XXIV —Estás muy callado esta mañana, es raro ahora que parece que tienes mucho que decir y opinar de todo. Leo, quien estaba a la cabeza de la mesa, retaba un poco a su marido que se había sentado muy lejos de él, a su costado izquierdo. Lo veía con desespero, como revolvía con la cuchara el bol con el cereal y no llevar ni un bocado a sus labios. Abel, quien apenas le miraba de reojo con terror, se detuvo en seco. —No tengo apetito. Realmente no tengo ganas de nada. —Viró a verlo con casi una súplica en el rostro—. Por favor, Leonidas, deja libre a los chicos. Ya estoy contigo, no creo que me dejes ir, entonces suéltalos, por favor. Ya no sé ni cómo pedírtelo. Y no me hables de tener sexo. —Dime quién de ellos es tu amante. Si me lo dices, los dejaré ir. —¿Cómo estás tan seguro que uno de ellos es mi amante? —dijo Abel, fingiendo ser Adam, intentando saber en qué momento su hermano y Noah se delataron. —Por favor, Adam, dame algo de crédito. Gemías su nombre esa vez en tu depa
XXVLa madre horrorizada llegó al hospital donde por fortuna le dieron un parte positivo. No se perdió la vida de nadie en ese atroz accidente, pero sí hubo secuelas. Abel se partió la pierna y estaría largo rato en muletas, aun así, sanaría con el cuidado necesario. Adam, estaba intacto. El golpe en su cabeza no había sido nada de gravedad. Apenas unos raspones y uno que otro moretón.—Gracias, Leo. Todos me han dicho que fuiste tú quien me sacó a mí y a mi hermano del auto ante la amenaza de una explosión. No podré pagarte nunca que hayas salvado nuestras vidas. —Leo que apenas abría los ojos, estaba deleitado en que lo primero que viera fuera a Adam junto a su cama.—Fue con todo el gusto, Adam. No hubiera soportado que te hicieras daño, o que tus piernas se vieran afectadas. Lamento mucho lo de Abel, por lo que vi, no estaba bien.—Él se recuperará, no te preocupes —le respondió Adam sonriendo con muchas venditas en su cara y cuello—. Tú también lo harás y volveremos a vernos, com
XXVI Con las manos sudorosas, el corazón en la boca y acompañado de uno de los chico más antiguos de ahí, Noah se sentó en la oficina del director de «Las Sirenas», le tenía importantes noticias, o eso al menos le había hecho saber. Temblaba al creer que ya sabían que era él el amante de Adam y que debían desaparecerlo, o que a Adam le había pasado algo por su culpa, o a Abel. Pero lo que estaba por escuchar, parecía mucho peor. —Muchacho, aunque llevas muy poco tiempo en esta casa, creo que ya estás listo para ser «Hosted» por completo. Nunca lo imaginé, pero han ofrecido una cifra exorbitante por tenerte y la junta ha decidido que atiendas a este cliente. Ya has aprendido modales, etiqueta, danza, seducción y maneras de protegerte, tú sabes a qué me refiero. A este cliente no le importa que seas virgen o no, te quiere y punto. —¿Cómo es eso posible? Yo pensé que el señor Leo los tenía como mercancía especial, que por nada del mundo debían tocarse —intervino el joven que había aco
XXVII El hombre le pidió que fuera hasta el pie de la cama y le diera la espalda. Noah estaba temblando, sabía que el momento estaba por llegar, tenía que actuar rápido con el brebaje que le dieron. De repente lo sintió muy cerca de sí, casi respirándole en el oído. Noah se privó. Las manos del sujeto empezaron a rodearle la cintura y de ahí se fueron a su pecho, se deslizaron peligrosas hasta llegar a la cremallera de su pantalón. Ahí fue cuando Noah supo que había que detenerlo, este hombre no era tan fácil como creyó. —Señor, ¿Le gustaría por favor acostarse en la cama y que yo me haga encima suyo para quitarle la ropa? —¡Claro que sí! —respondió el emocionado cliente. Mientras se acomodaba en la cama, Noah con sutileza sacó de su zapato el gotero y sin pensárselo dos veces se le montó en la cintura, le tapó los ojos con una mano y ante la sorpresa, el hombre abrió la boca creyendo que lo iba a besar, mas Noah le dejó caer todo el chorro que salió de ese tubo. El hombre empezó
XXVIII El incesante tic-tac de un reloj que no veía, le estaba taladrando la cabeza casi de la misma manera que el golpe que recibió. Entreabriendo los ojos, reconoció lo que parecía ser fuego, aún todo le estaba muy borroso. Intentó levantarse un poco, pero un calambre que lo envolvió completo se lo impidió. Estaba asustado, aturdido y adolorido a más no poder. —Veo que al fin despiertas —escuchó que le decían en perfecto francés—. Lo siento, me pasé al golpearte con la silla, pero resultaste todo un tigre para pelear. De alguna manera debía sacarte de ahí. —Puedes hablarme en inglés. Y claro que iba a defenderme a mí y a Adam… por favor déjame ir —suplicó Noah apenas levantando la cabeza. Pudo enfocar mejor su visión y se dio cuenta que estaba en lo que parecía un departamento, uno muy lujoso. El fuego salía de una chimenea, junto a esta, sentado en un sillón tan prepotente como su captor, estaba Leo, que le veía con algo de melancolía. Noah no entendió esa mirada. Por largos se
XXIX Abel corría por el hospital intentando hallar la habitación de su hermano. Afuera, en el pasillo pálido, encontró a Smith y a Label a quienes abrazó con igual euforia. Ellos le intentaron explicar un poco la situación y lo alterado que se puso Adam cuando se enteró que Noah no estaba con ellos. Abel estuvo atento y en el momento en que vio salir una enfermera se le fue encima con preguntas, pero la mujer que parecía confundida le preguntó si era gemelo del paciente. Se le había olvidado por completo que lucía como su hermano. Aclarado el asunto, entró y lo vio ahí recostado en la cama, en apariencia muy bien. No le dijo nada, ni Adam tampoco musitó palabra en varios segundos. —¿Estás bien? —preguntó Abel rompiendo el silencio, casi incómodo. No se atrevía por alguna razón a acercarse más. —Sí. Ese somnífero que tomé era muy fuerte pero al parecer inofensivo, dicen que esta misma noche… —No pudo seguir hablando pues unos brazos cálidos lo aprisionaron con toda la fuerza del mu
XXX Con la decepción abrumadora en sus ojos, intentó conciliar el sueño en el que fue el cuarto de su hermano en esa casa, donde nunca se consumó para su fortuna el matrimonio falso. Adam miraba en su celular las fotos de Noah que aún guardaba, fue entonces que las lágrimas se le escaparon desafiantes por las mejillas. Haber visto esa habitación descabellada que Leo tenía imitándolo a él en todo, lo asustó mucho. Noah estaba en peligro, quizás uno muy serio. Entre todos hablaron y prefirieron no contar nada ni a las autoridades ni mucho menos a la prensa, debían manejarlo como pudieran ellos solos. Lab y Smith se quedaron en el cuarto de huéspedes. Cayeron profundos y no era para menos, las emociones habían sido demasiadas en menos de dos días. Aún no superaban ni entendían del todo lo que vieron, pero con la cabeza un poco descansada las soluciones fluirían mejor. Además el chico rubio estaba atormentado por el hecho de no haber podido impedir que Leo se llevara a su homónimo. En s
XXXI—Gracias, por estar acá. Vámonos ahora, seguro el que hayas llegado hasta mí, significa que todo se acabó, que Leo está arrestado, que todo… se acabó… —Noah notaba algo muy raro en Adam que no pronunciaba palabra. Parecía entonces que nada había acabado. Pero no entendía muy bien cómo había llegado él hasta ese sitio.—Noah, estoy acá porque él me citó. Esto acaba hoy, y solo un Adam tendrá que seguir nadando… —El muchacho de ojos verdes lo miró y le tomó las manos que tenía sudorosas. Le acarició luego el rostro y le dio un beso que fue bien recibido, pero seguía sin entender nada de lo que estaba pasando.—Adam, este no es el momento de jugar al héroe, ni de hacer de esta historia una telenovela… vamos a salir muy calmadamente por donde entraste, iremos corriendo a la policía, luego nos daremos una ducha larga, dormiremos una semana y nos reiremos como locos recordando esto en un año y, por favor… ni se te ocurra mencionar mis estúpidos escritos. Ahora, en este momento estoy co