Kader estaba recostado en la pequeña cama que había en la celda, ya había amanecido y él nada que pudo dormir. No dejaba de pensar en el lío en el que se había metido, llegó a pensar que esa chiquilla elegante sería un objetivo fácil y por eso decidió asaltarla. Pero no contó con que un tercero la iba a defender, sabía que la chica, quien ahora conocía como Maia, tenía razón. Pudo haberles disparado, aunque sea un roce, solo para crear distracción pero no lo hizo. Pues como bien se la había dicho a ella no era ningún asesino, de hecho era raro que él disparará en alguno de sus robos, solo llegaba a hacerlo para infundir temor o cuando el lugar que saltaban era grande, pero sus balas siempre daban al aire.
Y aunque tal vez pudo hacer lo mismo en esa ocasión se distrajo, por que sí, no había mentido cuando le dijo eso a la chica, claro que obvio la parte en la que el motivo de su distracción había sido ella misma. Para ser más exactos sus ojos lo habían distraído, esa mirada celeste como si de un ángel se tratara, que mostraba un miedo que la hacía ver más tierna y vulnerable, pero también ese brillo de superioridad que la hacía ver más perversa. Era una extraña combinación que de inmediato llamó su atención, solo fueron unos segundos, pero con eso bastó para que todo se arruinará.
Ahora estaba en prisión completamente solo, y no porque no hubiera nadie que se preocupara por él, más bien porque aquellos que lo hacían no estaban en posición de ayudarlo y ni siquiera sabían lo que había pasado. Aunque tuvo el derecho a hacer una llamada prefirió desecharla, sabía que dar aviso de la situación solo ocasionaría más problemas y los suyos ya tenían suficiente de eso. Así que prefirió arreglárselas solo, después de todo no sería la primera vez, en realidad ya estaba acostumbrado a valerse por sí mismo, siempre había sido así. Por eso su preocupación no estaba con él, sino con aquella familia que él mismo había elegido, estaba consciente de que con él fuera de circulación habría una boca menos que alimentar, pero también sería un sustento menos y ese si que era un problema.
Y según lo que la niña rica le dio a entender la noche anterior, esa situación iba para largo, solo le quedaba esperar para saber cuál sería su destino. Destino, como odiaba esa palabra. Para él no era más que una excusa que la gente usaba para justificar sus errores o sufrimientos, él no creía en eso. Se negaba a creer que un ser con mayor poder que él se creyera con el derecho de dictaminar lo que pasaría con su vida incluso antes de haberla iniciado. No le parecía justo que todos las penurias que ha tenido que afrontar a lo largo de su corta vida ya estuvieran escritos con tinta imposible de borrar. Negándose así la oportunidad o incluso el derecho de cambiar las cosas o por lo menos tomar sus propias decisiones.
Creer en eso también significaría que nada de las cosas buenas que ahora tenía, por muy pocas que fueran, fueran una especie de premio de consolación que la vida le daba por tantos sufrimientos vividos. Y no el resultado de todos sus esfuerzos, de sus noches en vela, de tantos riesgos corridos y de cada gota de sudor y lágrimas que había derramado. No, definitivamente el destino del que todos hablaban no existía, y si lo hacía entonces tenía algo en su contra por el simple hecho de haber nacido y le hacía ver su disgusto burlándose de él hasta con la sola pronunciación de su nombre.
Porque daba la casualidad de que ese extraño nombre del que era portador y era de origen árabe significa nada más y nada menos que destino. Esperaba que al elegirlo sus padres no hubieran sabido esa información, por que de lo contrario solo sería una muestra más del inexistente cariño que le tuvieron. Algo que le confirmaron tres meses después de su nacimiento, cuando lo abandonaron en la banca de un parque durante una noche, cubierto con papel periódico.
Aunque tampoco podía ser tan pesimista, tal vez su vida no era perfecta y él no era ningún santo. Pero tenía todo lo necesario para ser feliz, era un hombre sano y eso era obvio, tenía una familia que no los unía la sangre, sino el sentimiento de lealtad, no le faltaba el alimento, aunque para conseguirlo debía tomarlo a la mala e incluso tenía un techo bajo el cual dormir, a pesar de en ese momento se tratara de una celda y el original no fuera mejor que eso. Sí, era feliz con lo bueno y lo malo lo era y no planeaba cambiar nada, a excepción del oficio al que se dedicaba y obviamente el estar encerrado.
El hilo de sus pensamientos se perdió cuando escuchó la reja de su celda abrirse, su lado inocente le hizo creer que le traían el desayuno, algo que sin duda agradecería, porque en su estómago llevaba varias horas ensayando una sinfonía que ya lo tenía mareado. Pero para su desgracia frente a él no hubo nada que fuera comestible, a excepción del oficial, aunque eso sería canibalismo y eso ya sería caer muy bajo.
- Kader Le Roux - el oficial le habló con mal humor - queda en libertad, salga -
- ¿Qué, libertad? - no podía ser eso cierto
- ¿Es que está sord? Si libertad, ahora salga antes de que me arrepienta - demandó con molestia
Kader se mantuvo quieto por un momento, pero al darse cuenta de que eso bien podía considerarse un milagro, no dudo en obedecer. No entendía lo que pasaba pero no iba a desaprovechar esa oportunidad. Ya en la oficina del comandante y después de firmar unos papeles le fueron entregadas sus pertenencias. Lo que le sorprendió fue que entre ellas estuvieran el arma y su navaja, pues creía que se las iban a confiscar. De hecho eso era lo más lógico. No esperaba que al salir se las dieran como si fueran una prenda más, en realidad ni siquiera esperaba salir.
"¿Qué está pasando?" _ Esa era la pregunta que rondaba por su cabeza vez tras vez mientras salía del lugar.
- Es impresionante la eficacia de las autoridades cuando hay dinero de por medio ¿No lo crees? - esas palabras lo hicieron detener su paso
Al girarse se sorprendió al encontrarse con quien menos esperaba. Era Maia, quien lo miraba con superioridad, arrogancia y podía decir que hasta malicia. Le costaba creer que esa niña mimada se atreviera a hablarle una segunda vez y más aún a presentarse en ese lugar que, según lo que ella le había contado la noche anterior, no era digno para una chica de su categoría.
"¿Qué hace aquí, fue ella quien me sacó? No, eso no puede ser. ¿Por qué lo haría?" _ se preguntaba mientras la observaba, sin obtener una respuesta lógica.
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¿Que razones tendrá Maia para liberar a Kader? ¿Que estará planeando?
No olviden dejar sus comentarios y suposiciones. También hagan sus preguntas para la entrevista que habrá al final del libro. Y visten mi cuenta de I*******m, escritoradeluna, no lo olviden.
Mientras Maia se acercaba a paso decidido, Kader pudo detallarla mejor y confirmó lo que vio al conocerla en la celda. Era una mujer hermosa, no podía negarlo, por algo era modelo o al menos eso fue lo que ella le dijo y no lo dudaba. Su forma de moverse, de expresarse y hasta como miraba era prueba de ellos, se notaba que estaba acostumbrada a los lujos y el glamour. Su vestimenta de esa mañana era prueba de ello, usaba un pantalón de vestir blanco ajustado con una blusa de seda con manga larga de un tono menta, al igual que sus altos tacones. Su cabello que en la noche anterior era lacio ahora se veía rizado en una coleta alta. ¿Será que siempre vestía así? Bueno, tampoco es como si le importara mucho como se ve cada día.- ¿Ya terminaste de escanearme? - con un tono de burla le repitió sus mismas palabras, algo que lo hizo rodar los oj
Por largos segundos ninguno dijo nada, por lo que Kader se dispuso a irse, pero apenas le había dado tiempo de darse la vuelta cuando una fina mano lo detuvo del brazo con fuerza. Se giró solo con la intención de zafarse pero al hacerlo se encontró con una mujer totalmente distinta a la que había visto hace unos segundos. El rostro de Maia estaba rojo de rabia, sus ojos se veían tan profundos como el océano, respiraba con fuerza y los nudillos de su mano estaban blancos por la presión que hacía en su brazo, aunque en realidad no lo lastimaba.- Escúchame bien lo que te voy a decir idiota - se acercó a su rostro hasta quedar a pocos centímetros de distancia - a mi nadie me niega nada, si quiero algo lo consigo sin importarme las consecuencias y esta vez no será la exepsion. Métete en la cabeza que con solo una llamada y un cheque puedo arr
Niña del mal:Hoy inicia tu trabajo, nos vemos en la cafetería al medio día.Nunca en su vida había deseado tanto tirarse de un puente, o incluso de la torre Eiffel con tal de no tener que ver a esa chiquilla mimada. Ya había pasado al menos una semana desde que aceptó ser parte de su plan malvado y ya estaba arrepentido, de hecho se arrepintió unos segundos después de haber aceptado. Pero se obligaba a recordar que lo hacía por el bien de los suyos, ya había perdido a muchas personas en su vida y no estaba dispuesto a perderlos ellos también. Aunque para eso tuviera que dejarse mangonear por esa riquilla con aires de diosa. Era un sacrificio que estaba dispue
Ya en el auto Maia se concentró en hacerle saber todos los pormenores relacionados con su relación ficticia y así no cometer ningún error.- Déjame ver si entendí - Kader intento recordar cada detalle - nos conocimos hace 3 años en un viaje a Florencia, salimos juntos durante nuestra estadía allá y hubo conexión desde el principio. Por desgracia yo tuve que viajar a Asia por motivos de trabajo y perdimos contacto hasta que volví a Francia y nos reencontramos por casualidad en una de tus sesiones fotográficas. Te invite a salir para recordar viejos tiempos, seguimos en contacto por un tiempo hasta que te pedí que fueras mi novia hace unas semanas y ahora queríamos aprovechar la llegada de tus padres para formalizar y presentarme ante tu familia -- Muy bien, co
Cuando terminaron los respectivos escaneos, a los que al parecer ambos ya se estaban acostumbrando, los dos salieron del lugar para dirigirse al salón donde sería la fiesta. Esta vez iban en otro auto que más bien era una limusina con chofer incluido.- Ahora que lo pienso tú ya has creado todo lo que necesitan saber de mi, pero yo no sé nada de ti - comentó Kader para llenar el silencio - creo que deberías decirme lo básico para no dejarnos en evidencia -- Supongo que tienes razón - en realidad no era algo que a ella le importara, pero no estaba de más prevenir - ¿Qué quieres que te diga? -- Antes que nada, tu edad - le pidió
- Buenas noches familia - saluda Maia al llegar ante sus progenitores- ¿Quién es él? - le pregunta su padre obviando el saludo de su hija- Él es Kader Le Roux - presenta a su acompañante con una sonrisa - es mi novio -Ante sus palabras todos la miraron atónitos, no esperaban que la chiquilla saliera con que tiene novio de la noche a la mañana. ¿Que seguía, que les dijera que se casará en una semana por que está embarazada?- Cariño ellos son mi familia - Maia continuo con las presentaciones al ver que nadie decía nada - mi padre Scott, mi madre Adelinne, mi hermana mayor Elisa y mi cuñado Bastian -
En ese momento fue que a Maia se le ocurrió recostar su cabeza en el cuello de Kader, nunca en su vida había agradecido tanto el tener la estatura que tenía. Gracias a eso encontró otra forma de infundirle dolor a su antiguo asaltante. Sin dudarlo acercó su boca a su cuello y lo mordió sin compasión. Ante el dolor Kader terminó agachando la cabeza para callar su quejido, ¡Lo estaba mordiendo, por dios! Eso ya se había ido demasiado lejos. "¿¡Ahora se cree vampiro!?"_ se quejó para sí. Pero ese juego lo podían jugar dos y él no pensaba dejarse ganar. El también aprovecharía su estatura de la mejor manera. Con lentitud, para no delatarse, bajó la cabeza y al igual que ella la mordió, pero está vez en la oreja. Entre más dolor sentían, más fuerte se mordían, no dudaban de que en cualquier momento se arranca
- Con su permiso señoras, pero mi novia me llama - se despidió huyendo de en medio de ellas Lentamente se acercó a su novia, quien rápidamente centró su mirada en él en forma de advertencia, pensando que quería molestarla o incluso avergonzarla delante de todos. Y fue esa misma mirada que Kader obvio, lo que menos quería en ese momento era causar otra pelea, solo pensaba en sacarse a las mujeres de encima y para su mal ella era su única salvación. Con delicadeza se recargó en el costado del piano, quedando así de frente a Maia. Podía ver sus manos tocar cada tecla con perfecta sincronía, mientras sus hombros y espalda se movían al compás de la melodía. Cuando llegó el momento tomó una fuerte respiración y sin más empezó a cantar, con una voz gruesa y afinada que sorprendió a más de uno. (Déjame decirte) Laisse-moi te dire