giro y la veo. Helen. La típica
Punto de vista Lina Mientras siento la brisa en mi rostro y miro el río que se extiende más allá del puente, mis pensamientos se disipan, nublados por la angustia de siempre ser la burla de todos. En mi pueblo, todos murmuraban a mis espaldas, y sabía que era por mi peso, mi altura y mi rostro. No soy tan agraciada como las demás chicas. He quedado marcada por algunas cicatrices pequeñas, vestigios de un acné que nunca me ha dejado en paz. Nunca antes había intentado cambiar, pero en esta ciudad, donde todos parecen tan juiciosos, tal vez debería empezar a arreglarme. No por lo que digan los demás, sino por mi propia salud. Debo mejorar mi alimentación también... Respiro profundamente y cierro los ojos, sintiendo la calma de este pequeño respiro que tanto necesitaba después del daño que me hizo Derian en mi ser. Comienzo a caminar hacia casa. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, pero trato de ocultarlo, frotándome los ojos para disimular. Antes de llegar, me encuentro con La