Van hacia la carretera, siguiendo el camino hasta el paraje policial que se encuentra no muy lejos de allí.
—Él viene conmigo, todos esos también. —Regina señala a Salvatore y sus hombres, para que no los capturen. Da pasos firmes y seguros, reprimiendo el insistente dolor en el tobillo derecho y mostrándose con toda la fiereza que la caracteriza—. A Austin llévenlo a la estación. Bastardo…
Fulmina con la mirada al pelirrojo y hermano del difunto Kevin.
—Como ordene, capitana. —Robert responde con una pose rígida y se lleva a Austin junto con otro compañero.
La pelicastaña ahora luce su peluca negra y camina erguida, porque es que cuando ella está en su trabajo simplemente se transforma en quien sea que su
Ambos hermanos se dirigen ahora a casa, luego de haber dado una larga declaración en la estación de la policía principal de Los Ángeles, donde Mel ha dicho tremenda mentira, porque teme por su vida y la de su familia. Ya está amaneciendo, el sol deja ver sus primeros rayos anaranjados adornar el cielo. Van tranquilos, en silencio se dirigen hacia un hotel para dormir un rato y asearse como es debido, antes de llegar a casa.—¿Segura que estás bien? No sé, estás muy callada —Salvatore peina el desprolijo cabello de su hermana, el cual ni se ha dignado a peinar por lo menos con sus dedos—. Algo te pasa…Melanie niega, silenciosa.—Estoy cansada, llevo días sin dormir. —Frota los dedos, sintiendo nervios sin razón.
«¿Suya?». Recuperando un poco la lucidez, Regina se pregunta aquello. Se siente algo humillada y regañada como una chiquilla que desobedece a su padre. Ella siempre ha hecho lo que le place, nunca ha tenido ataduras ni nadie que la detenga.—El que se está portando muy mal aquí, eres tú. En realidad sí te mereces un castigo por idiota —espeta con rabia, tratando de recuperar el aliento.Desea cerrar las piernas pero él no se lo permite. Las lamidas del rubio la relajan de nuevo, sentir cómo es saboreada por él, le regala una sensación diferente, muy placentera. Pero esto no dura mucho hasta que comienza a pellizcarle los pezones con fuerza.—Tienes una boca muy sucia, Regina. —Se acerca y le muerde el carnoso labio inferior.
—Regina… ¡¿Qué es lo que haces, mujer?!Aquella voz masculina la hace detenerse y esconder su rostro avergonzado en el cuello de Salvatore, quien frunce el ceño ante tan autoritaria reprimenda que escucha hacia su mujer.—¿Estás bien, preciosa? —Le retira el cabello del rostro, mas ella parece haber encontrado un buen escondite ahí—. ¿Quién es ese?Ella mueve un poco la cabeza hacia su oído.—Kyle… —Le susurra, con notorio estrés en su voz.Él se pregunta el porqué se pone así al ver a su ex, el bastardo que la dejó plantada el día de la boda hace poco tiempo porque no lograba concebir un hijo.
El reloj va marcando la medianoche, Salvatore se encuentra sentado en el taburete y con la cabeza recostada a la barra, perdido en sus cavilaciones.—¡Hey! ¿Qué haces aquí? —Mike le da una palmada en el hombro.—No mucho que digamos… —responde casi arrastrando las palabras.Mike se sienta a su lado.—Estás ebrio… Ya encontraste sana a Melanie y recuperamos los negocios que casi perdemos, ahora todo está bien, ¿no? ¿Qué te ocurrió, hermano?—Casi asesino un hombre hace unas horas, pero eso no es lo peor…, es que casi lo hago por una mujer que no debería… —Se detiene de pronto.Mike, el típico bur
El corazón de la mujer da un vuelco, por una parte se alegra porque los responsables que su niño no esté con ella van a pagar la condena que se merecen y eso la hace sentir como si se le cayera un gran costal de la espalda. Sin embargo, por otro lado siente ira debido a que tienen un poco más de la culpa los proveedores que les vendieron armas de alto alcance a ese grupo delincuencial y una de esas armas acabó con la vida de un angelito que apenas comenzaba a vivir. Si es así, se plantea que entonces esa sea la última misión antes de renunciar, que esta sea la última vez que se manche las manos de sangre si es necesario.—¿Son traficantes? —Interpela a su padre con cierta curiosidad.—Efectivamente. El que lidera esa organización es un psicólogo que usa eso como fachada, se llama Salvatore White, compra arm
Observa esos ojos azules intensos, ahora cargados con un poco de zozobra.—Muchos pendientes, asuntos inconclusos, unas cuantas deudas… —ríe con pena. La toma de la cintura y se acerca a ella—. Pero no hablemos de eso.Regina asiente.—¿Me extrañaste? Porque yo te extrañé mucho en estas horas. —Suelta una risita traviesa, sus mejillas se tiñen de un bonito rosa.—Cuando te sonrojas así, me encanta. Eso quiere decir que llevas una niña mala escondida dentro. —Besa sus cachetes—. Claro que te extrañé, cada minuto.Ella lo mira sorprendida, en realidad se pregunta si el tipo de relación que tienen es tan intensa como parece ser.
La toma de la mano y besa su mejilla, ella asiente enérgica. Adora pasar momentos de calidad con él, sobretodo dormir a su lado y sentir su aroma varonil, sentirse protegida entre sus fuertes brazos.—Me encanta cuando sonríes así, antes parecías amargado y egocéntrico. —Se burla de la cara de gruñón que ha puesto.—Sabes que nunca me imaginé en esto, sacas lo mejor de mí. —Acaricia su pequeña cintura desnuda cuando van de camino a la camioneta.—Me alegra saber eso, al menos me siento útil para algo que no sea matar o correr por mi vida...Salvatore traga en seco al escuchar aquello; sus vidas son parecidas pero tan diferentes a la vez. Se detiene antes de abrir la puerta.
Me coloca el cinturón y enciende el auto. Yo niego con la cabeza.—Nada. Solo hubo un accidente con un estudiante, la ambulancia ya se lo ha llevado —respondo sintiendo un nudo en la garganta, sospechando que quizá el pelinegro les hizo algo a esos dos.—Espero que se recupere el muchacho...Entonces permanecemos en silencio, no hablamos nada más hasta llegar a casa. Otro día más lleno de problemas en mi hogar monótono y aparentador de amor...Joel Wong, ese es el nombre de mi nuevo guardían. Se la pasa detrás de mí, es como si alguien me hubiera enviado un cuidador demasiado apuesto para mi débil corazón. Del rubio no he sabido más nada, no lo he visto de nuevo y he escu