La sangre llama

Pronto llegaron a las afueras de la ciudad, donde había una casa humilde, pero amplia y con un terreno increíblemente espacioso. Maia se estacionó en la entrada y junto a Kader se acercaron a la puerta. El camino a ella era un poco largo, por lo que Maia tuvo tiempo para pensar en lo que estaba haciendo y saber que era necesario dar un pequeño preludio para preparar el terreno. Por esa razón se detuvo a unos pasos de la puerta y se giró para mirar a Kader a los ojos.

- Sé que la forma en la que nos conocimos no fue la mejor y que a lo largo de estos meses he hecho cosas que les han afectado - jugó con sus dedos nerviosa - pero quiero que sepas que me arrepiento. Lamento haberte metido en mis absurdos caprichos, lamento haber usado a tu familia para ello y también lamento haberte mentido. No sé lo que vaya a pasar después de esto,

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