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^^Capítulo 04^^ Inseguridades

^^Jensen^^

—Continuo esperando por ti — insiste en su propuesta.

—Ella no tiene precio, no quiero tu cochino dinero, no quiero ponerle cifras a nada, puedo salir de mis deudas por mi propia cuenta sin tu ayuda, no te creas especial, no renunciare a su amor — borra la sonrisa que poseía en sus labios.

—Bien, te estaba ofreciendo una oportunidad, veamos cómo logras resolver tus deudas — se va junto con sus guardaespaldas.

Que idiota es al venir aquí a proponerme dinero por ella, Victoria es mía, se que fui un cobarde al dejarla casarse, pude haber hecho más aquel día de su casamiento, lo único que hice fue huir, estaba dolido y enojado, por esa razón me marché y escape por días. Ahora volví, volví por ella y para ella, volví para llevarme lo que me pertenece.

Puede que muchos tengan razón, no soy digno de ella, soy un pobre idiota que vive de la mecánica, no tengo dinero ni para llevarla una noche a cenar en un restaurante de su clase, si salimos un día no podemos hacerlo más, odio mi vida miserable, odio no estar a su altura, odio no tener dinero y así jugar del mismo modo que él.

Desde un principio tenía miedo que algo así ocurriera, me esperaba cualquier cochinada del padre de Victoria, por eso quería fugarme con ella, irme lejos de ese señor, algo que fue tarde para ambos, porque ya él la había intercambiado. Todos los de esas clases son unas basuras, no le importan más nada que el poder y él dinero.

Hoy me muero de celos y rabia por saber que en este instante tiene más oportunidades que yo, es con él con quién está, es en su mansión lujosa donde vive, es él quien le da los gustos más caros, la comodidad más perfecta, los detalles más preciosos, y yo… yo nada de eso le puedo dar, únicamente amor, y comienzo a dudar que sea de mucho.

Tengo miedo que su amor por mi muera y le de oportunidad a ese hombre, ahorita está rehusada ¿Pero y mañana? No siempre lo estará, en cuanto acepté su destino aceptará que él entre a su vida por completo, si eso pasa me muero, mi vida se desplomaría. Haberla conocido fue lo mejor que me pasó, conocía de nuestras diferencias, y aún así no me importó en lo absoluto, esperaba que sus padres fueran con ella y resultaron ser unos malnacidos.

Nuevamente alguien toca mi puerta, espero no sea ese sujeto otra vez, al abrirla me siento aliviado, es Fer, la amiga de Victoria.

—¡Por dios Jensen! ¿Qué te ocurrió? — toco mi mejilla.

—Evanson, vino aquí a ofrecerme dinero para que la dejara en paz — la invito a pasar.

—Que horror Jen, mi amiga la está pasando muy mal — tomo una botella de ron barato y la bebo.

—¿En serio? ¿Crees que peor que yo? — la miro por sobre mi hombro.

—No seas imbécil, no sabes lo difícil que es para ella estar con otro hombre que no seas tú — el nudo en mi garganta tranca el paso del ron. Tengo que encontrar la forma de llevármela lejos.

—Necesito verla — estoy enloqueciendo.

—Ira a mi casa hoy, mis padres no estarán por unos días, puedes ir, no me molestaría, pero debes tener cuidado — su amiga nos ha apoyado mucho, y pensar que al inicio no le pareció correcta nuestra relación.

—Esta bien — suspiro — La extraño, me aterra la idea de saber que él la puede enamorar — tomo asiento y Fer lo hace a mi lado.

—Ella a ti también, no ha sido fácil Jensen, cada que hablamos llora por no estar a tu lado, se reprocha el no haber podido detener esa locura — debería ser yo quien se reprochara todo eso y no Vicky, ella no.

—¿Crees que yo soy bueno para ella? No tengo nada que ofrecerle, mírame Fer, soy… soy un pobre que no tiene ni para comprarle una flor — golpeo la pared.

—Jensen, no pienses de esa forma, juntos pueden lograr mucho — bufo.

—¿Mucho? ¿Cómo que? Solo se de mecánica, y ella… ella toda su vida a sido consentida, Victoria no sabe hacer nada, tampoco la pondría a hacer algo— se resigna.

—Puedo ayudarles con dinero para que vivan por un tiempo — ¿Se imaginan? ¿Yo recibiendo dinero de una joven de dieciocho años? Humillante.

—No, puedo conseguirlo, Tranquila, está vez planeare todo bien — deseo que los resultados sean excelente.

—Esta bien. Si quieres puedes irte conmigo, así ella se sorprenderá de verte, la pondría muy feliz — su idea me agrada.

—Perfecto, no le comentes nada de que Evanson vino aquí — me ve confundida.

—¿Por qué? Ella debería de saberlo.

—No, no quiero cargarla con más preocupaciones — voy por mi chaqueta y mi billetera vacía. La idea de llegarle de sorpresa me ha gustado.

Cómo le dije a Fer haré lo posible para planear bien nuestra fuga, pagaré mis deudas, me esforzaré en el trabajo de ser posible, no permitiré que la mujer que amo se me escape de las mano y viva una vida infeliz al lado de alguien que no ama.

—Vámonos, ya quiero verla — ayer cuando la vi mi corazón brinco de felicidad, me odio en parte por haber sido duro con ella, más bien idiota, quizás mi enojo por verla con él me afecto, no es fácil, no lo es cuando estás perdidamente enamorado, y más cuando no tienes lo recursos necesarios para defender ese amor. Esa joven mujer de cuerpo fino y cara consentida me enloqueció, atravesó mi corazón como una flecha, cambio mi vida, mi forma  ser, desapareció mi vida amargada, la volvió alegre y tierna, me hizo saber que cuando se ama no importa más nada que eso.

—¿Qué tanto piensas? — miro el camino.

—En mi vida, en ella, en todo, quiero hacer muchas cosas que la haga sentir orgullosa de mí, prepararme y tener un negocio que nos de para vivir con dignidad, Fer en mi condiciones no puedo ofrecerle nada — bajo la mirada.

—Hace un momento atrás dijiste que harías todo por fugarse — asiento.

—Así es, pero ya comienzo a dudar — me mira de mala gana.

—¿Eres idiota o que? — se forma un nudo en mi garganta.

—Soy un maldito pobre Fernanda, quiero estabilizar mi vida y luego ir por ella — me ve decepcionada.

—¿Sabes cuánto tiempo te llevará eso? ¡Muchos años! No es fácil Jen — mis lágrimas se me escapan, es la primera vez que lloro ante una mujer que no sea Victoria.

—Me estoy ahogando, mis inseguridades me harán perderla —tomo aire.

—Entonces empieza por ser más seguro de lo que quieres, porque creo que verdaderamente la perderás — la veo a ella.

—Mi mundo no lo veo sin Victoria — se detiene.

—Eres un hombre ya bien adulto y puedes tomar decisiones difíciles Jensen, o te quedas a pelear por ella, o te vas para siempre. Porque eso de irte y volver en años no funcionará, en ese tiempo él logrará su objetivo, y para ti será tarde — es cierto, corro muchos riesgos. Ella no me esperará siempre.

—Odio mi vida — soy el hombre más fracasado del mundo, tuve miles de oportunidades y ningunas me importó, ahora no tengo ni un centavo para ofrecer a Victoria.

—No seas inmaduro, no es momento de que odies o no tú vida, es momento de que decidas que camino tomar, ella confía en ti Jensen ¿De verdad la abandonaras como lo hiciste el día que se casó? Te juro que si lo haces jamás volveré a ayudarte a verla ni a recuperarla, su amor por ti es más grande que cualquier otro. No seas imbécil — intento calmarme. Ella continua el camino a su casa.

—¿Qué tan vigilada la mantiene? — niega.

—Muy bien, mi amiga no la está pasando nada agradable — todo esto es culpa de Víctor.

—Su padre es un miserable, entregar a su hija fue tan bajo, como lo detesto — concuerda Conmigo.

—Eso la devastó. Jamás espero que su padre hiciera algo así, está llena de odio — no es para menos — Llegamos, bajemos rápido, ya está cerca — hago lo que me pide y entramos a su casa, la gente de dinero definitivamente vive como quiere — ¿Deseas algo de beber? — niego. Lo que deseo es a mi hermosa Victoria.

—Así estoy bien — se asoma por la ventana.

—Llegamos a tiempo, un poco más y te pillan llegar conmigo — me señala una puerta — Ve a la cocina, es por… si llegan a entrar sus guardaespaldas — lo hago, me mantengo aquí esperando a que Vicky haga presencia, muero por abrazarla y besarla.

Con cuidado me acerco a mirar, la noto entrar y abrazar a Fer, en cuanto cierra la puerta salgo, Victoria abre sus ojos y sonríe, corre a mis brazos con tanta emoción que diría cuánto opaca la mía. Sujeto su rostro y beso sus labios, esos que me transportan a un mundo tranquilo y de paz,

en ellos me puedo dar cuenta que sigue siendo mía, sus besos son sinceros y apasionados, únicos e inigualables.

—¿Qué haces acá? Te extraño, te extraño — la abrazo con fuerza.

—Debia verte, saber de ti, no soporto mirarte con otro — pegamos nuestras frentes.

—No quiero causarte problemas — me duele verla llorar.

—No será así, nadie sabrá que estuve aquí — mira mi mejilla.

—¿Qué te pasó? ¿Fue él? — miento.

—No, me golpee en el trabajo, pero eso no importa, ahora me interesa es compartir este momento contigo — ella es mi mundo.

—Bueno, tengo una habitación de huéspedes por si quieren hablar a solas, yo estaré en la mía — Niego, sería irrespetuoso.

—Podemos hablar aquí, tranquila — sonríe.

—Tranquilos, eso no me molesta, véanlo como un hotel, me deberás mucho por la habitación — Vitoria se carcajea, hacia mucho que no lo hacía.

—Gracias amiga — hace gestos de despreocupada y se va — Ven, se cual es — la sigo.

—Me siento muy apenado — entramos.

—Lo se, me da tanta felicidad verte Jensen — toca mi rostro — No quiero que el día acabe — la sujeto de la cintura.

—Yo tampoco — empiezo a devorarme sus labios con tanto anhelo, mi deseo en hacerla mía crece con rapidez, nos comemos y nos damos a conocer lo mucho que nos extrañábamos.

Desnudo con desespero su cuerpo para empezar a besarlo, la subo sobre la cama y voy repartiendo pequeños y sutiles besos sobre su piel pálida, ella se estremece y libera leves gemidos, succiono sus pezones mientras que con mis dedos navego en su mar de fluidos, tenerla para mí es un privilegio. Arrastro mi lengua por todo su abdomen hasta posarme sobre su intimidad, esa que brilla con intensidad por la humedad, Victoria clava su vista en mí, mira mi lengua entre sus pliegues, únicamente con la punta remuevo sobre clítoris, lo hago rápido en forma de círculos, mi hermosa pequeña no aparta su vista de lo que hago y se mueve cuando así su cuerpo lo requiere.

Succiono ese esquisto líquido y lo saboreo como jamás antes, me deleito entre sus piernas recordando la primera vez que robe su inocencia, aquel día me daba hasta miedo lastimarla. Adentro mi lengua en su interior y la muevo causando que gima con intensidad, ella misma acaricia sus senos de la forma como tanto me gusta, me devoro todo su coño rosa ansioso por complacerla.

Quito mi rostro de su intimidad y hago desaparecer mi ropa, con mis dedos voy subiendo por sus piernas hasta su abdomen, la acaricio antes que nada, observo su cuerpo frágil. Masajeo mi pene calmando así la ansiedad, con mi dedo pulgar froto su sensitivo clítoris, con la punta de mi miembro lo desplazo entre sus pliegues hasta ubicarme en su entrada, me acuesto sobre ella acariciando su cabello, voy entrando de forma lenta, me gusta sentir lo estrecho de tu interior, lo caliente y lo húmedo que permanece, en cuando toco lo más profundo de su ser ambos liberamos un gemido placentero. Mis vaivenes se mantienen en su mejor punto, quiero hacerle el amor a la mujer que quiero con todo mi ser, hacerla sentir especial y amada.

—Jensen — pronuncia mi nombre sobre mis labios, mantengo mis ojos abiertos al igual que ella, nos miramos fijo, introduzco mi lengua en su boca buscando la suya, al encontrarla ambas se enredan sin ganas de separarse, entrelazamos nuestros dedos y nos sujetamos como si no deseáramos jamás separarnos, ella con su mano libre la pasa por mi espalda acariciándome, yo por mi parte empiezo a tornar los movimientos un poco más intensos, a medida que embisto su intimidad sus paredes van aprisionando mi erección.

Abandono sus labios para besar su cuello y lamerlo a la misma vez, su piel rápidamente se eriza de la misma forma que la mía, algo dentro de nosotros se aproxima a querer liberarse, los gemidos, los gritos y las ansias se vuelven más consecutivas, nos sentimos envueltos por la necesidad de querer entregarnos mutuamente.

—Jen, te amo — su voz se corta.

—Te amo mi amor — mi corazón late de prisa, son tantas las emociones que llevo por dentro, felicidad, tristeza y odio.

—Jensen… Jen — aprisionamos más nuestras manos — No pares — embisto rápido.

—Siempre serás mía y yo tuyo — nuestro cuerpos ya están próximos a ser invadidos por el orgasmo.

—Siempre mi amor — unimos nuestros labios, embisto un par de veces más y mutuamente nos dejamos envolver por la satisfacción, gimo sobre sus labios cuando libero todo mi líquido en ella, penetró una vez más terminando de liberar mi placer, nuestra manos permanecen entrelazadas, nuestros corazones acelerados al igual que la respiración, no puedo evitar contener mi llanto, no es nada fácil saber que la mujer de mi vida es esposa de otro ser.

—No quiero estar sin ti Jensen — ella también llora.

—Dame tiempo de resolver todo por favor — Fer tiene razón, debo actuar y buscar la manera de librarla.

—Jen — me ve nerviosa.

—¿Sucede algo? — asiente.

—Sí — no para de llorar.

—¿Qué te hizo? — si la obligó a algo lo mato con mis propias manos.

—Esta decidido a que nos vayamos del país Jensen, en una semana nos iremos a vivir muy lejos — esa noticia me pega contra el suelo repetidas veces hasta dejarme sin ánimos de nada. Si se la lleva la pierdo para siempre, y eso no puede ocurrir, yo no puedo perder a Victoria. ¡Maldito desgraciado!

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