POV AUSTRALMe había encontrado con una de las vistas más impresionantes que haya visto en toda mi vida. Era… un hermoso…, fabuloso, grandioso lago azul (en el cual se reflejaba la luna llena que nos acompañaba esta noche) y el cual estaba rodeados por muchos árboles de varios tipos y nosotros… nosotros estábamos en el muelle de aquel.—Kansas… —susurro muy asombrada por la imagen que estaba frente a mis ojos—¿Te gusta?—Es… —lo miro a sus ojos y siento muchas ganas de llorar—Austral, ¿estás bien?—Es una de las vistas más hermosas que he podido presenciar en mi vida —expreso sincera al regresar mi atención al lago y luego, cerrar mis ojos para disfrutar de la tranquilidad que envolvía el lugar—. Gracias por traerme aquí… —musito al volver a sentir la suave brisa— este lugar me encanta—Me alegra que te encante…—¿En serio nadie viene por aquí?—No, nadie y… creo que este lugar no tiene dueño—¿Por qué lo dices?—Porque Ángeles, Margarte y yo venimos siempre y somos los únicos que,
POV AUSTRAL —¿En qué piensas? —pregunta al tiempo en que me abraza muy fuerte contra sí. —En… el momento —contesto al mirarlo fijamente; y así nos quedamos varios segundos observándonos—. ¿Sabes algo? Tienes un muy bonito color de ojos, Kansas. —Ningunos más hermosos que los tuyos, eso es seguro —Siempre tienes una linda respuesta. —No creo… —Claro que sí…, siempre tienes la respuesta perfecta. —Exageras —susurra sobre mis labios; y yo sonrío. —Tal vez…, por no me importa. ¿A ti sí? —No… tampoco…, yo acepto todo lo que digas —señala divertido; y me envuelve muy fuerte con sus brazos—. Te quiero… —Yo también… te quiero —musito en su oído; y eso parece estremecerlo—. Kansas —¿Sí? —Ya es hora de irnos. —Lo sé. El vuelo sale en unas horas y debemos ir a hacer tus maletas antes de ir con Ángeles y Margaret. —Gracias… —A ti —me da otro beso; y yo le correspondo feliz—. Me volveré adicto a tu sabor… —Yo ya soy adicta al tuyo… —Te amo… —Yo también te amo Nos sonreímos, nos v
Pov AustralLlegamos a Londres y, en el aeropuerto, ya nos esperaba personal del hotel en el que nos quedaríamos.—¿Queda muy lejos el hotel, Kansas?—No mucho, señorita —interviene el chofer; y ella le sonríe.—Me dijeron señoritaaaa —susurra a su hermano; y Kansas la abraza y le da un beso.—Para mí siempre serás mi enana.—Ya tengo trece—Así tengas 20. No dejarás de ser mi enana, Ángeles.—Te amo, Kansas.—Te amo.Él le da un beso más y después, todos seguimos al conductor y subimos a la camioneta en la que habían venido a recogernos. Treinta minutos después, llegamos al Briston – Mery, un lujoso hotel de Londres, calificado como el mejor de la ciudad y el cual le pertenecía a mi padre. Obviamente, Kansas, Ángeles y Margaret no lo sabían y yo había pedido a todos, en el hotel, ser discretos con ese pequeño detalle; y habíamos empezado bien con el chófer, quien era el que siempre me recogía cada vez que venía de visita a esta parte del mundo.—Es muy hermoso —susurra Ángeles y yo
Pov Austral Me despierto poco a poco y al abrir mis ojos, me encuentro con la hermosa mirada de Ángeles White. —Ángeles… —Buenos días, Austral —acaricia mi rostro. —Buenos días, nena… —le doy un beso y ella sonríe—. ¿Y Kansas? —Ya se levantó. —¿Qué hora es? —No lo sé. También acabo de despertar, pero Kansas no ha venido a levantarme, así que aún debe haber tiempo. —Entiendo… —susurro al acariciar sus cabellos. —Debe estar preparando el desayuno —señala divertida; y yo sonrío. —A mí me gusta lo que hace. —A mí también, se esfuerza mucho, pero lo que pasa es que a Margaret y a mí nos gusta molestarlo. —Comprendo… —sonrío— bueno, déjame ver la hora. Me giro sobre la cama y tomo mi celular. Lo observo y me doy cuenta de que son las 6 de la mañana. —Tenemos dos horas para estar en el hospital. —Entonces ya debo levantarme. ¿Me ayudas? —Sí, claro. Me levanto de la cama, tomo su silla de ruedas y la siento en ella. Después, alisto la tina de baño, unas toallas, verifico que e
Pov AustralVoy abriendo mis ojos lentamente y lo primero que veo es la preciosa sonrisa y mirada de Kansas. Aquel, como cada noche, después de hacer dormir a Ángeles, venía conmigo a mi suite para regalarme los mejores orgasmos que había tenido en toda mi vida. Cada noche a su lado había sido maravillosa, cada noche a su lado era como desaparecer de este mundo y solo ir a un lugar muy lejano del universo, en el que solo nos preocupásemos por amarnos. Cada noche a su lado era como… una muestra de que podía volver a ser feliz, ya que no solo hacíamos el amor, sino que también conversábamos, conversábamos mucho y él me pregunta, SIEMPRE, cómo me sentía.Yo, en todas estas noches, le conté más sobre mi familia, sobre mi padre, mi madre, Peter y también Brescia. Incluso le llegué a contar lo que había sucedido entre ella y Christopher. Recuerdo que cuando le confesé ese pasaje doloroso de mi vida, frunció su ceño y se puso muy serio. Cuando le pregunté qué pasaba, solo me abrazó muy fuert
Pov AustralAl llegar al hotel, alistamos nuestras maletas rápidamente y salimos rumbo a la cabaña en una de las camionetas del hotel. Fueron 4 horas de viaje, pero no fue nada aburrido. Los cuatro disfrutamos de los hermosos paisajes y de la muy amena y divertida conversación.Al llegar, bajamos todas nuestras maletas y entramos a la cabaña. En esta, había tres pequeñas habitaciones. Ángeles ocuparía una, Margaret la otra y la tercera la ocuparíamos Kansas y yo. Al llegar la noche, ya habíamos desempacado la poca ropa que trajimos y nos pusimos a preparar la cena los cuatro juntos.Margaret se encargó del platillo principal, Ángeles del postre y Kansas y yo de la ensalada y bebidas, así como de decorar la mesa para una noche muy especial en familia.—¡Kansas, necesito tu ayuda! —le grita Margaret, desde la cocina, y él va a verla, no sin antes darme uno de sus dulces besos.—Ve rápido, Margaret te necesita —preciso divertida; y él sonríe.—Te amo —dice una vez más, me da otro beso y
POV AUSTRALAl día siguiente, todos nos despertamos muy temprano y alistamos nuestras cosas para regresar al hotel, ya que mañana Ángeles sería internada para su operación. Mientras esperamos a que la camioneta llegue, nos pusimos a preparar algo para desayunar en todo el viaje. Terminamos y la camioneta llega justo a tiempo. Los cuatro salimos, entramos en ella y nos ponemos en marcha a la ciudad.—¿Falta mucho? —susurra Ángeles; y yo sonrío.—Solo unos minutos, ya estamos muy cerca.—Me gustó mucho la fogata.—Otro día podríamos regresar y hacer otra más.—Me encantaría.—Entonces estás más que invitada. Mi cabaña es tu cabaña —señalo; y ella sonríe para después acomodarse en el pecho de su hermano y dormir un poco más.Mientras tanto, Margaret sigue tomando fotos a través de la ventana del auto, muy emocionada y contenta.Por otro lado, Kansas y yo compartimos miradas y sonrisas cómplices hasta que, otra vez, nos vemos interrumpidos por el sonido de mi celular. Lo había encendido e
Pov KANSASLa veía dormir. Yo no había podido hacerlo ni siquiera por cinco minutos. Haberla visto llorando solo me hizo sentir un miserable y un tonto por no haberle contado la verdad antes. Pero jamás me habría imaginado que todo se terminaría revelando de esa manera, jamás me habría imaginado que Brescia viniese a Londres y nos encontrásemos y, por último, jamás habría imaginado la forma cruel en la que Brescia le había contado lo del trato. Pude notar su clara intención de lastimar a Austral lo más que pudiese y lo había logrado, pero… ¿cómo no iba a hacerlo? Si ya antes otro idio ta la había traicionado y… con la misma persona.—Yo sí te amo, Austral —susurro al acariciar su rostro, aprovechando que dormía.No obstante, se va removiendo en la cama y, poco a poco, se va despertando. Al hacerlo completamente y verme, ella se aleja automáticamente de mí. Luego, se mira y parece sorprenderse de verse en ropa interior.—Te prometo que solo te quité la ropa muy rápido y te cubrí. La ma