Capítulo 33

Capítulo 33

A veces tenemos que dejar a las personas que amamos para no hacerles daño.

—¡Ten cuidado por donde vas estúpida! —grito exaltada al ver mi vestido manchado de café.

—¡Lo siento, lo siento! —se disculpa la mujer a la cual no le logro ver la cara.

—Discúlpame a mí por ser tan grosera —le hablo con amabilidad al ver su rostro. Es una pelinegra de alta estatura, su porte se parece al de una supermodelo Americana. Tiene unos ojos realmente grandes: parece un sapo, un sapo bonito. ¡Por Dios Alicia! ¿De cuándo a dónde los sapos son bonitos?

—Soy Stéphanie, mucho gusto —me regala una corta sonrisa.

—Alicia, el gusto es mío Stéphanie —ahora yo le regalo una larga sonrisa.

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