Cosas de ricos

En ese momento fue que a Maia se le ocurrió recostar su cabeza en el cuello de Kader, nunca en su vida había agradecido tanto el tener la estatura que tenía. Gracias a eso encontró otra forma de infundirle dolor a su antiguo asaltante. Sin dudarlo acercó su boca a su cuello y lo mordió sin compasión. Ante el dolor Kader terminó agachando la cabeza para callar su quejido, ¡Lo estaba mordiendo, por dios! Eso ya se había ido demasiado lejos.

"¿¡Ahora se cree vampiro!?"_ se quejó para sí.

Pero ese juego lo podían jugar dos y él no pensaba dejarse ganar. El también aprovecharía su estatura de la mejor manera. Con lentitud, para no delatarse, bajó la cabeza y al igual que ella la mordió, pero está vez en la oreja. Entre más dolor sentían, más fuerte se mordían, no dudaban de que en cualquier momento se arranca

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