Capítulo 5

Hade Smith

—Hade —sacuden mi hombro lentamente y vuelven a llamar—. Hade despierta —dice mi padre sentado al lado de mi cama

y yo abro los ojos con pereza frunciendo mi ceño—. Creo que se te hizo tarde, llevas cuatro horas durmiendo y no te quería despertar, pero no estarás lista cuando llegue..., Bueno no recuerdo el nombre, si no te apresuras.

Me levanté rápido, prácticamente tirándome de la cama para dirigirme al baño mientras me recogía el pelo en una coleta desordenada. Volví a la puerta de mi habitación y le sonreí a mi padre.

—Gracias, voy a prepararme, si llega Nick lo atiendes por mi.

—Por supuesto, puedes ir tranquila lo dejas en buenas manos.

Corrí al cuarto de baño para tomar una ducha y después arreglar mi cabello. Tomé un vestido negro ajustado, el cual daba hasta mis rodillas, poseía un escote en la espalda y sus mangas cubrían mis brazos hasta las muñecas.

Me senté frente al espejo y decidí aplicar un poco de maquillaje, marcando una línea fina de color negro sobre mi parpado superior, aplicando mascarilla en mis pestañas y un poco de color rojizo en mis labios.

Caminé hasta mi cama tomando el celular en mis manos para ver la hora y en la bandeja de notificaciones aparecieron dos llamadas perdidas y un mensaje, todos de un número privado. Mis piernas fallaron y me senté en la cama sin fuerzas, dispuesta a leer el mensaje.

"El tiempo se acaba".

Un gemido se escapó de mis labios y llevé mi celular al pecho con ambas manos, sosteniéndolo con fuerza mientras cerraba los ojos. Mis manos temblaban y mi respiración se descontrolaba cada vez más. Estas reacciones se van a volver costumbre si mi vida sigue de esta forma.

Di un pequeño respingo al sentir la puerta abrirse de golpe.

—Disculpa, no pensé que te fueras a asustar —miré a mi padre forzando una sonrisa y negué con la cabeza—. Nick acaba de llegar. ¿Hade, te pasa algo? Estás pálida.

—No, no. Todo está bien papá, parece ser algo que comí, tranquilo. Puedes decirle a Nick que enseguida bajo, ya estoy casi lista. —Le sonreí de forma forzada, pero intentado que pareciera sincera para que quedara tranquilo.

—De acuerdo, pero no te demores. —Cerró la puerta detrás de él y yo expulsé el aire que retenía en mis pulmones e intenté relajarme antes de bajar.

Me acerqué a la puerta acomodando mi vestido y mirando hacia la esquina derecha del cuarto, observando mi reflejo en aquel espejo que sostenía mi mochila de la escuela... y entonces lo recordé. La hoja que había dejado en las gradas el chico.

Me acerqué hasta el bolso, buscando en los bolsillos de este, hasta que mis dedos hicieron contacto con la hoja. Saqué el papel y lo fui desdoblando poco a poco, hasta ver su interior.

Era un dibujo, de la escuela, justo en el área de deporte, donde varios estudiantes jugaban al fútbol al parecer. Era increíble, tenía sin duda un talento asombroso para dibujar. No pude prestar atención a cada detalle de este al sentir la voz de mi padre llamarme desde las escaleras, aunque tampoco le di mucha importancia.

—¡Ya bajo! —grité guardando en una de mis gavetas el dibujo.

Me adentré a la sala sonriendo al ver a mi padre tan entusiasmado viendo la serie Vagabond, junto a Nick, quien al parecer disfrutaba de la serie tanto como él.

En esta semana Nick había venido con frecuencia, por lo que se había conocido a mi padre, pero dada la tensión que existía entre este último y yo, no habían cruzado más que las palabras necesarias. A pesar de eso, Nick le agradaba mucho, decía que parecía ser un buen chico y que se alegraba que saliera un poco más e hiciera nuevos amigos.

Raspé mi garganta, interrumpiendo sus pequeñas exclamaciones hacia el televisor, para llamar su atención. Ambos me miraron espectantes, mi padre con una sonrisa en sus labios y Nick..., solo me miraba embelesado con los labios entreabiertos.

—No quería molestar este hermoso momento, pero tenemos que irnos. —Nick, pestañeo un par de veces asintiendo y se puso de pie.

—Estás, te ves hermosa —sonreí ante sus palabras torpemente dichas.

Mi padre se puso de pie poniendo su mano sobre el hombro del castaño, haciéndolo saltar por la sorpresa.

—Eh, que no me e ido de la sala aún. Te estaré vigilando —dijo mi padre mirando serio a Nick y este lo miró con los ojos más abiertos de lo normal y yo comence a reír.

—Bueno, dejando de un lado tu papel de padre celoso, ¿cómo me veo?

—Te ves increible, como todo una princesa. ¿Cierto Nick?

—Ss-sí, claro. —Me hizo gracia su cara, esa que pones cuando no sabes si responder o quedarte callada, vamos en plan: trágame tierra.

—Gracias, ahora sí, vamos, no queremos ser los últimos en llegar. —Me acerqué a mi padre y le di un beso en su mejilla—. Te quiero. Recuerda que hoy me quedaré a dormir en la casa de Emma.

—Sí, cuídate por favor —dijo en un susurro cerca de mi oído y yo asentí un poco nerviosa—. Yo también te quiero. Diviértanse chicos, Hade no dudes en llamarme.

—Sí papá, adiós.

Caminamos hacia el auto en un silencio cómodo y una vez allí Nick encendió la radio.

Al cabo de varios minutos comenzó a sonar una canción de Imagine Dragons y yo tararee en voz baja una parte de esta. Nick me miró curioso y divertido a la vez.

—Con que solo le gustaba a Emma, ¿eh? —reí por lo bajo  y ladeé la cabeza.

—En realidad ella cambia de gusto musical muy rápido, en estos momentos ya le gusta alguien más. Y en mi caso, pues mientras dura su amor de fanática a corto plazo, me aprendo algunas canciones, pero no soy muy fans de ellos, me gustan muchos géneros.

—Yo los conozco por lo que escucho de ellos, en realidad es la primera vez que escucho una canción de ellos. Tal vez deba darle una oportunidad.

—Sí, son muy buenos, puede que te gusten —miré hacia la carretera y volví a hablar—. Es en la esquina, puedes estacionar el auto en el garaje si quieres, Emma me lo comentó por si querías.

—De acuerdo.

En la entrada estaba el portero, quien trabajaba como chofer de la familia hace algunos años ya.

—Hade, pueden entrar al garaje, Emma avisó que vendría —dijo abriendo las puertas de esta.

—Gracias, buena noche para usted señor González.

Bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada de la casa.

La casa de Emma es una de las más grande que he visto, su familia tiene una excelente posición económica, de hecho, su casa está hubicada en una zona residencial muy conocida en el país.

En el frente hay un portón enorme, que sirve como muro para entrar al jardín delantero, el que la madre de Emma se encarga personalmente de mantener siempre muy bien cuidado. No es tan extenso, pero hace ver increíble la vista y crea una excelente combinación con el color blanco de la casa.

Habían varias personas en el jardín principal, conocía a muchos de ellos, pero no a todos, ya que algunos eran de el año educacional superior. Sentimos un pequeño grito de uno de los chicos que habían en una esquina, llamando a Nick.

—No pasa nada, puedes ir, yo iré al patio a buscar a Emma. Nos vemos junto a la piscina —dije señalando hacia la parte trasera de la casa.

—Vale, no tardo, te lo prometo —habló mientras caminaba en dirección a los chicos, saludándolos con estusiasmo.

La música se escuchaba cada vez más fuerte y el número de persona aumentaba conforme avanzaba. Abrí las puertas de cristal dando paso a ver el patio y por ende la piscina. Introduje mi celular en la pequeña cartera dorada y detuve mi paso por un momento, buscando a mis alrededores con la mirada a Emma.

Hacia la derecha se encontraba el grupo de chicas de la clase de música de Emma y ella estaba allí.

Me acerqué hacia ellas y sorprendí a mi amiga haciéndole cosquillas mientras ella seguía de espaldas. Ella comenzó a reír y se dió la vuelta para abrazarme, me separé por un momento para saludar a las demás chicas, pero Emma volvió a tomar mi atención.

—Me encantó tu regalo de esta mañana, eres la mejor amiga que pude haber tenido Hade. Por cierto te quiero presentar a alguien hoy —dijo un poco nerviosa y yo supe de quien se trataba entonces.

Fuimos hacia donde se encontraba el Dj y a su lado se hallaban tres chicos, que conformaban el equipo de fútbol de la escuela y en una de sus esquinas otro chico, pero por la poca iluminación en esta zona no podía ver su rostro.

Cuando estuvimos lo bastante cerca, Kevin bajó las pequeñas gradas y vino a nuestro encuentro.

Depositó un corto y rápido beso sobre la mejilla de mi amiga y esta se sonrojó.

—Hade, él es Kevin. Kevin, ella es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. —El chico me saludó amablemente y yo hice lo mismo. Su vista se desvió hacia el DJ y este asintió con la cabeza por un instante.

—Me disculpan un segundo, tengo algo importante que hacer.

—Pero... —Emma dejó de hablar cuando él siguió caminando. Pude ver como la sonrisa de esta se desvanecía y su ceño se fruncia. Coloqué mi mano en su hombro y la miré, regalándole una sonrisa—. Vamos por unas bebidas, ¿sí?

—Claro.

El pequeño mini bar estaba en frente de donde estaba Kevin, a tan solo unos metros.

—Dos margarita por favor. —La música se detuvo de pronto y las voces de las personas en susurros se podían precensiar con facilidad, Emma y yo nos giramos a ver que pasaba.

Las luces seguían apagadas, solo que habían iluminado el lugar donde estaba Kevin, quien se encontraba ahora con un micrófono en la mano mirando a mi amiga.

—Disculpen la interrupción, prometo que solo tardaré unos minutos —dijo con una risa nerviosa—. Hoy quiero hacer algo muy importante para mi. Quiero pedirle a una persona muy especial, que se ha convertido en una de las más importantes en mi vida, si quiere salir conmigo. Emma, tal vez es muy pronto, pero quiero pedirte que estemos juntos a partir de ahora, que nos apoyemos, en las buenas y en las malas... y que me acompañes en mis estupideces. —Las personas rieron por lo bajo, pero para este momento, todas las vistas estaban sobre Emma, quien lo único que hacía era mirar a Kevin con una sonrisa en su rostro—. ¿Que dices Emma, quieres, quieres ser mi novia?

—Emma tienes que responder —dije con gracia en voz baja al ver que se había quedado sin habla.

—Sí, sí quiero. —Los chicos aplaudieron y Kevin bajó hacia ella para abrazarla.

La música volvió a escucharse y por instinto volví a mirar hacia el Dj, la luz ya dejaba ver al chico que estaba al lado de Kevin antes, era él de nuevo.

La copa se escurrió entre mis manos cayendo al suelo, rompiendo el vidrio en pedazos y él se quedó mirándome por unos segundos.

—Hade. ¿Estás bien, qué pasa?

—Emma, él, es... es él. —Ella me miró sin entender nada y yo negué con la cabeza—. Vuelvo ahora, disfruta de tu noche.

—Hade. —Me llamó una última vez, pero yo seguí hacia donde él estaba, aunque ya había bajado y se estaba mezclando con las personas de la fiesta.

Empecé a caminar por el borde de la piscina para poder avanzar con más rapidez, ya no lo veía, pero no iba a desistir.

Mi tobillo lastimado se torció nuevamente al darme la vuelta por escuchar mi nombre y hacer un gesto brusco, al punto de caer casi a la piscina. Una de mis muñecas fue sostenida con fuerza hasta ayudarme a recuperar el equilibrio.

—Graci... —Interrumpí mis palabras al verlo tomando mi mano.

—Deberías de tener cuidado —dijo soltándome.

—Espera.

—Te están buscando y yo tengo que irme. —Iba a tomar su brazo para detenerlo pero Nick me tomó del hombro.

—Que bueno que te veo, te estaba llamando, hay bastante personas aquí.

—Sí, Nick, tengo que salir un momento —dije mirando por donde se había ido el pelinegro.

—¿Lo conoces? —preguntó curioso.

—Algo así, ¿tú lo conoces? —Él ladeó la cabeza.

—Estuvo el año pasado en la escuela, pero se había ido al extranjero y hace dos meses aproximadamente, volvió. Su nombre es Axcel, pero no sé nada más de él.

—Gracias. Nick, tengo que irme, lo siento y por favor hazle saber a Emma que no voy a poder quedarme a dormir hoy, pero que todo está bien, que no debe preocuparse.

Pasé por su lado apresuradamente, buscando a los alrededores al chico, pero no había rastros de él, así que caminé hasta la calle.

Estando en la acera, mi tobillo comenzó a doler un poco más, asi que me agaché para quitar mis tacones y tomarlos entre mis manos, acomodando la fina cadena del bolso que colgaba de mi hombro para que no estorbara.

Levanté la cabeza y miré hacia los lados, en la esquina opuesta se hallaba él, adentrándose a uno de los callejones del lugar.

Corrí a pesar de que seguía lastimando mi pie con cada paso, obligándome a disminuir la velocidad. Mientras lo perseguía, no me había fijado cuanto me había alejado de la casa, estando en una calle completamente sola y oscura.

El sonido de unos pasos detrás de mi hicieron que mi cuerpo comenzara a temblar y volviera a sentir miedo. Los latidos de mi corazón se aceleraron por completo y sentí mi piel erizarse. Intentaba caminar más rápido, pero la velocidad de los pasos que me perseguían también lo hacían.

Había llegado a la entrada del callejón donde el chico había desaparecido minutos atrás, aunque para ese momento, ya me enontraba corriendo con todas mis fuerzas, sin embargo, ya no tenía salida.

—Axcel, ayúdame por favor —dije sin ni siquiera verlo, sintiendo un golpe fuerte en mi cabeza, haciéndome caer sin resistencia.

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