Capítulo 326
Manolo sintió un momento de pánico al ver los ojos enrojecidos de la mujer, sintiendo una opresión inexplicable en el pecho.

—Si el precio de no someterme a tu control es ese castigo, adelante. Pero después me iré de Santa Clara y nunca volveré —una ciudad que la había herido tan profundamente solo le traería más dolor, mejor marcharse y no ver más.

Manolo la soltó inmediatamente.

Patricia se frotó la muñeca y le sonrió levemente: —Pero avísame antes de actuar, así podré prepararme.

Salió del auto cerrando la puerta con fuerza. Manolo sintió que le faltaba el aire y bajó rápidamente la ventanilla. El viento frío lo despejó un poco.

Con manos temblorosas encendió un cigarro, su mirada siguiendo la silueta de la mujer. Nadie sabía cuán complejos eran sus sentimientos en ese momento.

Patricia no miró atrás, pero sentía claramente esa mirada siguiéndola. Inexplicablemente, sintió un nudo en la garganta. Quería llorar.

—Patricia —una voz repentina la devolvió a la realidad. Se apresuró a se
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