La noche transcurrió y me cansé de gritar mientras golpeaba la ventana con mis manos. Me siento triste, tampoco tengo hambre, creo que mis tisp de ansiedad están volviendo a aparecer.-¡Señora coral-Es la voz de Diana-Me levanté del piso y corrí hacia la puerta.-¡Hola!-Dije desesperada. -Su comida la he traído-Avisa y la puerta se abrió de inmediato, en el momento que iba a dar un paso, ví que detrás de Diana estaba el hombre que me encerró y en sus manos traía una cuerda-Aquí tiene-Me entregó una bandeja en la cual había arroz y frijoles. -Muchas gracias-Mis manos estaban temblando, en realidad mi cuerpo esta muy pero muy débil. -Que lo disfrute mi señora-Diana me sonrió y luego se marchó, pero el monstruo me miró por un rato lo cual llamó mi atención. -¿Que me miras idiota?-Lo desafío, y este solo me miró con frialdad-Me imagino que está allí para verificar si como o no. Dejé la bandeja en el nochero, y me senté en la cama mientras miraba al Monstruo-¿Porque no te largas?-No re
Deivis detente-Solté un suspiro acortado y cerrando mis ojos sentí como una de sus manos viajó hasta mi zona íntima. Su dedo rocío mi clítor**, estaba paralizada. solo lo dejé que hiciera lo que quisiera aunque eso estaba mal,. Pero… ¿Qué más podía hacer? Suspiré sintiendo el toqueteo que invadía mi privacidad, abrí mis ojos encontrándome con los suyos, estos detonaron un aura de lujuria y posesión, estaba literalmente bajo su dominio. Acatando sus órdenes como una maldita perra. Detuvo su movimiento para tomar mi cuello con su mano y apretarlo con suavidad, su boca estaba hecha un puño y su mandíbula estaba tensa. -So…solo déjame-Exclame en un corto suspiro pero eso solo despertó más su curiosidad. Me llevó hasta la cama y de un brusco tirón me tumbo en esta, mi cuerpo dolió tras sentir la cama acoplar mi dolorido cuerpo. Deivis empezó a quitar su sudadera, su mirada era mala, sus ojos negros ilustraban un extraño brillo. Me incorporé dentro de la cama y me senté, mi corazón estab
-Despacio amigo-anunció Deivis soltando una carcajada. Pero Alan estaba totalmente ciego en ese momento y lo único que quería era salir corriendo a jugar con los caballos. Me senté en la silla luego de que Diana trajera el desayuno, en este caso, plátano con huevo, y una taza caliente de chocolate. -Con permiso-Pide y se marcha acomodando su vestido, dándole unos pequeños dobladillos. Tomé el tenedor y observé con cuidado el huevo el cual tenía trozos de salchichas. -Mamá, jura que nunca nos iremos de aquí-Tosi casi que escupiendo la comida que tenía en la boca luego de escuchar a mi hijo. Deje el tenedor a un lado del plato y mire a Alan con una mirada matadora él al verme se asustó y encogió su cuerpo hasta sentarse en la silla. -¿Qué es lo que te he dicho?-Lo regaño, y Deivis hizo un sonido con su garganta. Luego depositó su mano sobre la de Alan. -No te preocupes, ella aceptara-Mire a deivis quien me miraba con una maldadosa sonrisa--Te odió-Susurro casi en un silencio. -Yo
Él pareció no escuchar, siguió con sus caricias las cuales estremecieron cada parte de mi cuerpo. -Entonces, dejarás de ser tan terca como un perro-Me eché a reír, no le encontré gracia al chiste. Acaricia ahora mi mejilla dando un pequeño pellizco-No me gusta que me lleves la contraria para nada, si no lo haces te juro que no voy a lastimarte-Su suave voz se siente cálida. -Mira, hijo de perr@, haré lo que me pides pero te juro por el alma de mi padre que si mi hijo se mete en peligro a causa de tus desgracias, te voy a matar, y no creas que es mentira, ¡te voy a matar!-Grite al final estaba despavorida, pero el solo reía como si se tratara de un chiste. -¡Amor que es esto!-Escuche la voz de una mujer, Deivis me soltó con delicadeza, lo miró por un momento, y note como su rostro estaba hecho una furia, su respiración estaba entrecortada y hasta las venas se salieron de su rostro-¡Deivis qué haces con esa mujer!-Anuncio nuevamente la chica, Deivis se volteo dándome su gran espalda p
Voy a hacer el procedimiento- No tuve más que dejarla ir, si ella quería hacer eso, pues no soy quien para decirle que no lo haga. La chica se levantó a duras penas al pararse se tambalea un poco Pero afortunadamente se sostuvo de una mesa, volteo su rostro y me miró, su mirada estaba vacía y llena de resentimientos además ella sabía que esa era la mejor decisión para su vida y más porque el padre de su hijo lo trato de asesinar, camino hasta la puerta y sin volver a mirarme salio. Solte un suspiro de impotencia no podia hacer nada. Recogí mi cabello ya que estaba un poco despeinado, acomode mi vestido y salí por la puerta, en cuanto salgo no vi a la chica al parecer se ha ido, pobrecita en estos momentos debe estar de malas. No voy a hablar con Deivis de dicho tema, ellos son adultos y se sabrán entender, estaba muy preocupada por mi hijo, en estos momentos debe estar montando a caballo, Alan me ha dejado muy impresionado, jamás pensé que mi hijo fuera tan confiado.La sirvienta me
Coral.Desperté de aquel sueño atrófico, lo primero que ví, fue a mi bebé a mi lado y eso me llenó de alegría. Me levanté de la cama y miré a Deivis sentado en una silla y en sus manos tenía una pistola.¿Qué es eso?.Me coloque enfrente de él, se veía tan bonito dormido pero lo único raro era su arma. ¿Será que estaba vigilando para que no escapara?. No lo quiero ni despertar, que se quede allí dormido, se ve mejor. Abrí la puerta con mucho cuidado y salí, baje las escaleras y escuche la olla a presión , la sirvienta está cocinando, por cierto huele muy bien. Me acerqué a ella y le dije que si la podía ayudar lo cual asintió. Me dijo que me encargara de revolver los huevos. -Señora, ¿escuchó los disparos de anoche?-Me pregunta ella con los ojos abiertos. -No, no los escuche ¿Pasó algo?. -Si. Lo que pasa es que la señora Dani ayer fue asesinada.¡ Dios mío, bendito!.-¿Qué?-Arroje la cuchara hacia el piso. -Si, ella ayer fue asesinada-No puedo creer eso. En el momento que estamos
-Alan son las palabras exactas que esperé durante mucho tiempo. -No te entiendo-Dijo Alan con cierta curiosidad. No sabía qué hacer, en ese momento estábamos con el tiro a la boca, o más bien al filo del cañón. Ya era tarde, de igual manera él se iba a dar cuenta, tarde o temprano.-Yo soy tu verdadero padre-dijo Deivis con tranquilidad.-¿Mi papá?. No pensé que él se enteraría de esa manera tan simple. -Mamá eso es verdad lo que dice el amigo?. Asentí ya vencida, no iba hacer nada al respecto, el merece la verdad.-Entonces tu eres mi papi-Ahora vamos a ver con que nos sale Alan. -Si, soy tu papá-En el momento menos esperado Alan se lanzó contra los brazos de Deivis y lo abrazó. -Papi, papi-Repetía una y otra vez. Solté un suspiro y mire para el cielo, ahora estoy perdiendo la batalla, de momento me empecé a sentir mareada, oh, qué es esto Dios mío. Me agarré de la señora Diana para no caer, ella pegó un grito y de inmediato llamó a Deivis. -¡Señor!-Cerré mis ojos debido al mare
-No esperaba eso de ti. -Deivis ya deja de ser tan intenso, más bien hazte la idea de que no existo.-No puedo con eso, es como si muriera. -¿Acaso has muerto alguna vez? lo hiciste cuando no estaba a tu lado. ¿Moriste?-Reí.-Bueno, es un decir-Se defiende.-Sabías que de amor nadie muere?-Dije de manera fría -Lo se. Pero de tristeza si, y no puedo dejarte ir, ahora que te tengo, no puedo-Me abraza fuertemente, trato de separarlo de mí pero él me abraza más y más fuerte hasta exprimir mi estómago.-Me haces daño-Dije en un ahogo. -Porfavor, deja de ser así, y vuelve conmigo.-No, no puedo, me hiciste mucho daño- En realidad todos estos días este hombre no ha dejado de acosarme, su mirada llegó al punto de fastidiar y hacerme sentir incómoda. -Eso quedó en el pasado-dijo él. En el pasado ahora que lo recuerdo, ¿Que paso con Ramiro?. No lo he visto. -Deivis dime dónde está Ramiro, ese maldito traicionero. Deivis me soltó de golpe y arrugó su rostro. -Porque tenias que preguntar p