* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *Giramos a la derecha para poder tomar el ascensor, cuando Austral ve a su amigo parado frente a él.—¿Pete? —lo llama; y él se gira a verla de inmediato.—Aus —le dice y viene hacia ella para abrazarla; así que esta suelta mi mano y va a corresponderle a su amigo.—¿Cómo estás? —le susurra mientras la aprieta contra sí.—Gracias por estar aquí —le responde ella al hacer más fuerte su muestra de cariño.—No iba a dejarte sola —contesta él; y luego de unos segundos, se separan—. ¿Quieres que te lleve a casa? —le cuestiona; y ella le sonríe.—No iba a ir a casa —le informa—. Iré al hospital con Kansas.—¿Te sientes bien? —le pregunta preocupado; y ella solo ríe.—Kansas y yo iremos al hospital a ver a Ángeles —le precisa; y el tipo dirige la mirada a mí.—¿Tu hermana se encuentra bien? —pregunta muy interesado.—Sí, solo son exámenes de rutina —indico.—Que bueno —menciona; y después regresa la atención a su amiga—. Entonces puedo pasa
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *Abro mis ojos lentamente mientras me remuevo sobre el acogedor colchón sobre el que estaba durmiendo. Giro hacia mi derecha y me encuentro con las figuras de las dos personas con las que había compartido la cama. Cama que, a pesar de ser muy pequeña para los tres, fue perfecta.Hace muchísimo tiempo no dormía tan cómoda y con tanta paz.Suspiro tranquilamente y me dedico a observar a las dos personas que me acompañaban. Definitivamente, Kansas se veía demasiado tierno al estar abrazando a su hermana. Además de atractivo al tener todo su pelo alborotado, lo cual me hace sonreír por instinto.«Creo que me gustas, Kansas White», le digo en silencio; y después, centro toda mi atención en su hermana.Ángeles era una niña muy educada (al igual que Kansas). Ambos eran personas muy transparentes; había llegado a esa conclusión a pesar de conocerlos muy poco. Sin embargo, no podía encariñarme tan rápido.Pete tenía mucha razón; debía arries
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—Yo hablaré con Austral primero, ¿te parece? —le pregunto; y ella asiente delicadamente.—Está bien —habla con la serenidad que la caracterizaba.—Pero antes que cualquier otra cosa, debo ser muy claro contigo —le digo al mirarla directamente a los ojos.—Está bien —responde ella muy relajada.—Austral es una mujer muy ocupada —le preciso–. Siempre tiene mucho trabajo que hacer; así que, si no acepta, no la presionemos, ¿te parece? —le pregunto; y ella me mira sonriente.—Ya tengo 13 años, Kansas, no 10 —me señala al fruncir su ceño; y aquello me hace sonreír—. Sé queella trabaja mucho como tú —indica—. No diré nada si dice que no puede ir.—Bien… pues… —exhalo serenamente—. Voy a ir a buscarla a la cocina —le informo al acariciar sus mejillas con mis pulgares—. ¿Quieres levantarte de la cama ya o deseas dormir un poco más?—Hoy la clase de Margaret es a las 11 de la mañana; y debo preparar dos tartaletas de fresa para llevar a dos
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Debo ir a ver a Ángeles —me informa cuando hemos puesto un poco de distancia.—Te acompaño —le digo y, antes de salir de la cocina, termino de beberme la leche de soja.Luego, caminamos en dirección de la habitación de Ángeles y, cuando hemos llegado a aquella, Kansas abre la puerta con mucha delicadeza.—¿Pasa algo? —le pregunto, ya que abría la puerta con el objetivo de hacer el menor ruido posible.—Ángeles está leyendo —me explica en un murmuro; y luego, me sonríe—. Si abro la puerta sin cuidado, podría sobresaltarla —precisa—. Ya me entenderás —añade divertido en un susurro.—¿Oook? —le digo; y le sonrío.Después, Kansas continúa abriendo la puerta con cautela. Cuando ha terminado de abrirla por completa, puedo ver a Ángeles completamente concentrada en el libro que tenía en sus manos. Ella ni siquiera se mueve, sino que parece inmovilizada, lo cual me parece muy extraño.Luego, Kansas camina lentamente hasta su cama y se sie
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *Estoy tratando de preparar el desayuno más rico que puedo, ya que me daba vergüenza presentarle a Austral tostadas quemadas o jugos de fruta sin sabor, cuando escucho que abren la puerta principal de nuestro departamento.«Debe ser Margaret», pienso; y no me equivocaba, ya que la veo entrar a la cocina.—¿Y tú? —me pregunta divertida— ¿Qué estás haciendo aquí? —añade con el mismo tono mientras camina hacia mí.—Preparando el desayuno —le informo.—¿En serio? —expresa incrédula— ¿Tú? —ahora el tono que usa es de burla.—Sí, yo —le respondo con una sonrisa.—Pero, ¿por qué? —pregunta sin esconder su curiosidad— ¿Acaso quieres intoxicar a Ángeles? —cuestiona entre risas al tiempo en que me da un beso en mi mejilla.—Buenos días —le digo.—Buenos días —responde ella al abrazarme.—Te ves cansada —le preciso.—Sí, un poco —responde ella—. No dormí bien —comenta.—Deberías ir a acostarte un rato —le sugiero.—¿Y perderme el delicioso desa
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *Luego de que Austral le dijera a Ángeles que sí iba a poder ir y que mi hermana se emocionara por ello, desayunamos tranquilos y conversamos acerca de lo que haríamos en el viaje. Las tres mujeres estaban emocionadas con la idea de ir a Londres. También yo, pero… tenía que confesar que, más que emoción por haber conseguido un donador y de conocer la ciudad, estaba presente el miedo a que la cirugía no pudiese ser suficiente. La sola idea de pensar en ello, me hacía sentir un miedo absoluto, ya que lo único que deseaba, desde lo más profundo de mí, era que aquella fuera todo un éxito y que mi hermana pudiera continuar con la vida que dejó truncada. La vida de una niña amante del ballet y la natación; así como de asistir a la escuela. Deseaba con toda el alma que Ángeles pudiera volver a realizar todo aquello que la hacía feliz. Ansiaba que todo saliese bien en la cirugía para poder verla crecer completamente feliz.—¡Kansas! —oigo la
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *Después de haber acompañado a Ángeles y Margaret a la universidad, fui al hospital para recoger los resultados de los exámenes que le habían practicado a mi hermana. Ya eran los últimos, en este hospital, antes de su operación. Así que, al llegar a aquel, lo primero que hago es dirigirme al laboratorio.—Buen día —saludo sonriente a la mujer encargada de la recepción del laboratorio.—¿Ángeles White? ¿No es así? —cuestiona la mujer, a quien no recordaba, ya que, para mí, era nueva.—Sí, Ángeles White —contesto sin dejar de sonreír, pero me sentía un poco extrañado.—Déjeme buscar sus resultados —me dice—. ¿Podrías entregarme la orden, por favor?—Sí, claro —contesto al sacar el papel que me estaba pidiendo para extendérselo—. Es este —le indico.—Muchas gracias —contesta; y después, se dedica a buscar aquellos de un cajón lleno de archivos—. Qué extraño —murmura—. No están aquí —me dice.—¿Qué no están? —pregunta alguien; y, cuando
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—Que bueno que las encuentro —les digo muy sincero al acercarme a Margaret y a mi hermana para darles un beso a cada una.—Demoramos porque Margaret estaba coordinando una reunión con su nuevo grupo del curso —me informa Ángeles.—Yo también llegué tarde —le confieso; y ella sonríe.—¿Ya recogiste mis exámenes? —pregunta de pronto.—Todo salió bien —le comento—. El doctor Schooff ya envió todo tu expediente actualizado a la clínica en la que te operarán —le doy los detalles.—Wou... eso sí que fue muy rápido —comenta Margaret—Sí, a mi también me sorprendió —afirmo.—Pero eso es bueno ¿no? —cuestiona mi hermana.—Sí, claro que sí —me apresuro en responderle—, aunque debemos hablar de un punto importante…—¿Qué pasó? —cuestiona Margaret un poco preocupada—No… tranquilas —les digo a ambas al ver sus miradas llenas de preocupación; y luego, les sonrío para calmarlas por completo.—¿Qué pasa, Kansas? —interviene mi hermana.—Bien —exha