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Capítulo 2 (Editado)

                                                                 💥💥💥

                                                     🅝🅐🅡🅡🅐 🅒̲🅛🅐🅤🅓🅘🅐

Conocen esa frase: ¿Que pasó anoche?

Esa fue línea en aquel momento, porque sabía que algo iba definitivamente mal. Me lo decía ese palpitar en mi cerebro. Abrir los ojos no fue una de mis mejores ideas, he de decir. Pero quedarme como pendeja, ahí sin hacer nada, pues tampoco.

El vendaje que rodeaba mi cabeza se sentía muy apretado pero el médico había dicho que era mejor así. También me dijo que me quedara en cama, esa cama que no era mía pero que resultaba realmente cómoda. Aquellos que me conocían sabían que me resultaba difícil quedarme inerte más de diez minutos. Pero mi jaqueca me mataba y me estaba orinando.

Traté de llegar al baño, pero mis piernas no me sostuvieron. Por eso acabé cayendo, pero no solo eso. Por alguna razón pensé que agarrando la mesita de noche podría detener mi aparatosa caída. …no fue así...

¡Jodida vida!

Alguien iba a estrangularme....

Pocos segundos después escuché una maldición y los ojos furiosos de mi sexy anfitrión fueron lo último que vi antes de cerrar los ojos. Sí, iba a matarme...bueno, si no me mataba la caída. Les cuento todo lo que sucedió ayer. Sí, tan solo ayer conocí a mi salvador y ya nos tratamos como si nos conociéramos hace años. Bueno, o al menos yo fui consciente de que existía tan solo ayer. Púes de acuerdo con lo que me dijo el sujeto que me atacó, Dominic me vio por primera vez hace unos años.

Ya voy de nuevo perdiendo el hilo de la conversación. Al llegar a casa ayer, encontré a papá con sus socios. Unos viejos necios y cochinos que parecían desvestirme con la mirada. Cuando uno de ellos puso su mano sobre mi pierna me alejé instintivamente.

Eso a papá no le gustó. Así que frente a ellos me dio un bofetón. De esos que ya eran pan de cada día. Le temía a mi padre, se había vuelto cruel e inhumano. Papá estaba acostumbrado a controlar cada cosa en su vida…en la mía y en la de quienes están cerca. Un jodido maniaco, Su trabajo absorbía todo y más, por eso quería irme de casa, pero su respuesta era la misma. Huir era absurdo, siempre me llevaría de regreso.

—Vamos a salir, hija.

— ¿Vamos?

—Si. Tengo que ir a un club a cerrar un negocio y él está algo encaprichado contigo.

—No pensarás usarme.

 —Sabes bien cómo funciona esto. Él cree que va a obtenerte, pero una vez que firme, pedirás permiso para ir al baño. Saldrás por la puerta de atrás y te quedarás ahí hasta que vaya por ti.

—No quiero…

Una nueva bofetada y supe que debía obedecer.

El bar en cuestión estaba abarrotado, el negocio marchaba bien y cuando el cliente firmó me excusé para ir al baño. No había llegado a la puerta de salida cuando un tipo me agarró y sacó del lugar, luego me llevó a un callejón. El sujeto me miraba con emoción, parecía dispuesto a matarme así que decidí no moverme, evitar tentar aún más a mi mala suerte. Porque en aquel entonces, mi vida parecía estar siempre rodeada de mala suerte.

—La protegida de Dominic. Un gusto tenerte así.

—No le entiendo.

¿Quién es Dominic? Trataba de pensar, el único con ese nombre era el sujeto de la Universidad….

¡NO! Pero qué pena…después de semejante papelón… 😒

No podía ser él. No me había visto nunca, debía equivocarse. Mi silencio aparentemente no fue lo que esperaba. Sujetó mi cuello y me tiró contra la pared. Sentí líquido caer por la nuca, la cosa estaba fea.

—Dominic, La Bestia... te ha escogido como su compañera de vida.

—Seguro se equivoca. No lo conozco...de verdad.

—Sabemos quién eres, quién es tu padre. En alguna ocasión quise comprarte. Dominic estaba presente en la reunión y casi me mata. Al parecer se enamoró de ti tan solo por una foto. Empezó a pagar las deudas de tu padre con la condición de que al alcanzar la mayoría de edad te conocería y cortejaría. Dominic pasó años yendo y viniendo por negocios y el muy imbécil de tu padre le empezó a dar largas y hace poco que Dominic regresó se dio cuenta que tu papá te ha estado ofreciendo a cuánto socio tiene.

—No entiendo...

—Tu papá está en la ruina hace años. Ha tratado de arreglárselas, pero ha sido inútil. El problema es que estás a nada de cumplir 24. La edad en la que los que hemos pagado por ti, vamos a reclamar a nuestra mujer. Dominic se ha ido encargando de todos y quedamos unos cuantos. Algunos dicen que devolvió el dinero que pagaron por tenerte. Otros dicen que está llevando a cabo una verdadera matanza. Lo que sé es que no dejaré pasar esta oportunidad.

El sujeto empezó a reír como loco, me arrojó al suelo y llamó a otro tipo. Avanzaban hacia mí y no tenía forma de alejarme. Uno de ellos sujetaba mi cuello, el otro rompía mi blusa. Escuché a alguien decir que debían ir por el jefe, asumí que alguien más iba a unirse a aquella "fiesta" y me dediqué a pensar. Si mantenía mi mente en otro lugar aquello acabaría rápido o al menos así lo esperaba.

 Escupí al rostro de mi captor. Sabía que aquello no iba a acabar bien, pero estaba tan enojada...me sentía tan indefensa que me salió del alma. Maldición, ser mujer y más débil me hacía enojar, porque me dejaba a merced de tipos así.

Al tipo "le gustó tanto “que le escupiera, que acabó dándome un bofetón. Sentí la sangre dentro de mi boca. Justo estaba por quitar el segundo botón de mi blusa cuando alguien más se unió a la reunión.

El tipo me soltó y dio un paso atrás, empezó a balbucear y tartamudear tanto que me costaba aceptar que semejante cobarde, había sido tan rudo y matón segundos atrás.

—Solo estábamos charlando.

Era mentira y si no decía la verdad, podrían dejarlo ir. ¿Podría decirle a quien fuera que estaba ahí que estaban por violarme?

—No es cierto—le dije a ese que parecía mi salvador— me abofeteó y me arrojó contra la pared…

El silencio cayó en aquel callejón. Hasta los autos que pasaban cerca parecieron desaparecer.  Solo veía la espalda del nuevo miembro de aquella tragedia, pero parecía un depredador, respirande de forma agitada casi salvaje.

—La tocaste…la heriste.

Mi salvador aprieta los puños, su postura es rígida. Avanza hacia mi atacante y este retrocede hasta llegar a la pared.

—Sabias todo sobre mi posición con respecto a Claudia. Todos los saben.

¿Su posición con respecto a mí? Todos hablaban de mí, o me compraban y yo, sin saber nada y me sentí mal, porque no era, en teoría, dueña de mi propia vida.

De pronto alguien más se acercó a nosotros. Creí posible que fuese conocido de mi atacante por lo que empecé a tratar de alejarme, pero era difícil moverme y solo generé aún más dolor.  Aquello molestó a mí salvador quien dirigió al recién llegado una mirada tan llena de ira por acercarse sin autorización que este dio un paso atrás y se mantuvo esperando instrucciones.

—Espérame con el auto afuera del callejón.

—Sí, señor.

La forma en que ese hombre obedeció, la forma en que mi atacante estaba más cerca de ser un ratón...era sorprendente.  Definitivamente mi salvador era un hombre al que obedecían y llegué a pensar que quizás me iba a ir mejor en manos de mi atacante.

La noche estaba cada vez más fría. Mi salvador solo esperaba. Quise ponerme de pie, pero mi hombro y cuello dolían. Mi gesto de dolor no pasó desapercibido para él. Vi el cambio en sus ojos, sabía que esa furia no iba hacia mí, pero inconscientemente traté de alejarme. Inmediatamente cambió su expresión. Sentí alivio y en cierta forma me conmovió que lo hiciera por mí. Los temblores sacudían mi cuerpo con violencia.

— ¡Tengo frío…mucho frío! —los dientes castañeaban tanto que pensé que iban a quebrárseme algunas piezas.

—En parte es frío y en parte estás siendo víctima del shock debido a todo lo que ha sucedido. Te llevaré a mi casa y mi médico te evaluará. A menos que prefieras ir al hospital.

— ¡NO, SI ME LLEVAS AHÍ AVISARÁN A MI PADRE!

—Tranquila preciosa, —dijo mientras me acariciaba la mejilla, con cuidado, como si temiera romperme—entonces iremos a mi casa. No sé qué tan golpeada estás por ende ignoro si al levantarte te dolerá mucho.

—Tan solo quiero irme de aquí. No quiero que ese sujeto…o sus amigos…

—Por ese pedazo de mierda no debes preocuparte. Si alguno de sus amigos se acerca verán mi auto. Sabiendo que estoy aquí nadie va a acercarse.

Luego se quitó la chaqueta y extendió de nuevo la mano. Sabía que no iba a rendirse, esa determinación era obvia así que acepté. Me ayudó a sentarme lejos de la pared, colocó su chaqueta sobre mis hombros y luego me levantó en sus brazos.

Dejar caer mi cabeza sobre su pecho fue natural, se sentía bien...se sentía correcto. Entró a su auto aun teniéndome en sus brazos. No me importaba al lugar que íbamos, solo quería que aquello noche acabara. Para mí vergüenza las lágrimas empezaron a salir. Ignoro si era el dolor de cabeza por el golpe, o lo sucedido con mis agresores. Sentí los músculos de mi salvador tensarse ante mi llanto, pero de alguna forma supe que no estaba enojado conmigo por ser una mujer necia y llorona sino porque se preocupaba por mí.

Y ser consciente de aquello causó que mi dique emocional se rompiera y mi llanto sonase más al de un animal herido que al de una persona.

El auto se detuvo en medio de la carretera y el conductor se bajó. Supe que quería darme privacidad para llorar, sin embargo, mi salvador no se movió. Él me alejó de sus brazos para girarme y hacerme quedar sobre él a horcajadas.

—Sé fuerte mi niña...mi Claudia. Todo esto va a pasar. Vamos a mi casa para que te revise el médico. No me conoces en persona, pero me llamo Dominic, nunca nadie volverá a lastimarte.

—Has estado pagándole a los que me compraron, pero casi cumplo 24, otros más vendrán.

—Y me encargaré de ellos. ¿Lo entiendes? Nadie va a pasar por encima de mí, para llegar a ti.

Estando ahí sobre él, nos quedamos mirando fijamente. Me moví un poco y fue inmediato, le sentí excitado. Otra gran sorpresa fue que ninguno se movió. Él obviamente era mayor que yo. No tenía más de 40 años, pero no menos de 30.  Me miraba expectante, me dejaba ser quien diera el próximo paso. Y por muy extraño que pareciera, aquello me gustó.

Me consideraba una mujer caliente, era sencillo sentirme excitada fácilmente, aunque no tenía mucha experiencia en el tema. Sí, jugaba sola y tenía mi pequeño baúl de juguetes bajo la cama. Pero con un hombre era mi primera vez....

Sujetó mi rostro con cuidado y limpió mis lágrimas. Mi cuerpo parecía tener vida porque me encontré cómoda moviéndome sobre él. Mis caderas danzaban en un baile erótico de adelante hacia atrás. No sé si mi reacción era adrenalina ante lo sucedido, pero antes de darme cuenta, antes de empezar a pensar con claridad, ataqué sus labios y en ese momento supe que estaba perdida.

Su desconcierto fue de segundos, porque su beso era tan hambriento como el mío. Pero tan pronto como empezó todo, se detuvo. Una de sus manos hizo contacto con mi nuca y eso no le gustó pues encontró el lugar donde me golpeé en el callejón. No me estaba desangrando, pero había humedad ahí. Lo vi estirarse a encender la luz del techo y con cuidado girarme sobre su regazo. Empezó a revisarme y fue imposible evitar gemir de dolor.

Le vi soltar algunas maldiciones y con el tiempo me acostumbré a que en todo lo relacionado a mí, siempre iba a maldecir. Para ser honesta, no me importaba tener dolor o estar sangrando. Mi incomodidad era por haber detenido ese increíble beso.

Me encontraba frustrada, CALIENTE y aparentemente Dominic estaba igual que yo. Me miró fijamente a los ojos y me besó con infinita ternura.

—Gatita salvaje. No está mal para nuestro primer encuentro y definitivamente quiero más. Pero vamos a ir a mi casa a que te revise el médico.

—Siento mucho esto…normalmente no soy así.

—Cuando uno tiene una situación de estrés a veces reacciona así. Eres tan caliente como yo y me encanta. Y por cierto... ¡de pequeña nada!

Después de aquello me quería morir de la vergüenza. ¡Maldita Lucía! Dominic avisó a su chófer que siguiéramos a su casa. Me acomodó en su pecho y se dedicó a acariciarme la espalda con relajantes movimientos circulares, algunos minutos después estaba dormida.

No sé cuánto tiempo después llegamos a su casa, pero el médico estaba ahí. Mientras caminaba a su habitación me mantenía aún entre sus brazos. Me acostaron sobre una superficie bastante cómoda y una jovencita empezó a ayudarme.

No me dijo su nombre, pero me colocó una camisa grande como de pijama que asumí, era de Dominic. Limpió algo de sangre de mi cuello y cuando me quejaba de dolor simplemente se detenía y me pedía disculpas con algo de terror en su cara.

—Lo siento señorita. No le diga al jefe.

—Descuida, estás siendo muy cuidadosa. En mi estado creo que hasta el viento duele.

—Quien sea el que la ha puesto así, pagará. Si usted es la protegida del jefe tenga por seguro que aquí está a salvo. ¿Puedo traerle algo de beber?

—Mataría por agua bien fría. Y dile a tu jefe que se apure a darme algo. Me duele demasiado la cabeza.

Segundos después de mi pedido Dominic entraba con el vaso con agua, viéndose realmente aterrado.

Cada vez que el médico tocaba uno de los golpes las lágrimas caían sin control por ende Dominic rugía como animal en celo.  El pobre médico no sabía si atenderme o salir huyendo.  Me puso una inyección en la cabeza pues necesitaba un par de puntos. Luego me dio un analgésico y se marchó a toda prisa no sin antes recomendarme mucho reposo. Si no me hubiese dolido tanto me habría reído.

Me molestó que la empleada de servicio fuese testigo de aquello por eso pedí a Dominic que se acercara un momento.

—Dime que pasa...

—Quisiera que el personal de servicio salga, me hacen sentir incómoda.

—No te preocupes. Saldrán de inmediato.

Eso definitivamente me hizo sentir mejor. Una vez a solas se me quedó mirando y me sentí incómoda, por eso decidí charlar de algo más normal. El episodio del auto me generaba mucha vergüenza.

—No sé si viste mi cartera en el callejón.

—Sí, la recogí y está en el auto. Estaba por pedir que te la trajeran.

—Necesito mi celular. Mi amiga Lucía debe estar buscándome. Normalmente charlamos a esta hora y si no la llamo va a volverse loca. Es algo sobreprotectora, ¿sabes?

— ¿La misma que estaba contigo el día de la visita a mi Universidad?

—Dios…ni me lo recuerdes.

—Ese día empecé a seguirte. Para mantenerte a salvo.

— ¿Sabes lo extraño y escalofriante que suena eso?

—No. Nada que se refiera a tu seguridad es exagerado. Debido a un negocio de último minuto hoy no pude vigilarte. Uno de mis hombres te siguió y por eso pudieron avisarme.

—Pero si él hubiese actuado, quizás no habría llegado tan lejos.

No pude<<para vergüenza mía>> evitar la amargura y el reproche. Lo del callejón había sido muy traumático y era el estrés el que hablaba. Dom me miraba con culpa y eso me hizo sentir mal. Escucharlo explicarse dejó en claro que yo le importaba pues no parecía del tipo de persona que justificara sus actos.

—No pudo intervenir él directamente pues quien te atacó es líder de un territorio en las afueras de Montana. En nuestro mundo hay rangos como bien lo sabes y mi hombre hubiese sido castigado. Por eso tuve que intervenir personalmente.

—Lo comprendo. Lamento actuar así…

—Es normal, más bien eres valiente. Tengo que ocuparme de algunos asuntos, ¿Necesitas algo?

—Solo hazme el favor de pasarme el celular. Gracias por todo y vete tranquilo, apenas esté mejor me iré para así no molestar.

Dom salió de la habitación para darme privacidad. Pero algo en su rostro me hizo sentir que durante algún tiempo no saldría de ahí. Pero apenas ese pensamiento cruzó por mi mente lo deseché. No es como si fuera su prisionera o algo así.

¿Cierto?

Lucia contestó rápido. Le hice un resumen rápido pues me dolía mucho la cabeza.

—Descansa amiga, ya hablaremos cuando estés mejor. Aprovecha que estás en la casa de ese pedazo de hombre. Acuéstate con él, jodan hasta que no les quede energía.

—Grandioso consejo, gracias por preocuparte por mí.

—Porque lo hago te lo digo. Tienes interesado en ti, a uno de los hombres más guapos del país. De solo pensar en él se me mojan las bragas.

—Nunca vas a cambiar. No le digas a ya sabes quién en donde estoy.

—Sí, pero prométeme que no dejarás pasar la posibilidad de acostarte con Dominic.

—Tengo la ligera impresión de que, si vamos más allá, no me dejará ir. Quiero ser libre.

—En tu mundo eso no existe. Lo sabes bien. Mejor estar con alguien como él a estar con los ancianos decrépitos a los que quiere venderte tu papá.

—Te quiero amiga.

Después de acabar la conversación me di cuenta de que no tenía una sola llamada de mi padre. Realmente no le importaba. Dom no estaba cerca, sentía mucha sed así que me puse de pie para llegar a una jarra con agua que estaba en una mesita, tan solo a dos pasos de la cama, pero mis piernas parecían de gelatina.

Dom entró segundos después, me ayudó a llegar a la cama, pero no supe más. De haber estado despierta le habría visto besar mi cabeza y hubiese sentido la lágrima que cayó sobre mi mejilla.  Algunas horas después me despertaron pues debían revisarme. A pesar de que ya me habían atendido, verme con dolor hizo que llamara al galeno para que se asegurara que nada había empeorado.

El doctor le garantizó a Dominic que todo iba bien, le recomendó dejarme dormir. Lo último que escuché era que tenía una conmoción leve y que debían despertarme cada dos horas, preguntarme alguna cosa y dejarme seguir durmiendo. Sé que Dominic me despertó varias veces, pero no recuerdo bien de qué hablamos.

Entonces pasó lo que pasó. A la mañana siguiente desperté desorientada por eso me levanté para ir al baño, tropecé y Dominic vino a mí viéndose realmente molesto.

Algunas horas después del incidente de su mesa, abrí los ojos con cautela. No temiendo un dolor de cabeza sino para ver si estaba sola o con Dominic. De pronto fui consciente de algo que apresaba mi muñeca.

La mano de Dominic me sujetaba fuertemente, él estaba en una silla junto a la cabecera y dormía recostado en la cama. Apenas me moví un poco, sus ojos de halcón estaban fijos en mí.

—Gatita salvaje....

—Lamento lo de tu mesa.  

—Esa mesa es la última de mis preocupaciones. Supuse que querías ir al baño o algo así. Me molestó no ser capaz de prever eso y dejar a alguna de las empleadas contigo.

—Hablando de eso, la muchacha que me ayudaba ayer parecía aterrorizada de cometer un error.

—Nunca he agredido a algún trabajador, pero si no soy exigente con mi personal no me van a respetar. Su terror va dirigido al chance de perder este empleo. No solo por lo bien que ganan sino porque estar fuera les vuelve blanco de mis enemigos.

—Les harían lo que sea para que filtren información.

—Correcto. Pero también saben que, si algo te sucede por su culpa, van a ser realmente castigados. Te mueves en este mundo y sabes que las cosas no pueden ser distintas.

—Lo sé. De no ser así tu vida y tu posición corren peligro.

— ¿Por qué pediste que saliera la muchacha de servicio?

—Me sentía incómoda.

Con él debía ser cauta. Cualquier cosa que me causara tristeza, enojo o miedo era una señal para matar. Parecía dispuesto a destrozar a la pobre mujer.

—Me mientes y quisiera saber por qué.

—Dominic, pareces a punto de matar a la pobre mujer. La cosa es esta, cuando el médico me estaba revisando te veías asustado, vulnerable.

—Verte así con dolor, me aterra. Temo no ser capaz de cuidarte bien. No me conoces, pero sin embargo llevo años mirándote de lejos. Significas para mí, más que nadie.

—Y si tus empleados te ven así, pierdes ante ellos esa imagen de hombre indestructible y me aterra que eso te cause algún daño. Te conozco hace nada de nada y ya me siento así. Me carcomía la culpa, odiaría ser la culpable de eso.

—Deja que quien se preocupe por cosas así sea yo. Lo importante es que estés cómoda y feliz. Mis sentimientos…mira Claudia, soy un hombre complejo, lleno de ira. Implacable e incluso cruel. Pocas cosas me afectan y eso incluye la opinión de los demás. En este mundo solo me importas tú, nadie más. Déjalos que hablen, que crean que soy débil…que me haces débil.

—El tipo de ayer me dijo que hace tiempo le mostraste a mi padre tu genuino interés y que has estado saldando cuenta con mis compradores.

—Ningún padre debería hacer lo que el tuyo ha hecho. Ese hombre fue el culpable de la muerte de mis padres. Eran rivales en negocios y el avión en el que iban se desplomó. La caja negra nunca se recuperó pues la aeronave cayó en algún lugar del océano. He dedicado millones de dólares a financiar la búsqueda sin tener resultados.

—Quizás podría ayudarte. Sé que mi padre tiene en su caja fuerte documentos que le causarían daño. Siempre me hace jurar que en caso de sucederle algo abriré la caja y quemaré su contenido sin mirar. Antes no tenía una razón para hacerlo, pero ahora sí.

—Escucha bien pequeña, nunca trates de espiar a tu padre. No quiero que hagas nada que te cause problemas.

—Dominic, si puedo ayudarte…necesito ayudarte.

— ¿Porqué? Apenas me conoces, estás hablando de arriesgar tu seguridad.

—Siempre me dije que nunca me involucraría con alguien...bueno como tú.

—Pero me quieres ayudar a pesar de que podrías odiarme por ser como Andrea.

—Soy débil, la vergüenza de mi padre. No puedo disparar, soy mala en lucha cuerpo a cuerpo.

—Andrea ha tratado de que seas…

—Su hijo varón.

—Pero es idiota, deberías haber crecido pensando en quedarte soltera si no quieres familia, o formando una pero siempre sabiéndote protegida. Las mujeres en nuestro mundo deben ser tratadas con la máxima cortesía y cuidado.

—Pero tú me tratas tan distinto…

—No por eso debes ayudarme.

—No te entiendo. Si me tratas bien debo pagarte…

—Ahí te equivocas, Tratarte bien es mi placer. Un hombre de verdad encuentra placer en tratar bien a una dama y la retribución la encuentra en su sonrisa. Mi pago es verte feliz pues muestra que lo hago bien. Tan poco acostumbrada estás a ser amada de verdad que te sientes en necesidad de pagar cuando eso deberías tenerlo siempre.

—Odiaba el mundo de mi padre y lo que nos hizo como familia. Pensar que me está vendiendo para obtener dinero es muy duro.

—Lo sé y pagará por ello. Ya te están preparando algo de comer. Voy a dejarte descansar e iré a mi despacho. Si necesitas algo ahí en tu mesa de noche hay un pequeño interruptor. Una de las empleadas vendrá de inmediato.

—Gracias por todo.

—No se merecen.

El desayuno estuvo delicioso. No soy una tragona por naturaleza…bueno sí. Pero no había tenido que prepararlo yo, por lo visto Dom no escatimaba en gastos para comestibles. Claro que semejante cuerpo…pues seguro consumía mucho. El resto del día lo pasé dormitando. Dom no se había asomado del todo y aunque pareciera extraño, me hacía falta verlo.

El médico llegó unas horas después, acompañado de Dom. Al inicio pensé que quizás iba a quedarse conmigo, pero abandonó la habitación al acabar la visita. No comprendía por qué hasta que horas después el encargado de vigilarme el día del ataque entró a pedirme disculpas.

—Lo siento señorita…

—Por favor no se disculpe. Dominic me explicó lo sucedido.

—Ha dedicado todo el día a asegurarse que cada empleado pondrá sus vidas de por medio cuando se trate de defenderla.

—No puede hacer eso.

 —Usted es importante para el jefe. Nos paga muy bien y tiene que asegurarse de que seamos lo mejor. Así que no piense en que nos ha causado problemas. Ahora me retiro.

Aunque al inicio me pareció que Dominic se había excedido con lo de aleccionar a sus empleados, recordé que en el rostro del joven no había un solo golpe y noté la diferencia. Si hubiese sido mi padre quien aleccionaba a sus empleados hubiese usado violencia.

Los siguientes días fueron horribles. Dom me visitaba poco, las empleadas dejaban la comida casi tirada en su prisa por no quedarse conmigo. Estaba sensible por lo sucedido así que empecé a sentirme como un huésped no deseado, que no es digno de que le hagan compañía. Así que cuando Dominic entró a visitarme al amanecer del día 11, me encontró llorando y por Dios, que odié verme débil.

— ¿Te duele algo? ¿Trataste de llamar y las empleadas te ignoraron? De ser así rodarán cabezas.

— ¿Rodarán cabezas? Me has dejado aquí durante diez días. Me siento como un huésped no deseado.

Cuando lloré aún más fuerte, la cara de Dom daba risa. Me hubiese reído, pero era más la incomodidad

—Llamaré al médico.

—No llames a nadie. Solo quiero irme.

— ¿Irte? No te entiendo. Te he proporcionado cuidados médicos, comida…te he hecho sentir bienvenida.

—De ser tan salvaje y cavernícola has olvidado las reglas de cortesía. En 10 días te vi diez minutos. Tus empleadas me dejan la comida casi tirándomela encima sin siquiera mirarme a los ojos. Me has hecho sentir un parásito, un mal con el que debes cargar debido a que no quise ir al hospital

—Lo siento de verdad. Me sentía impotente de verte herida, avergonzado porque mientras descansabas con dolor, solo podía pensar en hacerte mía.

—Me deseas… ¿de verdad? Me vas a hacer reír, me resulta un argumento estúpido.

— ¿Lo dudas? ¿Cuándo has sentido nuestros cuerpos arder ante el mínimo roce?

—Bueno, como te digo. Estos días me sentí el jarrón viejo de la abuela al que nadie quiere en su casa.

—Lo siento, tal cual dijiste mi lado cavernícola me impidió darme cuenta de que te hacía daño. ¿Me deseas, Claudia?

—Si. Pero el médico dijo…

—Lo sé. Por eso hoy que te revise preguntaré sí...

—No vas a decirle nada sobre nosotros…

¡Qué horror! No pensaba permitir que hablara de sexo…más específicamente de nosotros teniéndolo, a un hombre que podía ser mi abuelo.

Riendo ante mis obvias situaciones vergonzosas, continuó con la frase.

—...ya estás recuperada del todo. De verdad gatita que no dejas de sorprenderme. Nunca he conocido a alguien capaz de malinterpretar tanto las cosas. Duerme un poco que te ves cansada.

—Me muero de hambre…

—Pediré que nos traigan el desayuno.

— ¿Comerás conmigo?

—Si. Lamento de verdad haber sido tan idiota.

El médico llegó durante la mañana y retiró los puntos. Todo había sanado bien. Igual advirtió que la zona podría sentirse sensible y dejó algunas pomadas. Una vez a solas, Dominic cerró la puerta con seguro. Sabía que nadie entraría sin autorización, pero me sentí menos expuesta. Se acostó a mi lado, nuestras piernas entrelazadas. Su mano acariciaba mi espalda suavemente.

Pero sus caricias...esas empezaron a descender más. Se puso de pie y abrió una cajita que estaba en su mesa de noche. Me ayudó a sentarme y empezó a desvestirme. Me sentí algo cohibida y por instinto cubrí mis senos.

Dominic me ayudó a recostarme y colocó una toalla sobre mi cuerpo. Un masaje… ¡Iba a darme un condenado masaje...!

Mi mente libidinosa se imaginó algo más que solo sus manos sobre mi cuerpo. Lo quería dentro, anhelaba ser suya. Se quitó la ropa quedando solo en unos boxers negros que no ocultaban para nada sus atributos ni lo excitado que estaba. ¡Si, de pequeña nada!

 Frotó sus manos enérgicamente para calentar el aceite y comenzó por mis pies, subió por las rodillas y avanzó hasta casi tocar mi entrepierna.

Gemir fue instintivo, sus manos ahora sobre mis pliegues me daban un masaje bastante fluido, marcando un ritmo que iba a matarme. Abrió mis piernas y sustituyó sus manos con su lengua.

¡SI! Mente libidinosa 1 Claudia 0

Marcaba un movimiento rítmico, entraba y salía una y otra vez. Quise alejarlo, tratar de probarlo, darle el mismo placer. Pero su mano fue a mi pecho...obligándome a acostarme de nuevo. Le besé, Dios mío estaba envuelta en un frenesí salvaje...lo quería dentro de mí.

Sin embargo, insistía en que por las heridas en mi brazo y cabeza no debía hacer nada más que disfrutar. Volvió a su masaje, sus dedos entrenan en mí una y otra vez.

Y entonces de pronto exploté en mil pedazos...

Salió de la cama, su caminar era el de un hombre satisfecho con la cacería. Entró al baño y le escuché preparar la tina. Algunos minutos después llegó por mí. Con suavidad me colocó dentro y empezó a lavarme. Le pedí que entrara conmigo y se sentará delante de mí. Al inicio no entendió, pero pronto fue consciente de mis intenciones.

Estaba buscando…alcanzando mi objetivo. Empecé con un masaje rítmico y el gruñido salvaje que salió de su pecho aún me ruboriza. Retiré mi mano asustada, pero volvió a colocarla en su lugar. Su voz ronca...llena de necesidad retumbó en todo el baño.

—Más...

Y así lo hice, el ritmo cambió, sabía que la velocidad era importante pues estaba cerca del abismo. Pocos segundos después sentí su liberación, aquello era de locos.

Salimos del baño y lo último que recuerdo fue ser colocada con suavidad en la cama, para ser arrastrada a un sueño reparador. Desperté al día siguiente cuando era casi medio día con el sonido de unos gritos. Conocía ambas voces, Dominic y mi padre. Me levanté con cuidado, no había salido de aquella habitación en días y no conocía la casa.

Uno de los guardias apostado fuera de la habitación me escoltó hasta la biblioteca. Me sentía débil y mareada, pero necesitaba estar ahí.

—Ella no sabe lo que le conviene. Como su padre he de escoger quien sea el adecuado y no interfieras. Es tan estúpida que va a creerse que estos golpes me los has hecho tú. La llevaré a casa conmigo y no hay nada que decir.

Aquello era el colmo, necesitaba irme con él pues tenía que investigar, aunque Dominic no quisiera. Pero no quería que Dom pensará que creía a mi padre así que le expliqué todo al guarura.

— ¿Puedo pedirle un favor?

—Claro que si Claudia. No sé si recuerdas porque eras muy joven, pero soy hijo de uno de los socios de tu papá, además del mejor amigo de Dominic.

—Me iré con mi padre. Dile a Dominic que escuché todo y que lo que hago es para poder recoger de casa de mi padre los recuerdos de mamá. Estaré allá una semana a lo sumo y cuando papá crea que no siento nada por Dominic me dejará ir, entonces volveré.

—De acuerdo.

Entré a la biblioteca y ambos me miraban asombrados. Papá veía mi vendaje y estaba...o parecía estar impresionado. Quizás fingía, pero debía actuar conmigo y ser un papá modelo.

—Hola Pa. ¿Has venido para llevarme a casa?

—Sí. Me quedé muy preocupado y me pasé varios días buscándote. Uno de mis hombres se enteró que estabas aquí y vine inmediatamente.

Dominic se veía bastante afectado, sabía que no quería dejarme ir pero era necesario.

—Claudia…—intervino Dom—quédate a mi lado, sabes de mis sentimientos hacia ti.

—Si realmente quieres cortejarme debes hacerlo de la forma correcta. Tengo varios pretendientes y quiero tomarme con calma el escoger al correcto.

Decir aquello me dolió y en los ojos de Dom vi dolor, en los de mi padre burla…triunfo. No me gustaba hacerlo sentir así. En especial cuando ni siquiera era cierto. Por otro lado, papá se veía feliz, el muy idiota pensaba que yo seguía siendo tan ingenua.  Así que Dominic solo nos observó marcharnos.

Los primeros minutos de viaje mi padre se mantuvo en silencio, luego pretendió mostrarse interesado, pero sabía que no era así.

— ¿Dominic no te hizo nada?

—No. Salvarme quizás pero aparte de eso nada. Me dejó en claro que quería cortejarme y como escuchaste, le dije que lo haga de forma correcta. En el día de hoy una virgen vale mucho y creo que mereces una buena dote. Has sido un buen papá. Te tocó hacerle cargo de mí cuando mamá nos traicionó. Si no te molesta quisiera dormirme mientras vamos a casa. La cabeza me duele mucho.

—Descansa cariño.

En casa de Dominic las cosas no iban muy bien. Después de que reventó los vasos que tenía a mano su amigo entró a calmarlo.

—Dom....ella escuchó todo. Pero está fingiendo para poder ir a su casa y recoger las cosas de su madre.

—Nunca consideré que su actuación fuese real. Pero te ha engañado mi amigo. Ella no ha ido por las cosas de su mamá. Fue para buscar información sobre la desaparición de mis padres.

—Santa mierda...

—Cuando la vea pienso zurrarle el culo. No va a poder sentarse durante una semana.

Llegamos a casa una hora después, subí a mi habitación y descansé el resto del día. Le dije a mi padre que quería tomarme algunos días de la universidad y que si podía asignar más seguridad me sentiría mejor. Aquello pareció encantarle pues garantizaba que Dom no podía acercarse. Le dije que como el sujeto que me había atacado seguía libre tenía miedo. Esa misma semana me dijo que estaba por salir de viaje a Bahamas y que me dejaba en casa con la nueva escolta, quienes me seguían a todo lado salvo el baño y actué como si aquello me diera paz. Al segundo día de ausencia de papá, arrojé por accidente un vaso de agua en mi computadora. Así que lo llamé por teléfono.

—Hola Pa.

—Terroncito...

—Tuve un accidente con mi computadora. Quiero pedir una nueva por internet, pero la otra computadora está en tu despacho. Como el guardaespaldas me acompaña a todo lado pues me quedé dudando de si dejarle entrar tu despacho o pedirle que espere fuera.

—Eres la única que puede entrar ahí. Dile que se quede en la puerta.

—Papa, ¿recuerdas que te pedí guardar en tu caja fuerte, las fotos que tenía con mi madre?

—Ahí están. Ignoro porqué las mantienes ahí.

— ¿Puedo sacarlas? Sé que fue una mala madre, pero quiero verla. He aceptado que debo casarme pronto y no lo sé, es como si debiese hablar con ella. Quiero asumir la cabeza de tus negocios.

— ¿Y ese cambio?

—Dominic. La forma en que me salvó, el terror que le tienen. La gente me ve como un eslabón débil en tu familia. Una única descendiente que no sabe siquiera disparar un arma. Quiero despedirme de mamá y empezar a prepararme.

—Me parece que ya era hora de que asumieras un rol activo. Por cierto, deberías considerar no aceptar a Dominic. Hace muchos años corrió el rumor de que asesinó a la hermana de un peligroso traficante de armas griego. Ambos habían escapado y casi un mes ella apareció muerta y como Dominic estaba herido también, las autoridades declararon que ambos habían sido víctimas de un ladrón. Tenía en su sistema muchas drogas y el argumento de sus abogados fue que no podía señalar al responsable porque estaba narcotizado.

Siendo Dominic hijo de quien era, la policía no investigó más. Acababa de perder a sus padres y era el nuevo líder de la línea de traficantes en la zona, es decir era intocable. Nunca habla de eso y el hermano de la joven, ha buscado pruebas con el paso de los años. A veces parece absurdo pues tanto tiempo después no va a encontrar nada, pero su deseo de venganza es muy alto. Si aceptas a Dom te volverás de forma automática en el blanco de ese hombre y ni siquiera Dominic va a poder con él.

— ¿Es más peligroso que el mismo Dominic?

—Sí.

Pensé en las palabras de mi padre, quizás había sido Dom el responsable, aunque la historia de ser drogado adrede era bastante creíble. Debía dejar eso de lado y concentrarme en lo importante. Sabía que el único lugar sin monitoreo de cámaras era la caja fuerte. Por eso pude revisar con calma. Había varios papeles de negocios y en el fondo una cajita negra. Ahí estaba la llave que necesitaba. Eso llevaba a un casillero en la oficina postal.

Hace unos años cuando descubrí que papa tenía ese casillero, le pedí a Lucía que se abriera uno. Ella me entregó la llave y al compararla con la de papá descubrí que eran idénticas.

Una llave que no tenía número ni nada en ella, y al inicio pensé que no tenía idea de cómo averiguar a donde funcionaba. Pero encontré los recibos del casillero, dónde estaba el número de este, CASILLERO 7688

Luego de tomar la llave y poner dentro la que me dio mi amiga, saqué las fotos de mamá, papá ignoraba que estaba al tanto de los micrófonos en todas las áreas de la casa. 

—Mamá, me gustaría que estuvieses acá. Papá lo hace bien...o al menos lo intenta. Estoy por escoger esposo y me va a hacer falta tenerte ese día, no tendré una mamá que me ayude a escoger mi vestido. Papá me guardó estás fotos por años, pero sé que debo dejarte ir.

He de decir que, aunque era todo actuado para lograr que papá no sospechara, las palabras eran ciertas. Las siguientes semanas pasaron volando. Tratamos con las lecciones para disparar, pero era terriblemente mala. Papá me dijo que estaría más segura si tenía guardaespaldas que se encargaran de eso por mí.

Las cosas parecían ir bien hasta que una mañana papá entró hecho una furia y me golpeó. Aparentemente Dominic estaba bloqueando todos sus negocios. Y desde ese día, los golpes iban y venían más fuerte. Ya papá estaba casi en la ruina y los demás sabían que aceptaba dinero por mi matrimonio de todos a la vez.

—Mi cabeza tiene precio hija. Me dicen que nadie piensa tocarte porque eres de Dominic, pero a mi quieren matarme.

—Lo hiciste todo mal papá.

—Debo irme algunas horas. Ya hablaremos cuando regrese.

Pero papá ignoraba que sabía todo. No solo la verdad sobre los papás de Dominic sino sobre verdades de la familia. Las siguientes dos semanas todo empeoró. Papá bebía licor todo el día. Ya no había ni siquiera comida en el refrigerador y los empleados se marcharon.

Éramos él y yo nada más. Algunos días después y aprovechando que no estaba, Lucía vino de visita y se llevó la llave. Regresó unas horas después y me entregó todo. Junto a mi título de la Universidad. Ingresé con sigilo a la biblioteca, abrí la gaveta del escritorio usando las llaves que tomé de la habitación de papá y saqué unos planos. No vi por allí copias de los mismos y como no podía perder tiempo revisando la portátil la empaqué también.

Para cuando papá notara la ausencia de las llaves ya estaría lejos de allí. Mi carro estaba lleno de combustible y estaba lista para ir a casa de Dominic.

Acababa de salir cuando papá apareció bloqueándome el paso, por suerte todo lo importante iba en la cajuela del coche. Venía directo a mí, estaba tan tensa que no podía cerrar la ventana. Nunca antes había estado tan asustada y si no lograba salir de allí las cosas acabarían mal. Me sacó del auto mientras me sujetaba del cuello, estaba realmente furioso.

—Dame las cosas.

—Ya no las tengo.

—Te vi sacar todo hija desde mi oficina.

—Revisa el auto si quieres, un mensajero ha venido por todo hace unos minutos.

— ¡Maldita idiota...!

Me tiró contra la parte delantera del auto. Luego sujetó mi cabeza y la azotó contra las latas. Si no se detenía perdería la consciencia.

—Golpéame lo que quieras, pero sí en diez minutos no llego a mi destino, la policía vendrá.

—Estás mintiendo.

— ¿Piensas arriesgarte?

—No pueden probarme nada....

—Tienen tu computadora, te recomiendo no perder tiempo y abandonar la ciudad.

—Volveré por ti pequeña bruja…

Cuarenta minutos más tarde aun temblaba de la impresión y revisaba el espejo retrovisor esperando verle allí, siguiéndome. Pero lo que sea que estuviese en ese computador era lo suficientemente peligroso para que él huyese. Ni siquiera revisó el auto, cosa no muy inteligente pero que agradecía infinitamente a Dios. Aparqué frente a la casa de Dominic.

Esperaba que me recibiera, pero teníamos semanas de no hablar y quizás sus sentimientos eran otros. Apenas pude dar dos pasos, estaba realmente mareada. Uno de los guardias se acercó a mí horrorizado. Me conocía de cuando estuve ahí unas semanas antes.

— ¿Señorita, ha tenido un accidente?

—Algo así, necesito a Dominic.

El guardia no me quería dejar ahí, así que me levantó en brazos y corrió dentro de la casa. Una de las empleadas de Dom había ido a buscarlo.

Dom estaba trabajando cuando la empleada llamó a su puerta.

—Jefe...

—Les he pedido que no me molesten.

—La joven Claudia viene muy mal herida. Uno de los hombres que cuidan la entrada la trae en brazos.

—Llama al médico y cuando llegue llévalo a mi habitación.

Me repetía a mí misma que podía hacerlo, necesitaba aguantar para explicarle todo a Dom. Dolía tanto mi cuerpo que no parecía sencillo tan siquiera mantener los ojos abiertos.  Sé que dentro de su casa debería sentirme segura, pero mi padre era poderoso, lograría llegar a mí sin importar el costo. El guardia de seguridad me sujetaba, pero sabía que estaba incómodo. No solo tocaba a alguien que le pertenecía a Dom, sino que sin importar donde pusiera las manos, encontraría un moretón.

Así que mis gemidos de dolor no eran su culpa, no había parte alguna de mi cuerpo que no estuviese llena de marcas, moretones o escoriaciones. Aquello iba a molestar a Dominic, ya me había dicho que no me quería cerca de mi padre o interviniendo en el asunto de sus padres. Por lo que después de curarme iba a darme un buen discurso.

Podía escuchar el latido de mi corazón, era realmente ensordecedor, no parecía detenerse. Mi respiración era inestable y rápida, manchas negras aparecieron en mi campo de visión. Estaba hiperventilando y por consiguiente acabaría desmayándome. Un sollozo salió sin que pueda detenerlo, tenía miedo y estaba cansada. Tan solo quería abandonarme a los brazos del sueño eterno.

Dominic se apresuró a encontrarme y por su mirada, supe que el responsable era hombre muerto. Se acercó al joven que me llevaba en brazos. Su mirada estaba fija en mí. Y debía verme realmente mal pues la cara era de alguien que acaba de enterrar a su pareja. Me sujetó con cuidado, lo sé porque Dom nunca lo haría de otra forma. Mi rostro dolía mucho, respirar dolía. Me colocó sobre su cama y en lo primero que pensé fue en mí, manchando con sangre sus cobijas.

—Voy a manchar la cama...

—De todas las cosas que pudiste decir.... Ay pequeña....

La voz de Dom sonaba rota, seguro me veía demasiado mal.

— ¿Voy a morir?

Y vi el cambio…la metamorfosis. No parecía un amante que sufría, era un guerrero que ansiaba vengar el honor robado a su mujer. Era fiero, salvaje…estaba en estado primitivo.

—No digas estupideces...

—Es tu cara... estás por llorar...

—No porque vayas a morir. No te lo permito.

—No voy a morir solo porque me lo prohíbes.

—Si. Recuerda bien mis palabras. No tienes permiso de morir. Estas semanas fueron un infierno. Supe que no ibas a abandonarme para considerar a otros pretendientes y menos me tragué la estupidez que le dijiste a Sebastián, mi amigo. Sé que podías quedarte acá porque eres mayor de edad, pero querías averiguar sobre mis padres. Pero dijiste que sería unas pocas semanas y pasaron tres malditos meses.

—Dom.…me duele mucho la cabeza...

—Lo sé cariño. ¿Crees aguantar un poco más? El médico está de camino.

—No quiero moverme, de verdad que no porque la casa aún da vueltas, siento ganas de vomitar...

Dom acercó un basurero y vomité, pareció como si durase horas. Cuando las nauseas pararon un poco, lo ví bien. Dom vestía un pantalón negro de algodón. Su camiseta blanca estaba ahora llena de mi sangre. Su rostro se veía como el de alguien realmente agotado, inmensas ojeras estaban presentes en sus ojos, pero para mí, seguía siendo el hombre más apuesto del mundo.

—¡CLAUDIA!¡CLAU!¡MALDICIÓN RESPÓNDEME!

Dom me miraba extrañado, seguro estaba mirándole con cara de corderito a punto de ser degollado.

—Te quedaste con la mirada perdida y pensé que estabas muerta, casi no respirabas y tampoco me respondías.

—No quiero verme débil ante ti. Eres un hombre fuerte, líder de mucha gente y yo...bueno pues estoy así. Me han agarrado cómo saco de boxeo.

—Fuiste valiente y fuerte. Ignoro cuánto tiempo estuviste manejando, pero no cualquiera podría...no en el estado en el que estás. No esperaría menos de ti, solo una mujer así de fuerte es capaz de derretir mi duro corazón. Nunca más me dejes.

Ese hombre no cuadraba para nada con la descripción de los demás, tampoco podía imaginarlo torturando a alguien. Una de sus empleadas trajo una tina con agua tibia y unos paños y mi mafioso empezó a limpiarme. Fue duro, no lo negaré y resultó imposible no gemir al contacto con la tela mojada. Pero Don se mantuvo tranquilo.

Cortó mi ropa con una tijera y le temí a aquel momento por dos razones, una era que obviamente me vería desnuda. A pesar de que aquella vez me dio ese masaje inolvidable, está vez me sentía más vulnerable. No me sentía bien por lo que poder ponerme una coraza y aislarme quedaba descartado.

La segunda razón llegó después de unos segundos…

 —Estas marcas... No son de hoy, la coloración de los moretones muestra que son de una semana como mínimo.

—Dom...

—Gatita, necesito que me digas lo que te pasó.

—Te escuchas muy calmado y eso me tranquiliza.

—Me empiezas a conocer, por eso te sientes cómoda con mi calma. Pero pregunta a cualquiera, este momento es cuando más deben temerme. Pero necesitas decirme quién te puso una jodida mano encima.

—No puedo hablar de eso, no aún.

—Trato de mantener la calma, gatita pues sé que estás herida pero no puedes pretender que simplemente te mire herida y no haga nada.

—Me duele mucho la cabeza. Comprendo tus ganas de matar al responsable, pero de verdad, no me siento bien.

—Bien, el médico va a atenderte y luego charlaremos.

No recuerdo mucho de aquel momento. Después de que me limpió empecé a sentir mucho calor. Escuché algunas maldiciones de Dom, él siempre maldice. También escuché al médico...

—Está bastante desnutrida, lo sé porque la atendí hace unos meses y no estaba tan delgada. Tiene temperatura y quién sabe hace cuánto viene enferma. Hay muchos golpes por todas partes. Donde sea que estuvo, no la pasó bien. Hay signos de deshidratación.

— ¿Qué debo hacer? Nada malo puede pasarle...

—Dominic, si no te conociera diría que estás preocupado de verdad por esta joven.

—Si no te conociera hace tanto viejo amigo, te arrancaría la lengua por hablarme con tanta familiaridad. Espero que ella acepte ser mi esposa.

—No se diga más, eso explica todo. Le estoy dando medicamento para la fiebre. Recomendaría examen de sangre para saber qué es lo que la tiene así. Solo queda esperar, pero quizás un buen descanso, alimentarse bien y bajarle la fiebre genere que mejore sin necesidad de darle antibióticos.

Después volví a dormir. Cuando abrí los ojos Dom estaba llorando, pero los cerré de nuevo. No sé cuánto más dormí, me sentía con frío. Al abrir los ojos vi que estaba cubierta con muchas mantas, aquello no tenía sentido...

Dominic y Sebastián su amigo, estaban conmigo.

—Dom...

—Gatita...llevas sin reaccionar dos días.

—Tengo frio...siento como si me hubiesen arrojado agua…

Dom se apresuró a retirar el edredón ¡y que frío!

—El edredón está muy húmedo...tu ropa igual, lo lamento cariño. No me di cuenta...no pensé...

Sebastián se acercó a nosotros. Le pidió a Dom que me sacara de la cama. Estaba tomando el mando en una situación que parecía paralizar a Dom. Si se ponía como loco al pensar que otro me hiciera daño...me imagino que era mil veces peor si él era el responsable.

Sebastián se apresuró a cambiar las sábanas y salió de la habitación. Dominic me quitó la ropa mojada y me acostó de nuevo. Su amigo regresó poco después, traía sopa y olía delicioso. Dom se colocó detrás de mí, manteniéndome en una posición semi sentada, mientras Sebastián me daba de comer. Aquello fue como renacer, tenía días de no comer así de rico.

Para mí sorpresa al acabar no me acostó en la cama, sino que me mantuvo ahí, entre sus brazos. Giré un poco hasta quedar de medio lado. Cerré mis ojos y disfruté de estar así.  Estaba a punto de dormir cuando recordé mi auto y las cosas en él. Debía decirle, pero no tenía el valor y escuchándolo hablar con su amigo, comprendí que la información podía destruirlo.

—Mis padres murieron hace bastante y si ella no hubiese escuchado sobre eso, no habría decidido ayudarme, exponiéndose a quien sabe qué cosas....

—Te protege.

—Ese es mi trabajo, soy quien debe protegerla. La conozco hace mucho, pero soy nuevo en su vida y me asusta como la mierda ver que en tan poco de conocerme, ella hace tanto por ayudarme.

Debía decirle...

Debía decirle...

Debía decirle...

—Dom...

Dominic se inclinó sobre mí, pude decir esas palabras que él necesitaba escuchar.

—Vivos...están vivos. No digas nada, hay un traidor entre tu gente.

Le sentí tensarse, Sebastián que estaba cerca escuchó también pues dejó caer el plato. Y todo fue oscuridad... Cuando abrí los ojos me encontré sola con Sebastián. Se acostó a mi lado y solo me miraba. Al principio pensé que solo me sentiría cómoda con Dom, sin embargo, Sebastián me daba paz. Hablar no parecía necesario, solo quedarnos así, sin movernos. Pero las explicaciones eran necesarias.

— ¿Es cierto que sus padres viven?

—Sí, nunca inventaría algo así. ¿Dónde está Dom? ¿Y quién es Christos Zabat en la vida de Dom?

—Nunca digas ese nombre frente a él. Te explicaré solo porque sé que si no seguirás preguntando. Cuando Dominic tenía 20 años estaba enamorado de una joven, pero Christos también. Este la llevó a la fuerza con él y le arruinó la vida.  Se casó con ella, la hizo creer que Dom era malo y un día, cuando no soportó más las constantes intrigas, la presión de Zabat para que odiase a Dom, se arrojó del techo de la mansión del griego.

Siempre creí que la empujó, pero no hubo testigos. Es represalia ayudó a la hermana de Zabat a escapar. Desaparecieron del radar por meses y al encontrarlos, ella estaba fallecida y Dom en mala forma. Había sido drogado y no recordaba nada. No tuvo que pagar condena pues no se probó nada pero la culpa… esa es su vergüenza y por eso aprendió a ser disciplinado y controlar sus impulsos o lo podía hacer hasta que llegaste a su vida.

Ahora que Zabat está en el país, teme que te lleve con él. En cuanto a dónde está, le convencí de acostarse a descansar. Me dijo que no podía y se marchó a su despacho. Solo espera que despiertes para que vayas con él si estás con fuerzas o él venir acá.

— ¿Cuánto tiempo?...

— ¿Has sido la bella durmiente? Tres días. Solo despertabas para ir al baño. Fui testigo de todo pues nos turnábamos para ponerte paños con agua para que la fiebre bajara. El que no trabajaba dormía en el sillón.

— Pero ustedes miden como dos metros y ese es un sofá de solo dos plazas.

—Pensé en dormir a tu lado, pero aparte de darme miradas asesinas me dijo que no debíamos mover la cama. Necesitabas un sueño tranquilo. Cada vez que Dom te llevaba en brazos, le gritabas que te dejará orinar tranquila y él te decía, con infinita calma que orinaras en silencio. Era digno de ver. Nunca en la vida le he visto así. Tan manso.

—Quiero usar el baño. Lavarme los dientes... peinarme.

—Te acompaño al baño, si te sientes fuerte te dejo sola, me quedo fuera del baño, pero la puerta permanece abierta.

—Sebastián....

—No soy el borrego de mi amigo. A mí ni tus ojitos me convencen porque si algo te pasa, Dom me mata.

Pude orinar y lavarme los dientes gracias al cielo. Peinarme parecía demasiado esfuerzo, los ojos empezaban a cerrarse, así que charlar con Dominic quedó descartado. La siguiente vez que abrí los ojos Dom estaba a mi lado, pero volví a dormir.

Varias veces le escuché hablando con el médico. Llevaba bastantes semanas entrando y saliendo de la inconsciencia. Sí, recordaba que me daban sopa—Nota mental, nunca volvería a tomarla— y que me ayudaban a ir al baño.

También a Dom pasando paños húmedos en todo mi cuerpo para asearme pues estaba débil para tomar una ducha. No es que no fuese totalmente consciente de lo que tenía alrededor, pero estaba demasiado cansada, era como si hubiesen drenado mi energía.

Una de las mañanas previas a sentirme mejor, escuché la angustia de Dom.

—Doc., hoy se cumplen seis semanas de tenerla en casa. Pero la veo igual, débil y durmiendo siempre. Solo se levanta incómoda para ir al baño, prueba un poco de las sopas que le doy y vuelve a dormir.

—Es normal. Su cuerpo estaba colapsado y necesita desconectar.

—Sí, eso lo comprendo. Levantarse o alimentarse parece que es suficiente para agotarla. Y no sé qué más hacer.

—Dom, su cuerpo sufrió mucho durante los meses que estuvo fuera. Por eso las dos primeras semanas le pusimos la vía, para administrarle fluidos y antibióticos, pero mira que hay mejoría porque después de eso despierta para pedir ir al baño o te dice que tiene hambre.

—Esas son mejorías.

—Razón por la cual retiramos la vía. Hombre si tu mujer me maldice en mil idiomas cuando me dice que odia la sopa y que quiere una hamburguesa. Un temperamento ideal para ser tu esposa. Está agotada y debes darle tiempo.

Al cumplir siete semanas me desperté sintiéndome mucho mejor. El cuerpo casi no dolía. Sebastián estaba a mi lado.

—Necesito ver a Dom.

—Es un gusto tenerte de regreso. El médico está abajo pues ha vivido aquí estas semanas.

— ¿Semanas?

—Si. Aunque Dom estuvo acá cada minuto, cuando debía comer o atender negocios Doc. y yo nos turnábamos para acompañarte. Al inicio no quería moverse, pero entendió que tenía que cuidarse el también pues no podíamos darnos el lujo de tener dos enfermos. Tienes mejor color. Trataremos de ir lento pues llevas muchas semanas en cama y me imagino que estarás bastante débil. Te acompaño al baño y luego iremos a buscarlo.

Empezamos a caminar, pero mis piernas no estaban de acuerdo. Sebastián me tomó en brazos y me llevó al despacho de Dom. Estaban más de 20 hombres armados y al verlos no puede evitar refugiarme en el pecho de Sebastián.

Los hombres guardaron silencio, Dom se puso de pie, agradeció a Sebastián y me tomó en brazos.

— ¿Podemos hablar? —Le dije—

Dirigió la vista a sus hombres quienes salieron. Sebastián cerró la puerta y se quedó con nosotros. Era no solo el amigo de Dom, era el que estaba al mando de sus hombres. Qué hubiese un traidor en sus filas le afectaba también.

— ¿Finalmente me dirás que fue lo que te pasó? —dijo conteniendo su furia. —He sido paciente, pero el responsable debe pagar. Quien fue lo suficientemente estúpido para tocarte sabiendo mi postura, merece un castigo apropiado.

Debía recordar que este hombre acababa de pasar varias semanas velando mi sueño. Porque su voz seca y carente de emociones me hizo sentir triste...me lo tomaba personal y no debía ser así.

—Un pequeño accidente.

— ¿Chocaste el auto? ¿En repetidas ocasiones, durante tres meses? Porque esos malditos moretones, esa desnutrición de mierda...todo eso tiene un responsable y soy YO. ¡PARA AYUDARME A MÍ! maldita sea, te fuiste a exponer a esto.

—Solo yo podía conseguir esa información.

—Claudia, debes aprender a que aquí el encargado de proteger soy yo. Si no te amara como lo hago te golpearía por estúpida.

Apenas dijo esto se miró arrepentido. Sabía que sus emociones lo dominaban en aquel instante, pero me dolió.  Y las lágrimas que quise retener corrían sin freno por mi rostro. Dom salió furioso del despacho. Sebastián se fue tras él y yo solo quise esconderme.

Me repetía a mí misma que Dom nunca me lastimaría, pero mi padre me gritaba igual cuando iba a golpearme. Y en aquel momento mi lado racional yacía muy debajo de mi lado emocional. Tras un instante, en el que lograba acompasar mi corazón me levanté.

Obviamente con dificultad, pero debía salir del lugar. En aquel momento mi debilidad había desaparecido bajo mi instinto de supervivencia. Empecé a buscar con locura y vi una puerta que llevaba al jardín. Los hombres de Dom no impidieron mi salida, posiblemente porque el jardín estaba dentro de la amurallada propiedad.

Pero el sitio era tan grande que podía alejarme durante bastante tiempo. Sabía que eran casi veinte hectáreas de bosques. No podía siquiera imaginar la fortuna que había gastado cerrando aquella propiedad. Varios millones calculé y no me sorprendió. Dominic era de excesos. El último guardia que vi, caminaba detrás de mí.

—Déjeme sola.

—Tengo instrucciones de seguirla.

—No puedo salirme de la propiedad y no hay intrusos. Déjeme sola unos momentos, me sentaré en aquella pequeña loma.

No muy convencido empezó a alejarse hacia la casa. Una vez lejos de mi vista, avancé hasta llegar a un grupo de rocas y decidí sentarme detrás. Acabaría encontrándome pues era Dominic el controlador, pero tendría algunos minutos de paz. Abracé mis piernas y lloré. Odiaba temerle a Dom, pero era difícil. Sí, mi parte racional me señalaba que ante su furia prefirió salirse que venir hacia mí y quizás golpearme.

Escuchaba que gritaban mi nombre. No solo Dom sino varios de sus hombres. Así que presa del pánico empecé a buscar un escondite. En eso vi que las piedras tenían una especie de abertura entre ellas. No sería cómodo, pero cabía dentro si me sentaba abrazando mis rodillas.

Las horas avanzaban y la noche estaba cerca. Al inicio creí que salirme a pensar era suficiente y que lograría calmarme. Pero escucharlo buscándome dejó claro que estaba en problemas así que mi pánico me impidió salir y decir que estaba bien.

Segundos después él y Sebastián estaban de pie frente a mi escondite. Llevaban linternas y lejos de sonar enojado Dom sonaba asustado. Aun así, no podía moverme.

—Debe estar cerca, Dom.

—Lo sé. Quise pensar que se cansó de esperar y logró subir a mi habitación, pero no está ahí. Uno de los hombres me dijo que había salido a caminar escoltada por André, pero descubrí que mi astuta mujer logró eludir su guardia y ahora está sola en medio de mis tierras. Así que probablemente ella sintió miedo de mí y no sabe cómo hacerme frente.

—No te va a abandonar.

—No se lo permitiría de todas formas, así que eso no me preocupa. Claudia es mía. La amo con locura y nunca le pondría una mano encima, pero quien la lastimó logró hacerla temer a las reacciones violentas. Cuando la secuestraron en el callejón, ella no parecía estar tan asustada como hoy.

—Le hablé de Zabat.

Un tenso silencio se instaló en el lugar. Contuve el aliento preocupada por Sebastián.

— ¿Con que derecho? ¡Maldición! Sabiendo eso puede tratar de abandonarme

—Ella sabía sobre él. No sé cómo, pero preferí decirle la verdad. Su padre podría haberle mentido o que se yo.

—Te mataría de no ser porque te quiero como a un hermano.

Ambos se alejaron y respiré con tranquilidad. Pero estaba agotada así que mientras apoyaba la cabeza en mis rodillas me abandoné a un sueño intranquilo. Cuando abrí los ojos escuché muchas voces. Partidas de búsqueda organizadas para encontrarme.

¡Dios santo, en que lío me había metido!

Una de las luces apuntaba a mi refugio y logré encogerme lo suficiente para que la luz no me diera. Cuando los escuché alejarse salí y empecé a avanzar hacia el lado contrario de la montaña, un hombre apareció detrás de mí y colocó una navaja en mi cuello.

—El estúpido del jefe me dejó vigilando cerca de tu escondite: Supe que estabas dentro y ha sido divertido ver hasta dónde aguantabas. Vamos a ir despacito porque quiero que sepa que Zabat tiene tentáculos en todas partes.

—Eso significa…

—Que no hay lugar en el que estés segura.

Empezó a alejarse del camino y adentrarse en la montaña. El terreno era inestable y perdía pie a cada rato, pero al tipo no le importaba,

—Voy a dar aviso al jefe. Si haces ruido te rebano el cuello.

Inclinó su rostro de medio lado dirigiéndose al radio que tenía sobre su hombro.

—Jefe, la tengo. Ya le envío la ubicación mediante GPS, está con algunos golpes y no se sí sea bueno moverla.

—No la muevas, ya mismo llego junto a Doc.

No más de diez minutos después llegó Dom. En su rostro había furia. Pero a diferencia de lo que mi secuestrador imaginó, incluso de lo que yo misma imaginé, Dom no lucía sorprendido.

—No creerás que soy estúpido, ¿verdad muchacho? Sabemos que trabajas de infiltrado para Zabat. Te hemos dejado conocer ciertas cosas a sabiendas de que esa información llegaría a él. Hoy mientras vigilabas te vigilábamos. Si alguien la tenía eras tú. Estás totalmente rodeado, deja ir a Claudia.

—Mis instrucciones no incluyen dañarla. Pero lo haré si me siguen presionando.

Empezamos a retroceder, Dom tenía la mano en la cintura, supe que tenía un arma. No negaré que estaba aterrada pero la mirada de Dom transmitía paz. Él necesitaba un breve espacio, para poder disparar. Así que cuando empezamos a acercarnos a la ladera tire la cabeza hacia atrás. Por el sonido como de cáscaras de huevo, creo que le quebré la nariz.

Pero no calculé bien y caí por la ladera. El grito de Dominic fue aterrador.

— ¡CLAUDIA!

Rodé un poco y justo al llegar al final estaba un pequeño acantilado. La caída no debía ser mayor a tres metros, pero iba a dolerme. Logré sujetarme de unas raíces, sentía mis piernas colgar. Traté de buscar algún apoyo para las piernas pero nada. Cerré mis ojos y me agarré tan fuerte que mis manos ardían y sostenerse durante mucho rato no parecía probable.

Poco después escuché a Dominic así que abrí los ojos.

—Vamos a hacer esto rápido. Agarraré tus brazos y te subiré. Mis hombres han atado una cuerda a mi cintura. Ellos no nos dejarán caer.

—No lo sé.

—Confía en mí, no te dejaré caer.

Dom agarró mis brazos y empezó a subirme. Lo hacía ver fácil. Pero quizás la humedad que empapaba mis brazos…el sudor en sus palmas...algo influyó para que empezara a resbalar. Sebastián se unió a Dom y antes de que acabara de resbalar sujetó mi camiseta y terminó de subirme.

Después de algunos minutos fui transportada en camilla hasta la ambulancia. La visita al hospital fue mandatoria. Horas después, dejando atrás aterrorizadas enfermeras y médicos y con el diagnostico de solo contusiones leves regresamos a su casa.  Me dejaron sola, en una habitación con llave. Sebastián entraba a dejarme comida, pero no me hablaba. Al salir cerraba con llave.

         💥💥💥

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