—Al fin, por Dios —dijo Howard cuando Amelia y Zachary se unieron a ellos en la caminata. Era una simple colina, aunque algo escarpada, atravesada por un camino de unos cuatro kilómetros, con vegetación, caminos que subían y bajaban, rocas y arroyuelos en medio, pero Zack y Amelia los habían alcanzado bastante pronto, mientras que los mayores habían invertido más de medio día para llegar aquí.
Catherine miró a su hermano con una sonrisa sabedora; el lenguaje corporal de estos dos era muy diferente ahora, y ella tenía una idea de por qué.
—Ya estamos a la mitad del camino —les informó Denise— En unos minutos llegaremos a un restaurante y ahí descansaremos.
—Qué bonito todo —sonrió Amelia mirando en derredor y Zack le pasó una botella de agua.
—Hidrátate —le pidió, y ella le sonri
Una vez a solas, Zack recogió la baraja y le dio la mano a ella ayudándola a ponerse en pie, luego la condujo al lado del porche que tenía la hamaca y se sentó en ella haciéndole lugar a Amelia, que no lo despreció, sino que de inmediato se recostó casi encima de él. Zack la rodeaba con sus brazos y ella encontró que era el lugar más tranquilo sobre la tierra, el más hermoso y perfumado.Suspiró de pura dicha.El cielo estaba despejado, la brisa era fresca, y el rumor de las olas y el viento eran sumamente relajantes, incluso había en el aire un aroma a flores nocturnas que le hicieron sonreír.—Qué delicioso —susurró Amelia apoyando su cabeza en el pecho de él, mientras él se mecía con cuidado, con una de sus manos metidas debajo de su blusa, aunque quieta, pero en contacto con su piel.—Sí —c
Temprano en la mañana Denise se levantó y lo primero que advirtió fue que la habitación de Zack tenía la puerta abierta, así que dio unos pasos silenciosamente y se asomó. La cama estaba vacía y completamente tendida, como si nadie hubiese dormido en ella. Se asomó entonces a la de las chicas y vio que Catherine aún dormía, y la cama a su lado estaba intacta.No fue necesario sumar dos más dos.Una media hora después apareció su hijo mayor en la cocina, con el cabello rojo alborotado, y Amelia caminando a hurtadillas hacia el baño. Zack al verla le sonrió y la abrazó.No le dijo nada, no quiso hacerles sentir incómodos. Que les contaran cuando se sintieran preparados, así que recibió su abrazo con una sonrisa, feliz por él.Pasaron el día en tranquilidad, en la playa, o el porche. Leyendo,
En la noche, Zack vino a buscarla. Denise no había dado mucha idea de cómo sería su cena, pero cuando Amelia vio a Zack vestido con una americana, se dio cuenta de que había elegido bien su vestido. No tenía demasiados, pues aún no ganaba suficiente, pero este pequeño vestido de cóctel rojo le encantaba. Dejaba sus hombros al descubierto, y le llegaba apenas a la rodilla.—Preciosa, como siempre —le dijo él al verla, y Amelia le dio su mano para que él la besara, justo lo que él hizo.Llegaron a la casa Galecki y fue recibida con besos y abrazos de Catherine y Denise, pero Amelia quedó casi paralizada al ver allí a Damien, luciendo una simple camisa blanca abierta en el pecho y sin botones, con una copa de vino casi terminada en sus manos, y mirándola como si de repente hubiese aparecido un fantasma.—¿Qué haces aquí? —pr
Más tarde, Zack la acompañó en su auto hasta la casa de sus padres. Hoy más que nunca deseaba poder estar a solas con él, pero Elvis ya le había dicho que la esperaría despierto.Aunque ya tenía veinticuatro años y era independiente, ellos seguían con sus reglas de llegar temprano.—¿Estás molesto? —le preguntó, y él hizo una mueca.—Sí, pero no contigo.—No te pelees con Damien, por favor—. Zack dejó salir el aire.—Creo que eso será inevitable. No puedo permitir que te lastime sin consecuencias.—No me lastimó —él no dijo nada, y Amelia lo miró fijamente—. ¿Zack? ¿Estás dudando de mí? Porque, si es así…—No dudo de ti, pero, por un instante, en esa mesa, tú te comportaste co
—Qué… —empezó a hablar Amelia, controlando todo lo posible su voz, su respiración, su cuerpo, que lo que quería era gritar, salir corriendo, romper algo—. ¿Qué haces aquí? Cómo…—Es fácil subir a tu habitación —sonrió él, como si en vez de haber irrumpido en la casa de una familia a altas horas de la noche, estuviera de picnic en el parque en un día soleado—. De alguna manera, sabía dónde pisar para no hacer ruido. Nunca subí aquí a hurtadillas, ¿no? —Amelia tragó saliva. Sí, en la línea oscura, ella le permitió subir a su habitación varias veces.Nunca pasaba nada, porque respetaba demasiado la casa de sus padres como para mancillarla de esa manera, pero le inquietó que él tuviera esos “recuerdos”.—Tendría yo
—Entonces… —dijo al fin, con la voz un poco ronca—. Lo que dices es… que no hay ni la más mínima opción.—Ni en esta vida, ni en la otra, Damien —aseguró ella—. Mucho menos después de haber conocido a Zack.—Por qué… —preguntó él, otra vez molesto—. ¿Por qué él? ¿Por qué mi hermano?—No sé por qué el destino los mandó a nacer a ustedes dos de la misma mujer, al principio me molestó un poco, lo admito, y no lo pude ver de otra manera más que como amigo. Lo hice sufrir… pero… no puedo estar sin él. No quiero estar sin él. Es mi mejor amigo, el mejor hombre del mundo.—¿Porque él no se embriaga, porque no ha embarazado a nadie?—Porque se asegura de hacer siempre lo correcto, de no lastimar a lo
Esa misma semana, Zack recibió en el aeropuerto a uno de sus compañeros de universidad, que junto a él habían hecho equipo de investigación y ganado la beca para el posgrado. Según lo que Zack le contaba, se radicaría en América, ya que, al parecer, compartía ideas de emprendimiento con Zack y pretendían asociarse.Por un momento se preocupó, y lo primero que hizo fue preguntarle su nombre.—Este es Luke Stevens —lo presentó Zack—. Luke, esta es mi novia.—Tú eres la famosa Amelia —le dijo Luke apretando cordialmente su mano. Ella lo miró elevando sus cejas en una sonrisa.—¿Famosa?—Zack no hizo sino hablar de ti estos últimos… veinte o treinta años—. Amelia miró a Zack un poco burlona, pero él no se molestó en negar o pretender que era una exageraci&oacut
Zack emprendió su negocio mucho antes de lo que él mismo había planeado. Richard Branagan casi le pedía ser socio, y por otro lado, los Ellington le ofrecían mejores cargos y mayores compensaciones.Zack tuvo que elegir.Sin dejar las puertas cerradas en Ellington & Company, se asoció con los Branagan, y el trabajo duro empezó. Aunque Amelia propuso renunciar a su trabajo para ayudarlos a tiempo completo, Zack se opuso rotundamente. Necesitaba su ayuda, sí, pero la apuesta era alta, y él no quería que ella arriesgara tanto.—Necesitamos a alguien que esté bien anclado cuando arrecien las tormentas —le dijo, y Amelia aceptó sus términos, de modo que siguió trabajando para Branagan Enterprise.Sin embargo, estuvo con ellos cuando al fin pudieron abrir una pequeña oficina, cuando fueron a la oficina de registros para darle no