¡Aquí otro capítulo! ¡En unas horas, subo el siguiente!
Pov AustralVoy abriendo mis ojos lentamente y lo primero que veo es la preciosa sonrisa y mirada de Kansas. Aquel, como cada noche, después de hacer dormir a Ángeles, venía conmigo a mi suite para regalarme los mejores orgasmos que había tenido en toda mi vida. Cada noche a su lado había sido maravillosa, cada noche a su lado era como desaparecer de este mundo y solo ir a un lugar muy lejano del universo, en el que solo nos preocupásemos por amarnos. Cada noche a su lado era como… una muestra de que podía volver a ser feliz, ya que no solo hacíamos el amor, sino que también conversábamos, conversábamos mucho y él me pregunta, SIEMPRE, cómo me sentía.Yo, en todas estas noches, le conté más sobre mi familia, sobre mi padre, mi madre, Peter y también Brescia. Incluso le llegué a contar lo que había sucedido entre ella y Christopher. Recuerdo que cuando le confesé ese pasaje doloroso de mi vida, frunció su ceño y se puso muy serio. Cuando le pregunté qué pasaba, solo me abrazó muy fuert
Pov AustralAl llegar al hotel, alistamos nuestras maletas rápidamente y salimos rumbo a la cabaña en una de las camionetas del hotel. Fueron 4 horas de viaje, pero no fue nada aburrido. Los cuatro disfrutamos de los hermosos paisajes y de la muy amena y divertida conversación.Al llegar, bajamos todas nuestras maletas y entramos a la cabaña. En esta, había tres pequeñas habitaciones. Ángeles ocuparía una, Margaret la otra y la tercera la ocuparíamos Kansas y yo. Al llegar la noche, ya habíamos desempacado la poca ropa que trajimos y nos pusimos a preparar la cena los cuatro juntos.Margaret se encargó del platillo principal, Ángeles del postre y Kansas y yo de la ensalada y bebidas, así como de decorar la mesa para una noche muy especial en familia.—¡Kansas, necesito tu ayuda! —le grita Margaret, desde la cocina, y él va a verla, no sin antes darme uno de sus dulces besos.—Ve rápido, Margaret te necesita —preciso divertida; y él sonríe.—Te amo —dice una vez más, me da otro beso y
POV AUSTRALAl día siguiente, todos nos despertamos muy temprano y alistamos nuestras cosas para regresar al hotel, ya que mañana Ángeles sería internada para su operación. Mientras esperamos a que la camioneta llegue, nos pusimos a preparar algo para desayunar en todo el viaje. Terminamos y la camioneta llega justo a tiempo. Los cuatro salimos, entramos en ella y nos ponemos en marcha a la ciudad.—¿Falta mucho? —susurra Ángeles; y yo sonrío.—Solo unos minutos, ya estamos muy cerca.—Me gustó mucho la fogata.—Otro día podríamos regresar y hacer otra más.—Me encantaría.—Entonces estás más que invitada. Mi cabaña es tu cabaña —señalo; y ella sonríe para después acomodarse en el pecho de su hermano y dormir un poco más.Mientras tanto, Margaret sigue tomando fotos a través de la ventana del auto, muy emocionada y contenta.Por otro lado, Kansas y yo compartimos miradas y sonrisas cómplices hasta que, otra vez, nos vemos interrumpidos por el sonido de mi celular. Lo había encendido e
Pov KANSASLa veía dormir. Yo no había podido hacerlo ni siquiera por cinco minutos. Haberla visto llorando solo me hizo sentir un miserable y un tonto por no haberle contado la verdad antes. Pero jamás me habría imaginado que todo se terminaría revelando de esa manera, jamás me habría imaginado que Brescia viniese a Londres y nos encontrásemos y, por último, jamás habría imaginado la forma cruel en la que Brescia le había contado lo del trato. Pude notar su clara intención de lastimar a Austral lo más que pudiese y lo había logrado, pero… ¿cómo no iba a hacerlo? Si ya antes otro idio ta la había traicionado y… con la misma persona.—Yo sí te amo, Austral —susurro al acariciar su rostro, aprovechando que dormía.No obstante, se va removiendo en la cama y, poco a poco, se va despertando. Al hacerlo completamente y verme, ella se aleja automáticamente de mí. Luego, se mira y parece sorprenderse de verse en ropa interior.—Te prometo que solo te quité la ropa muy rápido y te cubrí. La ma
Pov KANSASEntro a la suite y veo a Margaret en el sillón. Cuando me ve, se para y viene hacia mí para abrazarme.—Kansas…—Está decepcionada…, está muy decepcionada, Margaret.—Pero ya le contaste toda la verdad, ¿no es así?—Sí, le dije todo, pero…—¿Pero qué?—Siento que no me creyó y… tiene toda la razón en no hacerlo Yo me equivoqué.—Kansas…—Debí habérselo contado mucho antes…, antes de que lo nuestro avanzara.—En eso tienes toda la razón.—No sé qué ira a pasar, pero lo que sea… me duele haberla lastimado de esa forma, Austral no merecía nada como ello y…—¿Qué pasó cuando Ángeles y yo regresamos a la suite?—Brescia le contó lo del trato, frente a todos en el hotel, no pudo ser discreta si quiera —suelto con cierta molestia—. Margaret —la miro a sus ojos—. Ella lo hizo con toda la intención de lastimar a Austral, yo… no pude creer lo que escuchaba en ese momento.—Por qué?—Porque jamás me imaginé que Brescia fuese así. La forma en la que le dijo todo a Austral solo para… la
Pov AustralHabía llegado la hora y Ángeles fue trasladada a sala de operaciones. El nerviosismo en Margaret y, sobre todo, en Kansas, era más que evidente. Todos estábamos en absoluto silencio, pero Kansas parecía estar perdido en sus pensamientos.Yo tenía muchas ganas de acercarme a él, tomar su mano, acariciar su espalda y decirle que todo estaría bien, pero… no pude. No pude acercarme. Aún… me sentía confundida.De pronto, Margaret se pone de pie y ve la hora. Apenas habían pasado 30 minutos desde que la pequeña niña había sido ingresada a cirugía, pero Margaret parecía ansiosa por que saliera; sin embargo, según nos dijeron, esta iba a demorar.Los veo a ambos sumamente nerviosos (incluso Margaret parecía estar temblando). Ante ello, me pongo de pie y salgo de la sala para ir a buscarle un té tranquilizante para ambos. Los compro lo más rápido posible y regreso a la sala de espera. Estoy llegando a ella cuando, a lo lejos, veo a Brescia en la entrada de esta. Yo me detengo y me
Pov AustralLo siento suspirar mientras seguimos abrazados y, ante ello, sonrío. Luego, tomo sus manos, las estrecho y dirijo mi mirada a la suya.—Debemos volver…—Sí… —musita; y siento cómo se tensa de forma inmediata.Frente a eso, acaricio sus manos con mis pulgares y le doy un beso muy suave en sus labios.—Todo saldrá bien, Kansas…—Es lo que más deseo en la vida, Austral.—Lo sé, Kansas… —acaricio sus mejillas—, verás que todo saldrá bien y que Ángeles regresará a Nueva York completamente recuperada.Él cierra sus ojos, suspira pesadamente y comienza a afirmar con su cabeza.—Sí…, así será —pronuncia tratando de creerlo firmemente.Yo le sonrío…, comprendía por lo que pasaba. Ese miedo de perder a alguien que amamos. Fue el mismo miedo que sentí en los últimos momentos de vida de mi abuelo, mi padre. Tenía la esperanza de que alguien llegara rápidamente a ayudarnos, pero no fue así, no sucedió, no hubo más tiempo para él y, también, tampoco para mí, ya que después de ello, qued
Pov AustralEl tiempo había pasado y Ángeles estaba mejor que nunca.Aquel día, después de haber compartido el desayuno, unas horas más tarde, volvieron a llamar a Kansas para que entrara a hablar con Ángeles, puesto que ya había despertado y estaba consciente.Él ingreso y lo primero que hizo fue abrazar a su hermana con sumo cuidado para después llorar de la emoción con ella. Ángeles lo tranquilizó y después, nos saludó a Margaret y a mí a través de la pequeña pared de vidrio de su habitación.Días más tarde, le realizaron las pruebas correspondientes para evaluar si la operación dejó alguna secuela, pero, afortunadamente, no fue así. La operación fue limpia y Ángeles, muy pronto, volvería a caminar con normalidad, sin perder el equilibrio o sentirse débil.Ahora ya habían pasado semanas y estábamos a punto de volver a Nueva York. Esta era nuestra última noche en Londres y Kansas me había invitado a una cena con su familia, en un lugar muy especial que dijo haber encontrado. Obviame