Estas palabras fueron como echar más leña al fuego en el corazón de Diego. Le lanzó una mirada feroz a Rafael y se fue dando zancadas.—¿Quién es tu hermano? No te hagas relaciones, lárgate.Con estas palabras, se adelantó, dejando atrás a las tres personas. Luna golpeó la espalda de Juliana y le la
Todo lo que hizo fue para poder sobrevivir a las duras realidades.Toleró las injurias, y se hizo todos los esfuerzos para conseguir lo que tenía ahora, pero el mundo dijo que era ingrato y cruel.¡Qué ridículo! ¡Qué pobre!A ella no le asustaba que un hombre fuera bueno en trucos. Mientras que no h
Se despertó Emiliano después de dos horas.Estaba atrapado en una fantasía y, con la ayuda del Dr. Lorenzo, por fin se calmó y tuvo un buen sueño.En el sueño, Camila no apareció, y Juliana aún era la hija mimada de la familia Garza, que estaba feliz cada día.Le gustaba que sonriera.Así que no que
«¿Regalo?»«Se refiere al secuestro?»Si no estuviera en desventaja, Juliana sólo querría ponerle los ojos en blanco.Pero en ese momento, tenía que controlarle las emociones.Las manos, atadas al respaldo de la silla, le dolían un poco. Movió las muñecas, en voz ronca.—¿Es eso lo que me estás haci
Se sintió a punto de perder el conocimiento, pero Juliana se mostró desafiante y persistió en resistirse a él.Aunque no podía defenderse en absoluto haciéndolo.Justo cuando creía que iba a morir, el hombre la soltó y ella cayó hacia un lado como una flecha desprendida de una cuerda.Juliana se gol
Como si escuchara lo que dijo Santiago, el hombre suspenso de repente se esforzó.Juliana se sintió aterrorizada y lo detuvo a pesar de que era indefensa, —¡Qué quieres hacer!Santiago la miró y le preguntó con sorna: —No te gusta el regalo. Así que voy a tirarlo. ¿Está bien?Juliana se puso muy rec
—Señorita Román. ¡Qué bonitos tus ojos! No quiero matarte en este momento.Santiago la pellizcó con moderada fuerza, alzándose sobre ella como si fuera una hormiga, mirándola con cierta lástima y simpatía.Pasó sus dedos por la cara de Juliana, por el cuello.De repente aflojó su agarre y se agachó
—Señorita Román, ¿me estás mandando?Santiago se dio la vuelta, bajando la cabeza, la miró con condescendencia.Juliana dijo sin pensar, —¿Hay alguien más aquí que pueda ayudarme aparte de ti?Ese hombre había perdido tanta sangre que colgaba inmóvil de la pared, y si no hubiera oído una respiración