Capítulo 330
Santiago se detuvo y saludó con frialdad: —¡Señor Elizondo!

En Santa Clara, no era prudente ofender a los Elizondo.

El padre de Manolo estaba en política y la familia materna era una dinastía adinerada.

Todos en ese círculo sabían que no debían entrar en conflicto con los Elizondo.

En ese momento, la mujer en brazos de Santiago se movió, abrazándose a su cuello mientras maldecía: —¡Manolo bastardo, muérete!

Manolo, con el rostro sombrío, miraba fijamente las manos de la mujer.

Si las miradas pudieran cortar, esas manos ya estarían hechas pedazos.

Hace unos días esta mujer, ebria, lo había golpeado e insultado toda la noche, ¡y hoy volvía a emborracharse!

¡Esta mujer parecía no apreciar su vida!

Pero lo que más enfurecía a Manolo era que, estando ebria, ¡fuera Santiago quien la llevara en brazos!

¿Quién era Santiago?

El hijo de los Montero.

Y el hombre que Patricia guardaba en su corazón.

La primera vez que ella lo buscó para ayudar a Laura, cuando él la maltrató en la cama, ella lloró
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