Honestamente, en su corazón no quería dividir la herencia.Los Lago no tenían esa costumbre, y su familia tampoco tenía la tradición de repartir la herencia.Antes, todos vivían juntos como una familia, trabajando duro para llevar una buena vida. No existía la situación actual.En la cena de esta no
—Te llamé esta noche porque quería aclararte algunas cosas. Mariano giró lentamente su mirada hacia ella, manteniendo una sonrisa en su rostro y una expresión amigable en sus ojos, mostrando cierta tolerancia hacia su sobrina. Sin embargo, lamentablemente, sus palabras eran un tanto frías.—Siguien
Camilo lo miró con el ceño fruncido.—No lo siento así.Lo que él quería, ya lo tenía; lo que no quería, definitivamente no lo había hecho. Mudarse y vivir solo, aunque fue por Laura, le proporcionaba suficiente libertad y comodidad, no se sentía agraviado.Durante más de veinte años, había seguido
Gabriel lo miró y no dijo nada.Benedicto continuó hablando, como si estuviera dando una explicación.— No me gusta esa mujer, Laura. La razón por la que me mudé de los Lago también tiene que ver con ella. Lo que hablaban sobre ella en la mesa, yo lo escuché. Quizás, primo, no lo sepas, pero mis sen
Ese caso también era extraño. Después de notar algo sospechoso, la policía investigó si había algún conflicto entre la víctima y el conductor del camión, pero un empleado de un concesionario de automóviles, que había trabajado diligentemente toda su vida, no tendría motivo para meterse en problemas.
Con esas palabras heladas, Gabriel también sintió un peso en el corazón.Dadas las circunstancias ese día, no solo Juliana, sino que Ánsar también podría haber resultado herido en el accidente.— Entonces, ¿estás seguro de que fue Laura quien hizo esto? Gabriel también se sintió más apretado, conte
Al día siguiente, el sol salió como de costumbre. Juliana no se levantó demasiado tarde, después de todo, estaba en los Lago y no podía ser tan informal como en los Román.Lo que la sorprendió fue que, al bajar con Antonia, todos estaban abajo, incluido Camilo, a quien llevaron al hospital la noche
Juliana simplemente ignoró lo que Cayetana dijo como si fueran tonterías incomprensibles, y tomó la avena caliente de las manos de Fabiola, agradeciéndole con una sonrisa cortés: —Gracias, tía.Fabiola hizo un gesto con la mano, diciendo: —No hay de qué, Feliciana. Si no hay suficientes empanadas,