¿pero si viniera a buscarte?Si por alguna bendita razón, esa rubia a la que te refieres pregunta por mi — sonrió— dile que ella sabe perfectamente donde encontrarme…El viento jugueteaba con un mechón rebelde de su cabello. Si alguien lo viera parado allí, encima de esa histórica muralla, nadie que lo conociera podría adivinar que se trataba del mismísimo Carlisle Stone, salvador del mundo empresarial. Si bien la piel había tomado un color mas oscuro que el que solía tener en Inglaterra, no era ese el cambio tan radical que se evidenciaba. Su semblante, era más apacible… nada de aquel muchacho hosco, carente de sensibilidad hacia las cosas de la vida, parecía sobrevivir en su cuerpo. Otro cambio importante era su vestimenta. Antes, la predilección por los colores oscuros evidenciaba que su vida era igual que la ropa, oscura, vacía… Ahora usaba colores mas claros, preferiblemente los tonos beige, y crudos, que resaltaban no solo sus rasgos tostados por ese sol caribeño, y por sobre to
¿Por qué volviste aquí?¿Por qué crees? — ella sonrió, él también— si, este es en el único lugar donde hemos estado bien… donde, al menos podíamos decir que éramos una pareja que la pasaba bien…¿Qué prácticamente éramos felices, no? — Carlisle tragó en seco. El no podría haberlo dicho mejor.Si… — susurró apoyando la mejilla en su pelo. La mano en la nuca se enredó en varios mechones rojizos y fue bajando suavemente por la espalda. Necesitaba asegurarse que no estaba soñando despierto. Había deseado tanto tenerla así, que hasta en algún momento pensó que se volvería loco… loco de desesperación por desear tanto lo que no tenía. Pero ahora ella estaba allí, y mierda si alguien iba poder alejarlo de esa mínima posibilidad de ser feliz. Ni siquiera ella, podría lograr lo contrario. Había esperado demasiado tiempo por su presencia, y no iba a esperar más. — Era feliz contigo aquí… te tenía solo para mi… y… aquí experimentaba la sensación de que me amabas, como te amo yo.Carlisle — dijo t
13 años después…Carlisle había estacionado su camioneta en un lugar demasiado alejado de la estación King Cross… estaba un poco ofuscado, y enojado por la cantidad autos en la carretera, y de la gente que exactamente ese maldito día, habían decidido utilizar el tren para partir hacia diferentes lugares del país.Pero realmente ese no era el motivo de su mal humor… Ya el año anterior, había estado un poco desanimado. No podía entender cómo, esa fecha en particular, que en su época de niño le hacía saltar el corazón de ansiedad y expectación, ahora, ya adulto, le causaba una especie de vacío. Entendía por qué… el año pasado fue la primera vez que su tan adorada y anhelada familia comenzaba a separarse. James, su primer hijo, había comenzado la escuela, y con ello, la sensación de desazón en el corazón de Carlisle había comenzado. Y ahora aumentaba un poco más. Aun así no era tan egoísta. Entendía que era necesario separarse de sus hijos. Solo que Wulfric, su segundo hijo, era tan espec
Nada de peros… los Rose y los potter siempre estarán en contra de los Green…No deberías ser tan extremista amigo… — dijo Carlisle en tono pacifista.Díselo al exnovio de tu mujer — le contestó su amigo, burlón.Vete a la mierda… — adiós al pacifista…¡Carlisle, los niños! — lo retó Eleanor, tratando de parecer seria, pero fallando.Okay… — miró a sus hijos que reían de la escena — ¿tienen dinero suficiente? — ellos asintieron — es hora de que suban al tren… — James se acercó para darle un abrazo — cuida a tu hermano…Si papá…… Y puede que esta navidad, la escoba que deseas aparezca bajo el árbol… — los ojos castaños de James destellaron en su cara.¡Claro jefe! — y dándole un abrazo a su mamá, subió al tren y se perdió entre los vagones. Carlisle suspiró. Su hijo Wulf esperaba su turno de despedirse, nervioso. Carlisle lo notó por la forma en que se estrujaba las manitos. Sus ojos verdes estaban acuosos. Verlo así le partió el alma…¡Adiós Wulfy! — dijo Lily — dile a Hagrid que le m
La luz entraba de golpe por la ventana, que, evidentemente, había olvidado cerrar la noche anterior. Noche de la que, por cierto, no recordaba demasiado. Rhaena recordaba vagamente haber estado con ese chico rico que frecuentaba el bar en donde trabajaba y que este le había invitado un trago. Alarmada al recordarlo, se miro rápidamente, pero observo que su ropa estaba intacta, no había rastro de haber cometido una tontera bajo la influencia del alcohol, o eso creía ella.Levantándose, sintió como si le estuvieran taladrando las cienes, ella no era una persona que gustara de beber compulsivamente, en realidad, no solía beber casi nunca, pues lo consideraba un vicio malsano y caro. Lavándose los dientes, recordó aquel extraño sueño del que acababa de despertar, en donde había firmado un contrato con ese niño millonario, el cual estipulaba que ella seria su esposa durante un tiempo y cambio él le daría dinero. Viéndose al espejo con cara de pereza, pensó que eso era una completa tontería
Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
Encendió un cigarrillo. Era uno de los vicios que se le habían pegado desde que abandonó su faceta de buena persona, y decidió vivir alejado de todo lo que una vez amo. La habitación estaba a oscuras. La cama desordenada, era el mudo testigo de lo que había pasado hace instantes… sólo sexo… banal, sin sentido, pero buen sexo al fin. Era la rutina: llegar, saludar, coger, y largarse de ese asfixiante lugar. Para él, ella no se merecía más, y ella no se quejaba de ese trato. Se encontraba solo en esa habitación que odiaba… y como cada vez que esa mujer abandonaba la cama y se metía al baño, aunque trataba con todas sus fuerzas de que no ocurriera, él se acordaba de la otra, la que con su indiferencia le rompió el corazón, y se preguntaba cómo sería hacerle el amor. Suspiró. Y una llamarada de ira se apoderó de su pensamiento, imaginando que el maldito de Green la disfrutaba a pleno… y él no. Terminó el cigarrillo y salió de la cama para buscar un Whisky de dorado. Demasiado fuerte para
¿Esto es una especie de broma no? — dijeron los gemelos, cuando en la noche todos se reunieron de urgencia por pedido de Farrah. Todos estaban presentes, menos Emmanuel que había partido a Rumania por un problema con unas crías de dragón. Eleanor les contó, con lujo de detalles, la charla que había mantenido en la mañana con Carlisle, y las consecuencias de ello. — en verdad él no creerá que nosotros aceptaremos eso ¿o si?— Los cinco Rose y Farrah estaban sentados sin saber qué decir… estaban devastados. Si de algo estaban seguros, era que su hermana nunca aceptaría dejar al amor de su vida, para aceptar semejante disparate. Emerson estaba más meditabundo que los demás. Tenía la mirada perdida en el dorado, como tratando de encontrar una explicación a la actitud de su amigo. Farrah lo observaba y trataba de averiguar qué pasaba por su mente… y conociéndolo, llegó a la conclusión de que no era algo bueno. Más convencida estuvo cuando se levantó de golpe de su asiento con una mirada mez