4- Nueva vida

Capitulo 4

Nueva vida.

Barack.

Cuando volví a mi forma humana, mis puños estaban manchados de sangre, perteneciente a ese maldito quien se atrevió a robarme, le brinde mi apoyo e inclusive le di un trabajo, pero él decide agradecer robando mis relojes en conspiración con una de mis amantes, de quien también me encargué, volvió al sucio burdel de donde la quité para tan solo un par de noches, ella creyó que la dejaría quedarse, eso no ocurriría jamás.

—Señor, su padre solicita verlo. —Uno de los betas más fieles de mi familia se acerca—

—Leandro, sabes a la perfección que no deseo verlo, no ha dejado de persuadirme con lo del matrimonio y la empresa, puedo hacerlo sin necesidad de un estorbo a mi lado, además planeo seguir en al milicia. —Respondo con enfado—

—Veo que se ha metido en problemas nuevamente, señor Barak, debe cuidarse, usted es el único heredero de la familia Zaphardi, y su hermana por supuesto, pero usted es el mayor. —Acomoda su corbata—

Leandro es un Beta con dotes impresionantes de vigilante, es uno de los pocos lobos leales que ha tenido la familia Zaphardi durante generaciones, estaría dispuesto a dar su vida por cualquier integrante de mi familia.

—Acabo de cumplir 29 años, Leandro, tú tienes exactamente la misma edad y sigues solitario, me daré un baño, dile a mi padre que deje de intentar convencerme. —Se dirige a su habitación en el tercer piso de la enorme mansión—

Mientras el Alfa se quitaba la ropa, recordó a la mujer con una extraña mirada, nunca había visto una mirada así antes, se detuvo al instante que oyó su voz, desconoce el motivo por el cual prefirió marcharse y dejar a su presa con vida al igual que a aquella intrusa. Golpeó la pared del baño con fuerza pronunciando palabras bizarras, puesto que no existían razones para recordar a esa chica.

“Hannah Gracia” —Hasta su nombre es algo absurdo— seguía con el mismo pensamiento.

“Lastime su cuello” —Al menos tampoco saldré de sus pensamientos un buen tiempo— Sonríe al recordar la pequeña herida que le ocasiono a la joven, para su desconocimiento no fue del todo insignificante, la piel Edhil es más frágil que la de los mestizos o las especies puras como lobos, vampiros, hadas o elfos.

Barack pudo apenas y conversar con dos Edhiles y algunos supuestos humanos en toda su vida, ellos quedaron atrás en la cadena evolutiva cuando la guerra comenzó hace más de dos siglos, el mundo cambio desde ese entonces, todas las especies quienes se mantuvieron cultas entre la multitud salieron a la luz, y decidieron no volver a esconderse.

—Bien, tengo asuntos que atender. —Suspira al encontrar docenas de mensajes de texto y llamadas—

“Señor Barack, la inauguración de su nuevo club será mañana, necesitamos ultimar los detalles, ya que usted quiso encargarse de dar el último ok, necesito que venga a ver a las candidatas para la atención ese día”.

El se encargaba de seleccionar a las mujeres que trabajan en sus clubes nocturnos, y entre ellas siempre le gustaba un par con quienes no desaprovecharía la oportunidad de saciar su siempre ferviente deseo colmado de lujuria, a cambio le tocaba dar obsequios costosos; eso no significaba ningún problema para uno de los hombres lobo más ricos del continente.

—Chandler, recibí tu mensaje, estaré allí mañana en la noche, retrasa las entrevistas hasta entonces.

Barack se dedicaba a abrir empresas por su cuenta, pertenecía al gran imperio de la manada que dirigía su padre, pero le gustaba el mundo del entretenimiento y la diversión, en los últimos dos años abrió una cadena de clubes exclusivos, pero su intención consistía en acrecentar la fortuna que su familia ya poseía sin presiones vanas como las del matrimonio, uno de sus deseos se basaba en conquistar a otras manadas y para ello necesitaba pertenecer a la milicia.

Hannah

—El comportamiento del General fue un tanto extraño, me consiguió un empleo en la ciudad Mikros, sentí felicidad, ya que jamás pensé en su posible recomendación, no todo podía salir mal, me despedí de Amaris, la extrañaría. Pero según los cálculos que hice, llegaría unas horas antes de la entrevista de trabajo...

Hannah tomó un autobús, ya no existía el combustible a base de petróleo como en siglos anteriores, solamente las personas de alto rango, por no decir pocas familias lo poseían como si fuese una pieza de arte costosa, solo ellos contaban con vehículos los cuales se movían con ese tipo de combustible. Ella observó el paisaje durante todo el trayecto, investigó en internet un hostal para quedarse. El pueblo Lilles era pequeño, con una escuela, un hospital y grandes campos con granjas, ya que era uno de los mayores pueblos productores de carne y frutas para Mikros, la cual muy a pesar de ser simplemente una ciudad, por las afueras se lo consideraba como un país independiente, ya que dominaba a todos los pueblos de sus alrededores, por eso la muchacha deseaba mudarse allí en donde  según comentaban en el pueblo, todos tenían la misma posibilidad de estudiar y vivir sin importar la especie o la familia de la que provenían, pero así también si no podía defenderse, la gran ciudad era como un saco de peligros, en las universidades tomaban en cuenta los poderes con los que contaban las personas, ellos ingresaban con rapidez, en cambio, los Edhiles debían pagar todo y quedarse hasta atrás del salón en donde no causaran problemas debido a su carencia de poder alguno.

Luego de largas horas de viaje, al fin llegó, reviso la hora en su celular, uno muy viejo pero que funcionaba a la perfección.

“Ya son a las 6 PM”, tengo exactamente dos horas para arreglarme, buscar la dirección de mi nuevo trabajo y luego donde quedarme a dormir”

—Esto será complicado, espero no demorar, si se me hace muy tarde tendré que pagar de más para movilizarme, los autobuses trabajan hasta las nueve de la noche.

Ella rápidamente decidió instalarse en un hostal, que más bien seria como una pequeña villa, habló con la mujer encargada y pagó por dos meses, el resto del dinero lo utilizaría para movilizarse hasta cobrar su primer salario, ella asumía que la contratarían muy a pesar de que tal cosa no era precisamente lo que podría ocurrir. El lugar media como dieciséis metros cuadrados ya con el pequeño baño incluido. Aún no contaba con muebles, o siquiera una cama, pero se las arreglaría con las mantas que si le permitieron traer de la casa, tuvo la idea de vender su pequeño guardarropa, y su cama casi nueva, pero su madrastra no se lo permitiría.

“Bien Hannah, tendrás que dormir teniendo como fondo a un piso duro y frío, pero será por poco tiempo” —Se decía a si misma mientras quitaba sus pertenecías de sus bolsos.—

—Mamá, si estuvieras aquí, de seguro papá tampoco sería tan idiota. —Dijo mientras quitaba un pequeño cuadro donde tenía la foto de su madre con ella en brazos—

—¡Tengo poco tiempo! —Se puso de pie, fue a darse una ducha rápida, y decidió usar un pantalón de jeans, una camisa al cuerpo y se recogió el cabello, sus pequeños mechones azulados no podían pasar desapercibidos, los tenía de nacimiento, y sus ojos eran de un color café oscuro, demasiado inusual hasta para un Edhil, pues los habitantes mestizos y puros podían ojos en tonos verdes, azules, púrpuras y hasta rojizos

—Menos mal Amaris me regaló estos zapatos con plataforma, si no estaría perdida, aunque debí ponerme unos lentes de contacto a fin de disimular los míos. —Pensó mientras se puso uno de los pares de zapatos que pudo empacar, al menos se veía presentable, para una entrevista, se dijo a sí misma.

—Vaya, aquí no tendré la oportunidad de ir caminando, según mi mapa llego al lugar en unos quince minutos si tomo el autobús, y si camino llego en cuarenta y cinco minutos. —Pensó antes de decidirse, luego de unos pocos segundos optó por no ir a pie ya que no quiso llegar sudorosa, era suficiente con la gasa que llevaba en el cuello por la herida causada por aquel lobo.

—¡Entonces es mejor llevar el cabello suelto! —Se quitó la goma con la que sujeto su no tan largo cabello castaño, lo tenía lasio, bastó con acomodarlo un poco antes de bajar.

Quedó estupefacta, ´puesto que al parecer se trataba de un club, y uno muy lujoso, en la entrada misma pudo visualizar a unos guardias, de seguro lobos, supuso tras ver sus corpulentos cuerpos. Con algo de timidez se acercó a ellos.

—Dis… Disculpen, vengo a una entrevista con el señor —Hizo una pausa intentando recordar el nombre de quien la entrevistaría— Chandler. —Dijo al fin.

Los hombres la miraron de pies a cabeza, lo que ella no sabía es que para un lugar así ella fue vestida muy recatada, las mujeres que solicitaban trabajo allí siempre llevaban puestas faldas cortas o vestidos ajustados al cuerpo. Ella sintió esas miradas que juzgaban, pero aun así se mantuvo firme en su lugar.

—Llega un poco temprano, señorita, pero puede pasar, debe girar aquí hacia la derecha y luego encontrará una puerta de color rojo, entre y espere. —El guardia más grande de todos fue quien le enseñó el camino.

Justo antes de entrar quedó todavía más asombrada, porque una fuente de agua hermosa se encontraba justo en la entrada luego de atravesar la puerta, adentro era oscuro como si ya fuese muy tarde en la noche, de la fuente se reflejaban luces fluorescentes de colores.

“Maravilloso” —Pensó con una sonrisa en su rostro.

Tuvo que registrarse con su huella dactilar, y luego escanearon su rostro, todo fue meticuloso, tan solo con el hecho de haber colocado su rostro frente a un aparto, por debajo vio como una hoja estaba siendo impresa automáticamente.

“Historial Hannah Gracia, pueblo Lilles” — Fue lo único que pudo leer antes de aquel lobo tomase la hoja. Ella caminó hasta donde le indicaron, tomo asiento y se quedó allí resoplando su rostro con sus manos, los nervios hicieron que sudara un poco, ya que jamás había asistido a una entrevista de trabajo, lo único a lo que estaba acostumbrada consistían en las tareas de la casa y a cuidar a los animales.

Un elfo entraba y salía de la sala, ni siquiera la noto debido a la prisa que llevaba, luego vio a unas mujeres también mestizas, posiblemente hadas y lobas por la belleza que poseían, ella no pudo evitar sentirse fuera de lugar, sensación que se incrementó tras oir una voz familiar.

—Esa voz... se parece a la de ese lobo... —Tragó saliva al recordarlo, y su corazón palpitaba con tanta rapidez que su blusa bailaba al compas de sus latidos—

"Es el, no estoy loca" —Dijo en voz baja, la puerta de donde provenía aquella voz se abrió con brusquedad...

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