* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * *Luego de unos minutos, reacciono.—¿Es cierto eso? —pregunto desconcertada al dirigir mi mirada a mis trabajadores que se encontraban, en ese momento, en la recepción de la empresa. Sin embargo, ninguno se atreve a responder; así que dirijo mi mirada a la persona con la que más tiempo pasaba aquí—. ¿Cinthia? —le digo y esta me mira nerviosa—. ¿Es cierto eso? —le pregunto seria.—Austral…, no…, claro que… no —titubea— o… o… tal vez sí —añade insegura—, pero yo te comprendo —agrega de la nada.—¿Eso qué significa? —cuestiono frontal y veo que aquella se pone más nerviosa.—Eso… eso no significa nada, Austral —responde dudosa—. Todos aquí comprendemos que manejar esta empresa no es nada fácil. Sabemos que los problemas, contratos, producción, distribución y negociaciones te pueda resultar estresantes y…—Espera, espera —la interrumpo—. ¿Me estás justificando? —pregunto un tanto decepcionada; no de mi asistenta, sino de mí misma.—No, clar
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * *«¿Qué hace ella aquí?», me pregunto en silencio al observarla fijamente y…«¿Por qué me mira así?», añado internamente al tratar de descifrar su mirada…«¿Acaso?», pienso un momento.«No, no, imposible», me niego a la posibilidad.—¿Kansas? —escucho la voz de Margaret y, con ello, me despierto de estar pensando.—¿Sí? —le respondo un poco confundido al mirarla y me doy cuenta de que aquella me observa de forma curiosa— ¿Qué pasa? —le pregunto confuso y aquella frunce el ceño.—La señorita te está buscando —me recuerda al tiempo en que hace un ademán para señalarla.—Ah, sí… la señorita —repito y regreso mi atención a la mujer con la que había tenido una conversación poco cordial hace menos de una hora—. Buena noche —la saludo formal y con seriedad; y puedo notar cómo aquella se incomoda por ello—. ¿Puedo ayudarla con algo? —añado por cortesía.—Sí, yo… quisiera saber si pudiera hablar con usted unos minutos —menciona al mirarme expectan
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * *—Muchas gracias; ha sido una gran cena —manifiesta la mujer al mirar a mi hermana y sonreírle para después desviar su mirada a Margaret—. La cena ha estado deliciosa, Margaret —opina con sinceridad—. Gracias —añade y le extiende la mano, la cual mi amiga recibe con gusto y una gran sonrisa.—Deberías venir a cenar más seguido con nosotros, Austral —le sonríe—. Tal vez, otro día, podrías tocar el piano —añade mi hermana.—Sería un gran placer —contesta la mujer al tiempo en que se agacha para besar a mi hermana—. Estoy muy agradecida por la invitación de esta noche.—Gracias a ti —responde Ángeles de forma serena.—Bueno, yo ya tengo que irme —informa—. Mi chofer ya me está esperando.—Te acompaño —le digo; y la mujer asiente; así que, ante su respuesta, tomo mi juego de llaves que estaban colgadas en la pared y salgo de mi casa con ella.—¡Cuídate, Austral! —escuchamos de pronto y ambos nos giramos.—Cuídate, Ángeles —le responde la muj
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * *—Sí, no te preocupes —le digo a mi amigo mientras tomo las llaves de mi departamento y salgo de aquel.—¿Estás segura?—Sí, Pete —reafirmo al caminar hacia el ascensor que me llevaría hasta la planta inicial del edificio en el que vivía—. Lo único que te pido es que no regreses sin esos tratos resueltos.—Dalos por hecho —responde con seguridad.—Bien… —susurro al entrar al ascensor—, entonces nos estamos viendo hasta la próxima semana.—Hasta la próxima semana, Aus —contesta—. Cuídate y, por favor, no reniegues mucho con Cinthia.—Te interesa mucho ¿no es así?—Sí, pero ella fue clara; está enamorada de otro hombre; así que debo descartar cualquier posibilidad.—Ya encontrarás a alguien —le dicto sincera al tiempo en que salgo del ascensor y camino rumbo a la salida.—Sí, lo sé —contesta con autosuficiencia—. La que me preocupa eres tú —sentencia divertido—. No sé quién será capaz de soportarte con ese carácter que te manejas —agreg
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—Si no es mucha molestia…, claro… —me sorprende su propuesta.—De ninguna manera —contesto—; además, a Ángeles le gustará tu visita.—Gracias —susurra.—Gracias a ti.—Entonces a las 5 y 30.—A esa hora está bien.—Bueno, hasta entonces.—Hasta entonces —me despido; y espero a que ella cuelgue.«Otra cena», pienso.«No imaginé que sería tan rápido», agrego en mi mente.«Tal vez, ...»—Eso es todo, jefe —me interrumpe Oliver, un ayudante de cafetería.—Solo Kansas está bien —le señalo al tiempo en que regreso mi atención a las facturas de los pedidos que habíamos recibido.—Entonces eso es todo lo de hoy, Kansas —indica cuando veo que termina de ordenar algunas cajas.—Gracias, Oliver —respondo y, simultáneamente, miro mi reloj y me doy cuenta de que ya eran las 5 con 10 minutos—. Debiste haberte ido hace 10 minutos —le digo—. Te agradezco que te quedaras a ayudarme.—No tengo ningún problema con ello —responde relajado; y veo que to
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—¿Estás bien? —le pregunto a la mujer al ver que se ha quedado estática en la puerta de la pastelería y observando fijamente una torta de novios que estaba siendo exhibida.—Sí —responde ella al no quitar la mirada (llena de molestia) de aquel pastel.—¿Estás segura? —le cuestiono un poco confundido por su actitud y después, observo aquel mismo pastel.—Sí —escucho que vuelve a responder; y regreso toda mi atención a ella (quien ahora me estaba mirando—, estoy bien —completa con seguridad.—Bueno —contesto no muy convencido de su respuesta—. Entonces, ¿pasamos?—Sí, claro que sí —sonríe—. ¿Sino para qué hemos venido? —pregunta autosuficiente al arquear una de sus cejas para luego rodearme y entrar a la pastelería dejándome atrás.«Es un poco extraña», preciso en mi mente al seguirla con mi mirada.«Y debo reconocer que lo extraño atrae», puntualizo en silencio al seguirla observando.«Pero es solo eso: atracción», determino con sinc
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—¿Estás bien? —pregunta mi hermana al mirarme.—Sí… —le susurro cuando termino de acomodar su almohada.—Pues no lo parece —refuta ella.—Son cosas de adultos —le respondo para que no siga contestando.—¿Se trata de Brescia? —pregunta al mirarme—Sí, se trata de ella —reconozco.—Creí que ella y tú ya habían terminado —precisa—; pensé que ahora te interesaba Austral —añade con convicción.—No, claro que no —refuto seguro—. Sé que te cae bien —le señalo al sentarme a su lado—, pero Austral no es la mujer que quiero.—Sigues queriendo a Brescia —susurra un tanto decepcionada.—Sí —decido ser sincero—. Apenas han pasado un par de días desde que terminé con ella; sería muy extraño que alguien más me interesara —le explico.—Yo no creo que fuese extraño —me contradice—. Austral es muy linda.—Sí —reconozco—, pero no se trata de apariencias…—Y yo no estoy hablando de apariencias —aclara—. Austral es buena…—No la conoces…—¿Y tú sí? —me
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *Luego de haber terminado con algunos pendientes y después de una agotadora reunión con nuevos inversionistas cafeteros, tomé mis cosas y salí de la empresa con el tiempo justo para llegar al aeropuerto a recoger a Pete (quien había hecho énfasis en que iba a llegar antes del mediodía, pero de quien ahora no había rastro y ya llevaba más de 40 minutos esperando.—De no ser porque es mi mejor amigo…«O, mejor dicho, el único», me corrijo en mi mente.—Ya me habría ido —le cuento a mi taza de café (la cual llevaba observando por todo mi tiempo de espera mientras aprovechaba en pensar en toda la situación con mi nuevo trabajador).Debía admitir que me sentí atraída, pero, después de todo, solo es eso.—Atracción —le digo a mi café.«Así que no tengo de qué preocuparme», preciso en silencio y tratando de olvidar el tema.—Pero entonces… ¿por qué no estoy tranquila? —le sigo cuestionando a mi taza de café mientras lo revuelvo con la pequ