El abrazo que siguió a sus palabras tomó a Zuke por sorpresa, pero también le brindó una inesperada sensación de seguridad. Por un momento, creyó en las palabras de Hans, en la posibilidad de que todo pudiera tener un final diferente al que temía. Pero justo en ese instante, la voz de Kairós resonó en su mente.— Muy pronto estarás a mi lado... Y mataré a este lobo frente a ti, para que entiendas que nadie puede tocar a la mujer del diablo rojo —la voz de Kairós era un susurro siniestro, y Zuke abrió los ojos de golpe, aterrada.De repente, se alejó del abrazo de Hans, su cuerpo temblaba levemente. Hans percibió el cambio de inmediato.— ¿Zuke? ¿Estás bien? —preguntó, su voz cargada de preocupación —¿Es el dolor otra vez?Zuke negó con la cabeza, evitando sus ojos.— No, solo estoy cansada... Cuando salgas, apaga la luz — respondió, buscando refugio en la oscuridad, tratando de evitar que Hans indagara más en lo que acababa de suceder.Hans la observó en silencio por un momento, sin e
El rugido del dragón de Kairós rompió el silencio de la noche y resonó a lo largo del fuerte. El temor se apoderó de todos los presentes, extendiendo sus garras heladas en los corazones de lobos y humanos por igual. Aquel sonido fue un presagio ominoso, un recordatorio constante de la amenaza que se cernía sobre ellos.El estremecedor rugido se filtró en cada rincón, despertando a los dormidos y llenando de inquietud a quienes ya estaban despiertos. En especial a Zuke, quien, desde su cama, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando el sonido alcanzó sus oídos. Se incorporó de manera abrupta, con la respiración acelerada y el miedo reflejado en sus ojos.De un salto, se dirigió hacia la ventana, intentando ver el exterior con la esperanza de entender el motivo del rugido aterrador. Su mirada ansiosa escudriñó la oscuridad, pero no logró discernir nada anormal. Afuera, el paisaje permanecía en silencio, sin indicios visibles de la amenaza que parecía acecharlos.Zuke tragó con difi
Daniel, sin perder un segundo, la tomó del hombro y la abrazó con una intensidad que reflejaba la magnitud de su emoción y la alegría de verla a salvo. Los dos jóvenes, la humana y el lobo, se encontraron en un abrazo que irradiaba amor y alivio tras la incertidumbre que habían enfrentado.Anton, al ver la conmovedora reacción de ambos, reconoció que ese era un momento íntimo y significativo. Como un testigo silencioso, decidió darles su espacio y privacidad.—No se tarden... Los esperaré afuera —anunció Anton antes de retirarse de la habitación, dándoles a Daniel y Alannis el tiempo que necesitaban para reafirmar su vínculo y compartir sus emociones en la seguridad de su mutuo cariño. El fuerte aroma a alivio y alegría llenó la habitación mientras la pareja se reencontraba después de un período de incertidumbre y miedo.Mientras Alannis y Daniel se abrazaban, reafirmando sus sentimientos mutuos en medio de la alegría de volver a verse, en el exterior del fuerte, la amenaza del enemig
—Queremos ver a la humana; mi amo desea saber que ella se encuentra bien —explicó Kerpes, mientras Sorien asentía con la cabeza, indicando que Aska debía ir a buscar a Zuke.Después de unos minutos, Aska regresó con Zuke, quien fue presentada ante los demonios y guerreros del Diablo Rojo. La tensión en la sala era palpable mientras se desplegaba un encuentro crucial entre enemigos, y el destino de Zuke colgaba en la balanza.La mirada de Aska se posó en Zuke, quien, aunque había perdido peso, parecía estar bien. Con voz firme, declaró:—Como ven, ella está bien... Dile a tu amo que ella se quedará con nosotros.Kerpes, desde su posición distante, observó a la humana y notó su condición. La preocupación por Zuke se reflejó en su rostro.Eihah, sin embargo, no estaba dispuesta a aceptar la situación y, con furia en sus ojos, lanzó su látigo de la muerte con la intención de tomar a la humana. Sin embargo, las garras de Hans intervinieron hábilmente para evitar que el látigo de la demonía
En medio de la batalla, las emociones chocaron con la ferocidad de los golpes, tejiendo una red de conflictos y tensiones que amenazaban con desgarrar el tejido mismo de la realidad. Y en el centro de todo, Zander y Aska lucharon no solo por sus propias vidas, sino por el destino de todo lo que amaban y sostenían querido.Los pocos lobos que lograron sobrevivir a los brutales ataques de las Carpas Rojas se encontraron una vez más en medio de una feroz batalla contra sus enemigos. Con garras y colmillos, lucharon con una determinación inquebrantable, defendiendo su territorio y su manada con todas sus fuerzas.A su lado, las mujeres humanas que se unieron a ellos en esta lucha desesperada también se enfrentaron a los guerreros de la muerte con coraje y habilidad. Gracias a las enseñanzas de Arcelia, estas mujeres aprendieron a defenderse con destreza, utilizando arcos y flechas con precisión mortal y empuñando espadas con la misma valentía que los lobos a su lado.En medio del caos y l
En aquel lugar de encuentro, saturado de tensión y suspenso, la figura de Zuke se vio envuelta en un tormento tan físico como emocional. El látigo, manejado con maestría cruel por Eihan, se convirtió en un instrumento de dolor insufrible. A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, cada instante parecía multiplicar el sufrimiento que la consumía. Eihan, frío e imperturbable ante su agonía, no mostró signos de clemencia; al contrario, aumentó la intensidad de la tortura con un simple gesto de su mano, haciendo que el dolor que afligía a Zuke se volviera aún más insoportable.Sin embargo, el tormento no se limitó solo a Zuke. Karios, inmerso en su propia batalla, sintió el sufrimiento de Zuke como si fuera propio, una carga que amenazaba con socavar incluso su fortaleza más sólida. Motivado por una mezcla de rabia y desesperación, su lucha adquirió una ferocidad despiadada, exhibiendo un dominio oscuro sobre sus adversarios. Sus ojos, profundos como el océano en tormenta, deste
Al escuchar las palabras de Hans, Karios liberó todo su poder, dirigido también hacia él. El joven lobo que había proclamado su decisión respecto a Zuke fue lanzado a una distancia, cayendo al suelo bajo la implacable fuerza de ese ataque. Zuke, observando entre el torrente de energía, divisó dagas venenosas dirigidas hacia Hans. Actuó rápidamente, corriendo hacia él para colocarse como una barrera humana y protegerlo.El momento en que Zuke se interpuso para proteger a Hans con su propio cuerpo dejó a todos los presentes atónitos. Mientras las dagas filosas se incrustaban en su carne, ella abrió sus brazos en un gesto desesperado por evitar que el peligro alcanzara a su amigo. La escena fue impactante, y la reacción de Karios no se hizo esperar.—Zuke, ¿qué has hecho? —exclamó Karios, su voz resonando con asombro y una creciente ira. La visión de la mujer que tantas veces había intentado alejar a Hans de su lado ahora lo protegía con una determinación inquebrantable. La ira en el int
En medio del caos de la batalla, Aemin, el majestuoso dragón, descendió de los cielos con un estruendo ensordecedor. Sus enormes alas agitaron el aire, creando una ráfaga de viento que arrastró a todos los enemigos que intentaban dañar a su amo. Los lobos fueron repelidos por la fuerza del viento generado por las poderosas alas del dragón, que parecían moverse con una elegancia salvaje y una ferocidad imponente.En la espalda de Aemin, Karios hizo su aparición, sosteniendo a Zuke en sus brazos. La visión de Karios, el líder temido y respetado, montando sobre su fiel compañero, con Zuke protegida en sus brazos, fue impresionante y cautivadora. Fue como si la mismísima fuerza de la naturaleza se hubiera unido para proteger a su líder y a la mujer que despertó emociones tumultuosas en su interior.Mientras tanto, Kerpes y los demás guerreros permanecieron en el campo de batalla, enfrentando valientemente a los lobos enemigos. A pesar del poder abrumador de los lobos y las dificultades qu