Aunque la charla que tuve con Denis no fue la más motivadora, al menos me ayudó a tomar valor, a enfrentar a esa parte de mí que vivía con miedo a que todo lo que decidiera hacer, saliera mal. Sentía más miedo que nunca de enfrentarme a Damián, pero estaba decidido a lograr una sola cosa, salvar a Sofía, así fuera mi único acto de valentía en toda mi vida.
–Quiero disculparme por la conversación de ayer, temo que no he sido el mejor mayordomo si es que me puede llamar así. –No tienes que hacerlo Denis, de hecho, quiero ser yo quien se disculpe contigo, me he comportado como un total idiota últimamente. –Es bueno que usted lo haya dicho, así no me siento culpable de haberle faltado el respecto.–Tampoco te pases de la raya, –comenté. –Bueno, ¿Qué es lo que piensa hacer ahora?<El cielo mostraba su mejor espectáculo esa noche, alcé mi vista para admirarlo, en mi mente solamente podía pensar, “Si esta es la última vez que veo este cielo, podré decir que he visto todo a pesar de no haber visto nada”, era una contradicción, yo lo sabía, pero tanto mis pensamientos como mis sentimientos, estaban descontrolados en aquel momento. La calidez de los labios de Jamilet me hicieron desconcentrar mi mente por un momento de todos aquellos malos pensamientos, sus labios rosaron mi mejilla derecha, pero por un momento me hizo pensar en aquel momento y lo mucho que deseaba vivirlo nuevamente. Volteé mi cara al sentir su beso y ella tan solo sonreía viendo el cielo; la más hermosa sonrisa que había visto y que quizás no volvería a ver, tomé su cuello y su mentón y los acerqué a mis labios, yo estaba casi temblando del deseo por tenerla entre mis brazos, comencé dándole el beso más tierno que solo a Elena le había podido dar y en ese momento, no pensé en ella, tan solo en Jam
–¿Qué quieres hacer? –pregunté. –Antes que todo quiero saber el plan que ustedes tienen para rescatar a Sofía. –Entrar, salir, nada del otro mundo –comentó Jamilet. –Veo que tienen todos los puntos cubiertos, en ese caso, les será pan comido. Perfecto, ¿Cuándo estarán ejecutando el plan?–Hoy mismo –comenté. –Aunque quisiera saber el interés que tienes en Sofía. –Eso es asunto mío. –Pues como vez que no es solo asunto suyo, desde que la encontré, yo la he cuidado y me he visto envuelto en esta historia en donde nadie ha sido capaz de decirme lo que esconde. –Concéntrate en lo importante Teo, pronto sabrás todo lo que Sofía esconde, por el momento siga el plan que hicieron. Mis hombres los acompañarán, así que explíqueselos porque irán con ustedes, quieran o no. –Ya estamos algo completo –comentó Jamilet. –Hagan campo, seguramente alcanzarán –dijo Francisco. Salimos a la hora que habíamos indicado, siguiendo el plan que habíamos hecho con Denis días atrás, fue fácil llegar has
Sentí que mi cabeza explotaría de tantas preguntas que tenía, me dormí cerca de Sofía, sin darme cuenta, el cansancio y el estrés me ayudaron a dormir profundamente, cuando desperté, tenía la mano de Sofía tomada con fuerza y a ella tocándome la cabeza suavemente.–¿Cómo te sientes? –pregunté, limpiándome el rostro.–Estoy mucho mejor, aunque estaría mejor si estuviéramos en casa y no aquí.–Lo sé, pero no tengo una ruta de escape, pensaré en algo rápido que nos ayude.–No olviden incluirme chicos –comentó Jamilet.–Claro que no lo haremos. –dijo Sofía.–¿Claro que lo haremos? ¿Desde cuándo son tan amigas?–Me agrada y me gustaría que algún día formalizaran su relaci&
El escape bien planeado seguía en pie, pero finalmente fue innecesario. Francisco nos dejó ir después de la larga conversación que tuvimos sobre el tema, Sofía le comentó que le agradecería mucho que la dejara regresar a la casa y que no la persiguiera, si él cumplía con sus requerimientos, se haría la prueba sin necesidad de que él la obligara. Pensé que Sofía no ganaría esa batalla, pero lo logró finalmente. Regresamos a la casa destruida y en ruinas que los bastardos amigos de Francisco me habían dejado como regalo por haber cuidado de Sofía por mucho tiempo. El lugar era inhabitable, no había ni un solo mueble que estuviera en condiciones de ser usado. Ya ni siquiera podía contar con Denis y Jamilet, me seguía a donde yo fuera. Así que decidí llamar a mis contactos y conseguir una nueva casa, aún tenía algunas pro
Sofía desconocía totalmente el secreto de los Castellanos, quizás sus padres nunca lo dijeron y por eso se alejaron o realmente ella lo sabía y no quiso comentarlo. Que ahora yo quisiera saberlo, la ponía en una situación muy complicada. Así qué, no seguí tocando el tema y comencé a investigar por mi cuenta.La mansión de los castellanos era uno de los museos más famosos de la ciudad, considerado por todos, como una obra de la construcción, su diseño e infraestructura me encantaban, siempre admiré ir ahí de pequeño, mamá lo odiaba, pero papá siempre lo tuvo en excelente estima. Clara y yo disfrutábamos de las pinturas, siempre compartimos el gusto de tocar las pinturas, intentando sentir la misma emoción que el artista. Fui a aquel lugar una vez más. Las pinturas ahora tenían un tamaño normal y grande, no tan gigantesca como las solía ver cuando yo apenas era un niño. Incluso la emoción era mayor. Ahora las podía amar en su totalidad y entender al artista desde otra perspectiva. –Es
Papá me citó en la mansión para hablar del tema, el encuentro sería en 2 semanas, comentó que antes de esa conversación debía leer los mismos libros que el chico en la mansión Castellanos, me había comentado. Aquello me pareció una coincidencia muy extraña, pero ahora que me encontraba envuelto en el tema, no me quedaba más que seguir adelante.“Para la familia a la que no pude proteger”Fue la dedicación que me dio nostalgia y curiosidad. Era el segundo libro que el chico había mencionado y el primero que leería, “Rebelión”.Quise cerrar el libro y olvidarme de aquel tema, pero las palabras de esa dedicación seguían rondando en mi cabeza, me hizo recordar tanto lo que yo había prometido, como todo aquello que no había podido cumplir y no lograba deshacerme de eso,
Finalmente, el día en que sabría la verdad sobre la familia Castellanos había llegado, la reunión de mi padre se acercaba y por razones desconocidas, no lograba mantener la calma. Me sentía tan desesperado y ansioso, con el extraño sentimiento de que algo malo me estaría asechando. Quise hablar con las chicas, pero ya habían pasado por mucho. Sofía se había negado a comentar sobre lo que había pasado con Damián y Jamilet, apenas me dirigía la palabra. Lo menos que teníamos en ese momento era felicidad, o al menos era lo que yo sentía. Quería pensar que mi estado de ánimo no me ayudaba a ver las cosas buenas que sucedían a mi alrededor, pero sentía que miraba las cosas como eran y no con el deseo ferviente de que fueran como yo quería. –Tanto interés en una familia que ha pasado a la historia –comentó mi padre al verme llegar.–Tengo mis motivos –.–Eso no lo dudo, al menos me gustaría saberlos–.–Prefiero reservarlo por el momento, ya habrá tiempo para comentar el interés que tengo–.
Recordé la vez que me caí queriendo aprender a conducir una bicicleta, ella se acercó y me limpió mis heridas, animándome a no rendirme por esa caída, recuerdo lo feliz que me sentía y también que al crecer jamás volví a sentirme de esa manera. ¿Cuándo cambió todo entre nosotros? ¿Cuándo comenzamos a ser un par de desconocidos? No podía entender nada en ese momento, mis sentimientos eran tan confusos y frágiles que sentía que ni siquiera me conocía. El camino al hospital fue el recorrido más largo que había hecho, sentí que las calles se alargaban cada vez más y en mi desesperación comencé a sentir que me faltaba el aire. Tomé aire para controlarme, las cosas comenzaron a dar vuelta a mi alrededor, perdería la consciencia si no me tranquilizaba y eso era lo que menos ayudaría a mi madre en