Esa misma semana, Zack recibió en el aeropuerto a uno de sus compañeros de universidad, que junto a él habían hecho equipo de investigación y ganado la beca para el posgrado. Según lo que Zack le contaba, se radicaría en América, ya que, al parecer, compartía ideas de emprendimiento con Zack y pretendían asociarse.
Por un momento se preocupó, y lo primero que hizo fue preguntarle su nombre.
—Este es Luke Stevens —lo presentó Zack—. Luke, esta es mi novia.
—Tú eres la famosa Amelia —le dijo Luke apretando cordialmente su mano. Ella lo miró elevando sus cejas en una sonrisa.
—¿Famosa?
—Zack no hizo sino hablar de ti estos últimos… veinte o treinta años—. Amelia miró a Zack un poco burlona, pero él no se molestó en negar o pretender que era una exageraci&oacut
Zack emprendió su negocio mucho antes de lo que él mismo había planeado. Richard Branagan casi le pedía ser socio, y por otro lado, los Ellington le ofrecían mejores cargos y mayores compensaciones.Zack tuvo que elegir.Sin dejar las puertas cerradas en Ellington & Company, se asoció con los Branagan, y el trabajo duro empezó. Aunque Amelia propuso renunciar a su trabajo para ayudarlos a tiempo completo, Zack se opuso rotundamente. Necesitaba su ayuda, sí, pero la apuesta era alta, y él no quería que ella arriesgara tanto.—Necesitamos a alguien que esté bien anclado cuando arrecien las tormentas —le dijo, y Amelia aceptó sus términos, de modo que siguió trabajando para Branagan Enterprise.Sin embargo, estuvo con ellos cuando al fin pudieron abrir una pequeña oficina, cuando fueron a la oficina de registros para darle no
Vivian prácticamente los obligó a aceptar su compañía esa noche. Ya ellos habían cenado, pero tuvieron que quedarse allí mientras ella ordenaba, esperaba y cenaba, y luego les pidió que la llevaran a su apartamento, porque hoy el día no le había alcanzado para recoger su coche nuevo del concesionario, sino hasta mañana. Y luego le pidió a Zack que la acompañara para ir a buscarlo. Zack, inteligente y amablemente, le dijo que no disponía de tiempo.Pero así a Amelia le quedó muy claro que Vivian no se iría por las ramas, que planeaba atacar directamente. Ya le había hecho saber a Zack su dirección, y a ella la hizo consciente de eso.Sería una guerra sin cuartel.—Yo… no sé qué decir—. Se disculpó Zack cuando ya iban hacia el apartamento de ella, y Amelia hizo una mueca. No, ella
—Eso… Eso… tiene una explicación —titubeó Amelia, sintiéndose sin aire, casi como si se lo hubieran sacado de un solo golpe. Se acercó al portátil con intención de cerrarlo, pero Zack se lo impidió.—No tiene caso que lo cierres, ya lo leí todo.—¿Todo? —Zack la miró nuevamente, y Amelia sintió que el estómago se le revolvía. Él se veía abatido, decepcionado.—¿Cómo es eso de que en el noventa y nueve te casaste con Damien?—Zack…—Abortaste un bebé en el dos mil uno.—No…—Y te divorciaste al año siguiente de eso.—No, no… es todo una… Es una ficción. Es una…—Son dos líneas de tiempo paralelas; en una… estamos juntos… todo como ahora, y en la
—Yo… regresé veinte años al pasado —Zack la miró con ojos grandes, sorprendido. Amelia asintió agitando su cabeza, temerosa de que de repente él decidiera que ella sólo le estaba mintiendo otra vez—. Te lo juro, Zack…—¿Q… qué?—Te lo juro —repitió ella, y Zack no necesitó saber por qué lo juraba. Él siguió en silencio largo rato, mirándola con esa expresión de confusión, incredulidad y un poco de espanto. Lo vio mesarse el cabello, dar varios pasos hacia ninguna parte, y volver a mirarla como si sólo con eso fuera a extraer de su mente la explicación.—Eso es…—Absurdo, ya lo sé, pero te lo juro; es la verdad. Tenía treinta y seis años, y era el año dos mil dieciséis cuando, una noche… me permitieron regresar a mi
Zack empezó a dar vueltas por la habitación, molesto, ofendido, tan irritado como jamás pensó estarlo. Amaba a Amelia con locura; imaginarla en esa situación, casada con otro… con otro no, con su hermano, abortando un bebé de él… dolía, dolía tanto que le impedía estarse quieto.—Una noche peleamos —siguió ella, con voz calmada—. Estaba lloviendo, y lo sorprendí en otra de sus infidelidades. Discutimos, él fue algo brusco, y me caí. Fue un resbalón, y caí sentada, y… perdí al bebé. Pero no lo advertí a tiempo, sino cuando ya fue demasiado tarde. La infección fue severa… y perdí mi útero.—Joder…—Estuve interna varias semanas en un hospital. Perdí clases, pero pasé cartas donde explicaba la situación.—¿Y y
Amelia subió de nuevo a su apartamento y tomó las llaves y el bolso. Buscó un abrigo y tomó el primero que encontró. Al salir a la calle, detuvo un taxi y le dio la dirección de Zack.Necesitaba su propio auto urgente, pero todavía no ganaba lo suficiente como para eso, y ella estaba ahorrando, pero para su primer apartamento.Se sentó en el asiento trasero deseando poder ir más rápido. No podía dejar pasar las horas sin arreglar esto. Encima, tenía un ave de rapiña rondando a su novio, alguien que podía, sin pensárselo dos veces, hacerles mucho, mucho daño. No. De ninguna manera iba a perder a Zack.Cuando llegó al edificio, justo empezó a lloviznar, y ella no había traído un paraguas consigo, y cuando introdujo la llave, esta no entró siquiera. ¿Qué había pasado? ¿Habían cambiado l
—Haz lo que quieras —le dijo, y Amelia se envolvió en la toalla sin mirarlo—. De todos modos, va a ser como si no estuvieras aquí. No te echo porque llueve, y me faltan tripas para aventarte afuera. Pero no me provoques más, Amelia; en este momento estoy tan enojado contigo que lo que menos quiero es verte —sin añadir nada más, Zack se dio la media vuelta y tomó el teléfono para llamar a alguien.Pizza, él estaba pidiendo pizza.Se quedó allí, de pie aún, envuelta en la toalla, con sus últimas palabras rebotando en su mente. Ciertamente, se notaba que no quería ni verla. La había tenido desnuda y dispuesta delante de sus ojos, y había sido como si mirara un mueble.Y eso nunca antes había pasado. Los ojos siempre le brillaban, y acto seguido la pegaba a su cuerpo para sentirla.Dijiste que aceptarías su ira; ah&iac
Cuando Zack volvió, encontró su apartamento más organizado y limpio. Sólo habían sido unos minutos, pero su novia era una obsesa de la limpieza.Su novia.Estaban enojados, y él había dicho que la dejaría, pero en su mente seguía siendo su novia. Pensó en el anillo que ya tenía visto para dárselo. Había pensado proponerse esta navidad.El corazón le dolió un poco.Sacó de la bolsa las cosas que había traído para desayunar y Amelia no tuvo ningún reparo en ponerse a preparar. Batió un par de huevos, exprimió naranjas mientras él hacía el café, y en menos de nada tuvo al frente un desayuno bien cargado de proteínas.—Pregúntame —le pidió ella sentándose a su lado en las butacas de la barra de su pequeña cocina.—Qué &md