Mateo: aquí y mucho másEsa sensación de que lo has logrado, por fin: es lo mejor del mundo.La veía conversando con su prima, teniendo en mi pecho la seguridad de que esa noche dormiría a mi lado.Esa sensación de haberla podido conquistar, por fin, me reconfortaba.Qué engañosa es la ignorancia, te transporta a una realidad que no es la verdadera, la que pasa en tiempo real. Es como si te llevara a un mundo lejano, que poco a poco, a medida que vas teniendo conocimiento, se va coloreando con pinceladas agridulces.Tiempo después, me enteré que en ese momento Zaideth le hablaba sobre nuestra relación como algo pasajero, que yo era uno más de sus aventuras. Y yo, como un bobo, en ese instante que le decía eso, viéndola con ojos de amor y pensando en que por fin conformaría mi tan anhelada familia con ella… Qué equivocado estaba.—¿Y por qué te viniste antes de tiempo? —me preguntó Carl, a mi lado.Estábamos sentados en una pequeña sala, en unos muebles de cuero marrón con betas antigu
Zaideth: los últimos años de mi juventudRecuerdo esta etapa de mi vida con tres sensaciones: caricias, lectura y muchas preguntas.—¿Por qué Carl se fue? —le pregunté a Mateo cuando anocheció.—Dijo que necesitaba hacer unas cosas del trabajo —respondió mientras se acostaba en la cama.Me acosté a su lado y me acurruqué en su pecho. Él me besó la frente y yo le di un beso en la punta de su nariz.Esa otra mañana, al despertarme, Mateo ya se había levantado. Al bajar al primer piso, lo encontré cocinando, hacía huevos revueltos y el olor a café se colaba en mis fosas nasales.Cuando logró verme, me sonrió y se acercó para besarme la frente (empezaba a ver que le gustaba hacer eso).—Buenos días, corazón —me susurró.—Buenos días —rodeé su cintura con mis brazos.Habría estado todo el día así, abrazándolo. Sintiendo su cálido aroma y calor cerca de mí, escuchando el palpitar de su corazón. Pero los suaves pasos de alguien acercándose a nosotros me hizo despertar de mi ensoñación: era C
Mateo: relaciónNo sé si fue al principio o al final que las cosas con Zaideth se fueron a discusiones y sumió nuestra relación en el colapso, en algo que no podía rescatarse. Recuerdo mi disgusto por las preguntas que me hacía, la forma en que me mirada y yo me daba cuenta que ella estaba enojada conmigo, porque era incapaz de responderle lo que me preguntaba.Tal vez fue esa noche en que discutí con Carl y comenzamos a gritar cosas que ella nunca tuvo que escuchar. Tal vez ella no perdonó que yo dañara su fiesta de cumpleaños por empezar a pelear con Carl y que Walter presenciara todo y se diera cuenta que nuestra relación no era tan diferente a la que ellos en su tiempo tuvieron.Nunca creí estar en una relación con tantos altibajos, creo que nadie pensó en eso cuando comenzó una relación. Y sé que ella esta vez no fue la culpable, que yo fui quien la lastimó la mayor parte del tiempo, que no debí ocultarle tantas cosas y también tuve que dejar que me ayudara a resolver mis problem
Zaideth: los últimos años de mi juventud 2Era como si estuviéramos casados, así me sentía. Nunca había tenido esa sensación de protección, de saber que, por más mal que me estuviera yendo en la vida, no podría correr peligro, porque tenía a alguien que me protegía.No sentía que a Mateo le asustara el gastar grandes cifras de dinero en mí. De hecho, el nuevo celular que me regaló juntaba dos salarios completos que yo recibiría en mi trabajo anterior. Nunca en mi vida habría pensado en comprarme uno así, ni en mis sueños.Parecía que para Mateo eso no era un problema. Llegué a compararlo con la reacción que tuve con Walter, nunca miraba el precio y, cuando le daban la cuenta, su reacción nunca era de asombro.Me di cuenta que así vivían los ricos, por eso tení
Tercera parte: parejaZaideth, doce años de edad:Puedo saber con exactitud cuánto tiempo me cuesta llegar al colegio en las mañanas, también el tiempo que me retrasaré si hay un trancón en el rompoy que está a unos metros del megacolegio.Mi parte favorita es cuando debo bajarme y cruzar el parque lleno de robles florecidos, donde los pájaros cantan y algunos niños pequeños van en fila india, con los profesores a la cabeza, con unos silbatos, pidiendo paso a los vehículos para que los dejen pasar.Allí, el momento es muy tranquilo, con el aire fresco de las seis de la mañana y las carcajadas de los estudiantes que se van reencontrando con sus amigos.Sin embargo, mi recuerdo favorito se dio antes de ese momento en que me bajo del bus. Fue cuando vi a una pareja subirse antes del rompoy, debían tener entre veinte a&ntild
Zaideth: musa inspiradoraTosí, aunque no tenía ganas de hacerlo, pero necesitaba disipar el silencio incómodo que había en la biblioteca.Veía que Mateo sacaba de la enorme estantería algunos libros (siete en total) y los puso sobre el escritorio de madera rústica. Aparte de esos siete (que yo sabía era su saga kilómetros en primera edición, la que le dio la editorial cuando los publicó), sacó tres más y, por último, el libro La chica de las caras rotas, donde se veía una joven viéndose de espalda, llevando su largo cabello trenzado, el espejo se encontraba roto y en el reflejo del espejo, el rostro de la chica estaba deforme, por los fragmentos del vidrio que no daba una imagen uniforme.Me sorprendió ver frente a mí el libro que había ayudado a Mateo a escribir y saber que hasta en ese momento se había inspirado en
Mateo: enamoradoEl momento es de tensión, la mirada de Eva está fija en Zaideth y después pasa hasta a mí. Decidió acercarse a nosotros, porque quiere impedir que discutamos.—Zaideth, por favor, arreglen las cosas —pide, con tono suave.—¿Por qué lo dejaste entrar? —pregunta, su cara es bastante seria, rayando en la furia.—Porque sé que ustedes deben hablar —la mirada de Eva es de reprensión hacia su hermana.Zaideth se levanta del sillón y me barre con la mirada. Me sorprende ver que, ahora que está de pie, su vientre es más visible y siento que mi corazón da un vuelco.—Yo no tengo nada que hablar contigo —me dice con voz seca—. Vete, por favor.—Zaideth, por favor —pido—. Hagamos esto por las buenas.—¿Y qué va a pasar por las malas? —s
Zaideth: apoyoMateo estaba durmiendo, era eso de las dos de la tarde y no tenía intenciones de despertarlo, sabía que estaba bastante cansado.Mientras comía un cereal, leía en el cuarto de estudio las páginas que estuvo escribiendo y de paso, corregía algunos errores.Me sorprendía la trama del libro: era totalmente diferente a lo que alguna vez llegué a leer de él. Dejó de lado su lado romántico y se concentró en el misterio de las muertes de la universidad, dando todo tipo de giros en la trama: era crudo, detallado en las escenas, contaba la historia de Leanor y la razón para que contemplara el suicidio.Llegué a moquear algunas veces leyendo todo lo que le hicieron a la chica y en una hoja de Word aparte escribía escenas que sentía, podían quedar perfectas en algunos párrafos. Llegué a emocionarme mucho con el libro, tr