Sazón del Alma.Después de recibir el mensaje de Josefina, Juliana salió inmediatamente del coche y se apresuró a buscar a Emiliano siguiendo la dirección proporcionada por Sergio.Lo que normalmente tomaba diez minutos, ahora lo hizo en tres. Sin preocuparse por las normas de etiqueta, entró direct
Juliana simplemente guardó silencio.Ella pensó que, en realidad, el hecho de que Emiliano pudiera acompañarla al hospital ya era un buen final.Después de todo, su relación con Susana no era la mejor, debido a que anteriormente él estaba bajo un control muy estricto por parte de Susana.Había mucha
—¿Qué pasa, Feli? ¿Quién te hizo daño, fue Emiliano? Déjame arreglarle las cuentas.Diego nunca la había visto así, llorando desconsoladamente en sus brazos.De repente se sintió un poco perdido, solo pudo permitir que Juliana limpiara sus lágrimas y mocos en su caro traje, acariciándola con cuidado
Hospital.Cuando Emiliano y Sergio llegaron a la habitación, Susana acababa de despertar. Yacía débil en la cama, siendo persuadida por Josefina para que comiera algo, con el rostro cansado.A pesar de su edad, en ese momento parecía como una niña, mostrando una clara falta de voluntad y apretando l
Lamentablemente, ni Susana ni Josefina podían llegar a un grado tan desvergonzado de comportamiento, solo podían contener su furia.El estado de salud de ella no había sido bueno en los últimos dos años, con problemas de baja azúcar en la sangre y complicaciones posteriores al parto. Naturalmente, e
Cuando salió de la sala de enfermos, la expresión de Emiliano era tan sombría que resultaba incómodo mirarlo directamente.Sentía una opresión en el pecho que no podía tragar ni expulsar.Esta emoción era idéntica a la que sentía cuando era niño y lo castigaban o lo obligaban a hacer cosas que no qu
En cuanto a Juliana. Después de ser llevada de regreso a Bahía Azul por Diego, su estado de ánimo mejoró significativamente. Después de cenar, se permitió disfrutar de un pequeño pastel que estimulaba la dopamina y olvidó por completo las palabras de Emiliano, sin importarle lo que fuera.Por supues
—Diego, espera, déjame contestar esta llamada primero.Diego resopló y, mientras esperaba en un semáforo en rojo, le lanzó una mirada desde el espejo retrovisor.Juliana no pasó por alto esa mirada y le hizo un gesto travieso con los ojos y una sonrisa mientras respondía a la llamada.Pero al siguie