Zaideth
—¿Crees que con irte te vas a apartar de mí? —ese fue el mensaje que recibí por parte de Nicolás.
Me heló la sangre. Pensaba que ese ataque había sido el final de lo que sería su obsesión, pero estaba más que equivocada.
Las vacaciones habían sido perfectas, hasta esa noche. Lo sentía como una oscuridad que quería volver a atacarme. Los recuerdos de noches inseguras donde pasaba la mayor parte de las horas llorando volvió a mí como un fuerte golpe en la cabeza.
El intentar dormir fue complicado. Por primera vez pude agradecer el cansancio de los ejercicios que me dieron pesadez en los ojos y así pude acurrucarme en los brazos de Morfeo.
Pero esa mañana, cuando estaba desayunando con Walter, lo vi raro, estaba serio, observándome como si me evaluara.
—Volvamos a Santa Marta —me
WalterMi segundo error fue dejar que se rompiera nuestra intimidad en la cabaña de la playa.Esa noche me dejé llevar por el amor. A Zaideth la había llamado Clara y ella le informó que estábamos cerca de la ciudad, que nos encontrábamos en el Parque Tayrona, ya que desde esa cabaña teníamos acceso a todo el parque.Clara tenía años que no visitaba el parque y, como éramos amigos, preguntó si podría ir con su novio.Para ese momento yo estaba escuchando la conversación ya que Zaideth puso la llamada en altavoz y yo no le vi problema. De hecho, les dije que trajeran a Stela, porque, si se enteraba que nos habíamos reunidos sin ella, iba a enojarse muchísimo.Quería que Zaideth se divirtiera y, cuando vio que había aceptado que todo su repertorio fuera, sus ojos brillaron de la emoción.Clara co
ZaidethEra la cosa más incómoda del mundo. Tener que almorzar en la misma mesa donde estaba presente mi novio y mi crush hacía que la comida no me pasara de la garganta.—Tenemos en esta mesa a alguien famoso, ¿sabías Walter? —dijo Jose, soltando por lo bajo una risita.—Ah… ¿ya van a comenzar? —se quejó Mateo.—¿Eres famoso? —inquirió Stela.—Es escritor —respondió Clara mientras hablaba con emoción—. Y si leyeras sus novelas, son geniales, ya me he leído tres —rodó la mirada a Mateo—. ¿Quién es tu musa inspiradora? Ya me di cuenta que es toda una saga, ¿es tu ex?Mateo sostenía una sonrisa mientras negaba con la cabeza y revolvía los espaguetis salteados.—No… es la ex de un amigo, me gustó mucho su
Zaideth: parte 2—¿Crees que alguien podría separarnos? —pregunté y su rostro lo delató.—Puede pasar —respondió—, no somos adivinos para saber nuestro destino.—El destino se crea a base de decisiones, Walter —dije.Quería que Walter me dijera que él no permitiría que alguien nos separara, que ese amor que me profesaba era tan fuerte que no dejaría que un tercero dañara nuestra relación. Pero no fue lo que escuché.—Y nosotros no sabemos cuáles serán las acciones que tomaremos en el futuro, amor —me sonrió—. No pensemos en esas cosas, vivamos el momento. No me gusta que me pongas esa carita, esto es una tontería.Intenté sonreír para que no me regañara por sentirme mal por esas pequeñeces, como él las llamaba.&md
MateoSu mirada, fue su mirada. Estaba en el fondo del parque, sentada debajo de un árbol, en una banca. Pero sabía que aquella mirada no era para mí, sino para él, para Carl.Él no sabía que había una persona en la faz de la tierra que lo veía con tanta ternura, amor e inocencia. Quería que alguien me viera así, por eso quedé con aquella imagen impregnada en mi mente.—Mateo, oye… —llamó Carl y chasqueó los dedos frente a mi rostro— Préstame atención.—Ah… —parpadeé dos veces y volví a verlo.Cuando llegué a casa, sabía que debía escribirlo, así que me senté frente a mi computador y pasé un día entero creando la historia. Así fue como terminé mi primer libro, en cuatro meses donde llegué
Mateo, parte 2Intenté escribir lo sucedido con Zaideth en la discoteca: era la primera vez que algo como aquello me pasaba; sí… lo acepto, soy un chico que no tiene muchas cosas por contar.Pero esos golpes en mi rostro, después ver cómo una joven intenta asesinar a un chico con una botella de vidrio, los gritos de las personas, la sangre corriendo por el rostro de Zaideth mientras lloraba…. Servía para escribir un libro.Pero, el estar frente al computador, no di para escribir ni un sólo párrafo: otra vez.Me sentía abrumado con todo lo que pasaba en mi vida, no era capaz de entrar a mis cuentas y encontrar tantos mensajes de personas que querían saber cuándo saldría el primer capítulo de mi novela. No me sentía seguro ni del título, era agobiante estar así y más porque sabía que todo lo que ten&iacu
Walter:Mi tercer error fue el confiarme, creer que todo fue una pequeñez donde Zaideth seguía amándome como cuando le entregué el collar de identificación. Pero no, para esa noche en la cabaña, ya la había perdido, sólo que no lo sabía.Después de pasar la tarde en la playa, había quedado bastante cansado, así que me di un baño y me acosté a dormir.Me desperté al escuchar una carcajada a mi derecha. Al abrir los ojos de di cuenta que Zaideth estaba bastante sonriente observando fijamente la pantalla de su laptop.—¿Qué haces? —le pregunté mientras me acomodaba a medio lado.Pude observar que leía algo, así que imaginé que sería uno de los tantos libros que leía a diario: era una ratona de biblioteca.—Conseguí un nuevo trabajo —me dij
Zaideth:Estaba encerrada en la habitación, hecha una bolita en el mueble que se encontraba en el balcón llorando a cántaros. Llevaba una hora allí, sin poder darle la cara a todos.Fue bochornoso. Humillante. Mi dignidad quedó tirada por el suelo.¿Cómo podía ser posible que mi propio novio me desprestigiara frente a todos los invitados? ¿Que se atreviera a decir que yo le había sido infiel, y lo peor, que dijera que yo seguía hablando con ese hombre?Estaba peleando conmigo misma para poder mantener la compostura frente a toda esa situación que me torturaba, y que, Walter de un momento a otro, transformara la discusión en un sinsentido donde cuestionara mi fidelidad insinuando que yo era una cualquiera… Hizo que en mí muriera algo.Quería recoger mis cosas y marcharme de aquella cabaña, no volverlo a ver má
Zaideth “parte dos”:Fue la primera vez que me senté frente a un computador sintiéndome inspirada. En mi mente su sonrisa se reproducía una y otra vez; era mágico.Sentía que algo dentro de mí se retorcía de la emoción y quería sacarlo: hacer arte. Así que comencé a escribir toda una lluvia de ideas. Era mi mayor secreto, y eso me fascinaba, porque podía pasar días enteros frente a mi escritorio, encerrada en mi cuarto. Cuando necesitaba descansar, me estiraba en la silla del computador o caminaba y me asomaba por la ventana, observando la panorámica de casas blancas con árboles de mango sembrados en las terrazas.A veces, cuando necesitaba averiguar sobre redacción de novelas, me iba a la biblioteca del Banco de la República, podía alzar la mirada del libro y observar por los grandes ventanales