Capítulo 11
Adal se encontraba mirando a la castaña que estaba acurrucada en su pecho. Él llevaba despierto desde las 6 de la mañana, observando lo hermosa que era. Después de esa noche que habían tenido, sería imposible alejarse de ella.

A los ojos de Adal, Alana era una mujer preciosa con un corazón enorme. Ella no se merecía tener a un enfermo y asesino a su lado. Era demasiado buena para él. Por un momento, se planteó la idea de contarle toda su historia, pero el miedo a perderla superaba todo.

-¿Qué haré contigo, Alana? -susurró mientras acariciaba su mejilla. Sin embargo, la castaña logró escucharlo, ya que hacía un rato que estaba despierta, pero quería seguir pegada al pecho de Adal.

-Sé sincero conmigo.

Adal se puso tenso al escuchar la voz de Alana. Ella se levantó dejando sus pechos al descubierto, lo que hizo que los ojos de Adal se enfocaran en ellos. Pero rápidamente, Alana tomó su rostro.

-Dime, ¿cuál es el secreto? ¿A qué le temes? -los ojos de la castaña penetraban en lo más
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