* * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * *—Ariel… —lo nombro con advertencia, al mirarlo mientras cubro mi mejilla con una de mis manos.—Vamos, Celine —le dice muy serio él.—¡Suéltame! ¡Suéltame! —le ordena la mujer.—Celine…—¡Suéltala, papá! —exclama Brescia al caminar hacia él.—Voy a llamar a seguridad —advierto a la vez que me acerco al teléfono de mi escritorio para hacer la llamada.—Tú no vas a llamar a nadie —determina Brescia al pararse frente a mí e impedir que yo tomara el teléfono.—Hazte a un lado, Brescia —demando seria.—Tú… —me señala con su dedo índice— no vas a llamar a nadie.—Hazte a un lado, Brescia —preciso más seria, pero ella no hace caso—. Brescia…—Yo no me voy a ningún lado —reta—. Y tampoco mi madre ni mi padre—Brescia…—¿Sabes lo que pasó hoy, Austral? —me cuestiona; y ya podía intuir a qué venía su pregunta.—Brescia…—Hoy quería realizar mi pago para un viaje que tengo programado este fin de mes —precisa— y mi tarjeta de crédito…—No fue aceptada
Continuación del flashback* * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * *Luego de un largo viaje, llegamos al sitio en el que iba a empezar a vivir.—¿Te gusta? —me pregunta, con verdadero interés, la señora Mery.—Creí que era un parque —le digo apenada al haber visto la entrada a la enorme casa.—Es el jardín delantero —me informa.—Entiendo —susurro al seguir viendo a través de la ventana del auto.—Llegamos… —anuncia, de pronto, el señor George al detenerse frente a una enorme puerta (la cual se encontraba subiendo unos escalones).—Gracias, George —le dice el señor William y, de inmediato, empezamos a bajar para así, dirigirnos hacia la puerta (incluido el señor George).—¿Preparada, Austral? —me pregunta mi… papá—Si… —susurro algo nerviosa y, en ese instante, aquel toca el timbre de la casa y, a los segundos, la puerta comienza a ser abierta.—Bienvenido, señor William —saluda una mujer—. Bienvenida, señora Mery.—Hola, Sofi —le responde mi… madre.—Bienvenida, niña Austral —ah
* * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * *—Tú no eres una Foster, Austral —me recuerda, otra vez, mientras sigue manteniendo su mirada llena de rencor en mí.—Retírate, Brescia —es lo único que sale de mi boca—Solucionarás esto ahora —me advierte amenazante—, sino no me moveré de aquí —añade al dar un paso más a mí como retándome.—Muévete, Brescia —cambio mi tono a uno más demandante.—No—Es una orden —la miro fijamente—. MUÉ… VETE —articulo sin desviar mi mirada de sus ojos.—No hasta que me digas que lo solucionarás…—No puedo solucionarlo. Ahora muévete —demando al tiempo en que trato de llegar a mi teléfono—. ¿QUÉ HACES, BRESCIA? —pregunto molesta cuando he sido empujada por ella.—¡TÚ NO VAS A LLAMAR A NADIE! —advierte con un fuerte tono de voz al tomar mi teléfono.—¡Deja eso en su lugar! —le ordeno.—No lo haré —reta y, en ese momento, su actitud infantil ya me estaba cansando—. ¡Di que lo arreglarás!—No voy a poder ¡arreglarlo! —respondo un tanto hastiada por la situac
* * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * *—¿De dónde sabes eso?—De dónde lo sé es lo de menos. Dinos a dónde te vas y por cuánto tiempo —ordena muy demandante mientras que yo me quedo observándola de forma escrutadora.Aquel dato, mi viaje, era estrictamente reservado. De hecho, solo lo sabían tres personas de mi entorno: Pete, George y Cinthia; sin embargo, confiaba plenamente en ellos.«Los ejecutivos», pienso.Hoy había anunciado que me iría. Ni bien llegué al trabajo, convoqué una junta de emergencia en la que anuncié que me retiraría por cuarenta días. Pero solo fue eso; no di mayor explicación; no tenía por qué hacerlo y ninguno de mis ejecutivos me interrogó.«Entonces», miro a mi prima.«¿Cómo supo lo del viaje?», me cuestiono al mirarla fijamente.—¿De dónde lo sabes? —inquiero nuevamente.—Ya te dije que eso es lo de me…—Solo me ausentaré un par de días.—Eso no es cierto —refuta ella, de forma inmediata y con mucha seguridad.«Entonces sabe el tiempo», preciso en mi m
* * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * —¡¿Sabes lo que creo?! —empieza a increpar de forma furiosa—. Que es… DEMASIADO EXTRAÑO —enfatiza— que William Foster le haya dejado todo a una simple ADOPTADA —remarca con repulsión.—SOY SU HIJA, no cualquier adoptada…—¡Lo que seas! —responde con rabia—. ¡Lo único que sé es que el que te haya dejado todo NO ES CASUAL!—¿A qué te refieres con eso?—A que TÚ hiciste algo más con mi suegro —menciona a la vez que vuelve a repasar mi cuerpo con su mirada—. ¿En serio no sabes a lo que me refiero? —cuestiona sugerente a la vez que continúa escrutando cada parte de mí con su mirada y… es hasta entonces cuando logro entender a lo que se está refiriendo…—No —articulo incrédula—, tú no puedes estar insinuando eso —señalo sorprendida ante mi deducción.—Siempre estabas al lado de William —señala—, hasta el último de sus días ¿Qué conveniente, no crees?—¿Qué… carajos estás insinuando?—Yo no insinúo nada. YO LO AFIRMO.—¿Qué afirmas? —la miro c
* * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * —Que tengas un buen viaje, Kansas —me desea Oliver al acercarse a mí y extenderme una de sus manos mientras que con la otra me da una palmada en la espalda. —Gracias, Oliver —¿No quieres ir a tomar unos tragos con Lisa y Mario antes de tu viaje? —Sí, Kansas —interviene Lisa a la vez que toma su mochila—, ¡anímate! Vamos al bar que está a tres cuadras de aquí —señala—. Al Boung bam… —¿Así se llama? —interrogo con un deje de curiosidad y diversión al haber dirigido mi mirada hacia la mujer que me reemplazará, en el trabajo, durante mi viaje a Londres. —No —contesta Mario al pararse al lado de la mujer—, así lo llama esta loca —agrega al señalar a Lisa al tiempo en que alborota su cabello con una de sus manos. —Bueno… —vuelve a intervenir Oliver—, ¿qué dices? ¿nos acompañas? —vuelve a preguntarme y, ante su propuesta, solo me queda sonreír un tanto apenado. —Lo siento, no podré acompañarlos . Me hubiese gustado, pero ya… tengo algo qu
Siento una mano sobre mi hombro y me sobresalto en el acto. Me giro y mi mirada recae sobre el hombre de los ojos más hermosos que haya visto en toda mi vida.—Kansas —susurro; y sin tan siquiera pensarlo, me lanzo a sus brazos.Él me recibe y me aprieta fuerte contra su cuerpo mientras que lo único que yo atino a hacer es llorar. Me quedo aferrada por un buen rato con mi cabeza sobre su pecho, al tiempo en que sus manos acarician mi espalda y mis cabellos.—Ya no sé qué hacer. Te juro que ya no sé qué hacer —confieso entre lágrimas, cual niña triste; y siento su pecho expandirse y contraerse mientras suelta una pesada respiración.—Tranquila… —musita sobre mi oído; y eso me hace llorar más— yo estoy aquí…, contigo…—Kansas…—Para lo que necesites…—Solo necesito que me sigas abrazando como ahora—No pretendo soltarte, Austral… créeme —responde; y yo me apego más sobre su pecho mientras más lágrimas abandonan mis ojos sin poder evitarlo.—Me siento ya muy cansada de la situación, ya n
—No bromeaste cuando dijiste que quedaba muy muy lejos…—No… —responde sereno al mirarme y acariciar mi rostro con suavidad—Eres muy lindo, Kansas…—Gracias por el cumplido —sonríe.—No lo digo por lo sumamente atractivo que eres —enfatizo; y él ríe ligeramente—, sino porque eres… un pretendiente muy dulce y caballeroso, Kansas—Pretendiente… me gusta esa palabra—Y a mí—¿Te puedo dar un beso?—Todos los que quieras, Kansas White —susurro; y sin perder más tiempo, comenzamos a besarnos de manera muy dulce y tierna; y repetimos ello durante todo el largo trayecto que aún faltaba.—Está muy oscuro —comento algo temerosa; y siento sus brazos envolverme desde atrás.—Es, tal vez, uno de los lugares más seguros que conozcas—¿Por qué lo dices? Está muy alejado de la ciudad—Porque este lugar muy poca gente lo conoce… por no decir casi nadie…—¿Tú cómo supiste de este?—Venía aquí con mi padre y mi madre.—Vaya…—Ven por aquí…, dame tu mano—Vale…—A la cuenta de 3, saltas hacia mí, ¿ok?