miedo a perderte

Mira como ríe Alan-Dijo el guardia-Desde que usted llegó es otro.

-Enserio-Miré al guardia quién asentía.

Mientras hablaba con el Guardia mire hacia un kiosco en dónde estaba una señora vendiendo unos algodones de azúcar en forma de corazones, de inmediato se me antojó uno, cabe resaltar que dentro del parque había un montón de negocios como comida rápida, helados, manzanas acarameladas entre otros, pero el que más llamó mi atención fue el algodón.

-¿Me puedes traer un algodón?-le señaló.

-Creo que no puedo dejarla sola, si lo hago el jefe me mata.

-No es para tanto, no pasará nada-Le sonreí divertida.

-No puedo dejarla sola-niega otra vez.

-Te dije que vayas- le abro los ojos en son de amenaza-Si no vas, le diré a mi marido que tu hiciste algo malo-El hombre me miró impresionado y colocó sus palmas al aire.

-Esta bien, pero no se mueva de aquí-pobrecito míralo cómo corre, se nota que le tiene miedo a Deivis, además tenía mucha pereza de levantar mi sexi trasero de esta cómoda banca.

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