Arranco el auto, las manos me tiemblan y solo ruego que ella no lo note, porque quedaría en ridículo.
-Muchas gracias – me dice con un poco de nostalgia en la voz -. La verdad es que no recuerdo cuando fue la última vez que alguien me ayudó sin esperar algo a cambio de mí.
-Bueno, tampoco es que no espere nada a cambio – ella me mira sorprendida -. Supongo que esto amerita el pedirte un día que almuerces conmigo, para que me sigas contando sobre tus trabajos anteriores. Aún no sé por qué te despidieron, si eres tan inteligente.
-Por un momento creí que harías lo que hacen todos los hombres que me han dado su ayuda “desinteresada”.
-Yo jamás haría eso – le digo divertido mirando el camino -.
-Obvio, no es que yo sea de tu gusto – se ríe -.
Mi cuerpo se tensa, pero no dejo de reír, más porque su risa me contagia que porque me cause gracia. Por primera vez siento que esta mentira que me ha servido para escapar de las intenciones de mi madre me está jugando una mala pasada, se me está devolviendo y de mala manera.
-Oye… dime lo que piensas, estás muy serio.
-Solo cosas de la vida.
-Deben ser cosas muy importantes, para que arruine esa carita tan linda que tienes – me dice mirando a la ventana, justo cuando me detengo por el semáforo -. No deberías dejar que nada te borre esa sonrisa de la cara.
Me mira fijamente, aunque está oscuro aquí dentro, puedo ver que está sonrojada. Sonrío otra vez, siento que de cierta manera está coqueteando conmigo, o puede ser que yo lo esté malinterpretando porque me muero de ganas por estar con ella para siempre. La mejor forma de saberlo es tomando valor y decírselo directamente, porque se supone que yo no tengo interés en ella.
-¿Es mi idea o me estás coqueteando? – le digo avanzando otra vez, si no la miro a la cara, puedo hacer esto -.
-Tal vez, eres lindo, y no me refiero solo a lo físico, porque la palabra lindo te queda muuuuy pequeña. En verdad serías un hombre maravilloso para cualquier mujer u hombre, por eso no entiendo que sigas tan solo. Dime, ¿siquiera has besado a alguien en tu vida?
-No.
-Detente – la miro y ella insiste con un gesto de la mano -.
Le hago caso y busco un lugar donde estacionarme. En cuando me detengo ella se quita el cinturón de seguridad y se sienta de lado para verme directo a la cara, hago lo mismo, aunque me pueda arrepentir de esto.
-Alex, ¿en verdad nunca has dado un beso?
-Jamás.
-Pero… pero ¿cómo sabes que no te gustan las mujeres?
Y por un leve momento siento la necesidad de decirle la verdad, de ser honesto con ella, para cortejarla, besarla, ofrecerle una vida conmigo y hacerle el amor, cada día. Pero el teléfono me interrumpe los pensamientos, veo que es mi madre y esa mujer es demasiado insistente, si no contesto ahora, no dejará de llamar.
-Lo siento, debo contestar…
-Tranquilo – ella sonríe y se acomoda en su asiento, se coloca el cinturón y comienza a revisar sus redes sociales en el teléfono -.
-Mamá – digo secamente -.
-Alex, ¿ya vienes a casa?
-No.
-¿Estás con alguien?
-Sí – y así empieza el último control de la semana -.
-¿Hombre o mujer?
-Eso no te interesa, mamá.
-¡Alex! No me respondas así, soy tu madre – casi puedo verla con su rostro horrorizado y la mano libre en el pecho, quiero reír -. Solo necesito que llegues lo antes posible, es una emergencia.
-¿Cómo la de la semana pasada, mamá? Que me dijiste lo mismo y era Amy Valdés esperando por mí.
-No…
-Pero si hay alguien esperando por mí – suspiro cansado, esto pasa cada cierto tiempo -.
-Hijo, aunque no apruebo las relaciones sexuales antes del matrimonio, tal vez una mujer podría ayudar con tu enfermedad.
-Mamá, yo no estoy enfermo – elevo un poco la voz y veo que Alissa baja su teléfono -. Solo no me interesan las mujeres, en especial las que tú buscas para mí, porque son las más cínicas de la sociedad. ¿Quién es ahora? Porque solo faltan Rebeca Williams y Rose Bermejo.
-Rose – admite, siento su tono algo avergonzado -.
-¡Ja! Rose acaba de terminar con su novio secreto y los rumores dicen que fue porque quedó embarazada, aunque al parecer se practicó un aborto.
-Dios… eso es horrible.
-Sí, horrible. Por eso, deja de buscarme chicas con las que salir, porque no lo haré. Tú buscas apariencias sociales, yo quiero una muj… una persona de verdad, que no sea falsa. Adiós, no sé a qué hora regrese.
Cuelgo totalmente frustrado, porque mi madre me está sacando de mis casillas con regularidad. Tiene miedo que llegue a los cuarenta y sin descendencia. Apoyo mi cabeza en el volante, tratando de contener el enojo, podría estrellarme contra un muro, a lo mejor Dios se apiade de mí y me deje inconsciente unos cuantos años. Siento que Alissa se aclara la garganta y me incorporo.
-Vaya que es intensa tu mamá, la mía solo me molesta porque todavía uso pijamas de conejitos.
-Lo… lo siento, por un momento olvidé que no estaba solo.
-Debe ser porque siempre has estado solo – pone una de sus manos sobre la que mantengo en mi rodilla nerviosa -. Pero ya no más, te lo prometo.
-Gracias.
-Y si quieres, puedo tomar un tax…
-No, sigamos, luego de llevarte a tu casa, iré por ahí.
-Me parece perfecto, tal vez encuentres al amor de tu vida.
Mantenemos la mirada lo que me parece una eternidad, hasta que vuelvo a la realidad, ella quita su mano y yo vuelvo a retomar el camino.
Solo nos dedicamos a reír, y a pretender que esta vida puede ser mejor, sin tantos enredos ni complicaciones. Llegamos a un edificio, ella me dice que allí vive y toma su cartera, pero sin intenciones de bajar.
-Gracias por todo, en verdad aprecio todo lo que has hecho por mí esta semana.
-Y haré todo lo que pueda para que cada semana sea buena… hace tiempo que no tenía alguien en quien confiar.
-¿Ignacio no cuenta?
-Con él no puedo hablar de sentimientos, de cosas profundas. Es un buen amigo y me apoya en todo, pero siempre de manera superficial, sin preguntar el trasfondo, sin llegar a entenderme.
-Bueno, eso problema conmigo no lo tendrás. Si le tienes miedo a la oscuridad, solo dímelo, porque yo también…
-Entonces, desde ahora cargaré una linterna a donde sea – ella se ríe y me da un beso en la mejilla sin que me prepare para eso. Mi cuerpo se tensa ante ese contacto -.
-Lo siento… es que yo.
-No pasa nada, no me molesta, somos amigos – le devuelvo el gesto y siento su piel cálida en mis labios -.
Ella baja y camina hacia la entrada, se gira para despedirse con la mano. Me aseguro que entre y luego conduzco hasta un parque, uno al que solía llevarnos mi padre a Jazmín y a mí cuando éramos pequeños. Con el paso de los años ha cambiado muchísimo, si yo lo he hecho, es lógico que el lugar también.
Camino con las manos en los bolsillos por un buen rato, hasta que decido que estoy lo suficientemente cansado como para llegar directo a mi habitación a dormir. Ya mañana será un mejor día y puede que encuentre la manera de confesarle al verdad a Alissa.
Me quedo en el estacionamiento unos pocos minutos, sonriendo al saber que después de dos días la veré, con su sonrisa brillante, su cuerpo perfecto y su carácter de mujer independiente.Me bajo del auto, queriendo saltar de felicidad y buscando entender que todo esto es resultado de años reprimido. Camino hacia la entrada, consigo ver a Ignacio sosteniendo la puerta para que Alissa y la señora Fabiola pasen al edificio. Algo se me retuerce en las entrañas, como si el maldito Alien quisiera salir de mí de un momento a otro.Entro al edificio, tratando de mantener la sonrisa con la que llego todos los días, obligándome a entender que fue un gesto de caballerosidad para ambas mujeres.Espero el ascensor, que baja rápido y, una vez se cierran las puertas, busco la manera de respirar para no salir corriendo a mi oficina en cuando la vea. La caja metálica llega a su destino y al abrirs
Se que me he ganado unas ojeras por casi no haber dormido anoche, porque no podía sacarme de la cabeza la imagen de Alissa sonriendo con Ignacio. Es estúpido, sería la solución decirle la verdad de una vez, pero me muero de miedo.Son veinte años de sostener una vida que no existe para escaparme de todas las mujeres que a mi madre se le ocurrió que podían ser mi pareja. Para justificar que estuviera tan solo desde siempre, que huyera de las mujeres y que… ¡aaahhhhhh!Llego a mi oficina como alma en pena, solo quiero enterrarme en trabajo y no pensar en nada más que no sea trabajo. Pero uno nunca tiene lo que quiere, ¿se han dado cuenta de eso?Llaman a la puerta, de mala gana indico que pase la persona, sea quien sea, solo quiero que entre y se vaya lo antes posible, para quedarme tranquilo aquí, en mi soledad y mi trabajo.-Señor Manterola, le traigo unos informes d
Lejos de todo lo que me pueda atormentar, de todas las personas que me pueden causar daño, de las distracciones y del trabajo, aquí me encuentro, en una de las playas más hermosas de Chile, en el norte del país.Bahía Inglesa es un balneario que se encuentra a unos siete kilómetros de una pequeña ciudad llamada Caldera, en la región de Atacama. Unas pocas personas viven aquí de manera permanente, las demás viviendas se ocupan solo para épocas de vacaciones.Incluso en invierno es agradable de venir, escaparse del bullicio de la gente. Pero venir aquí en cualquier época del año que no sean vacaciones, es una oportunidad para estar solo y tranquilo. Por eso lo he elegido para pasar una semana, otra poder ordenar mi vida y buscar la manera de tomar las riendas que una vez dejé sueltas por miedo a ser más estricto con los que me rodean. En especial con esa se&nti
Voy subiendo por el ascensor, con todas las ganas de ver a mi princesa, sin embargo, al llegar no la veo por ninguna parte. Quiero llevarla a almorzar para contarle lo que he descubierto y que muy pronto podré tener a mi lado familia que me quiera.Me voy directo a mi oficina, la señora Fabiola hoy tiene permiso de llegar más tarde, así que decido que antes de comenzar a trabajar, quiero un café y chocolates. Justo en ese momento me llama el abogado.-Señor Olivares, buen día.-Señor Manterola, muy buen día, le tengo noticias nuevas.-Solo dígame lo que sabe, estoy ansioso por encontrar a Jazmín y a mi pequeño Alex.-Jajaja, que de pequeño ya no tiene nada, es un hombre de veintitrés años, terminó sus estudios en la carrera de pedagogía en artes visuales. Su hermana hipotecó la casa para pagarle sus estudios.-¿
No, no estoy orgullosa de lo que acaba de pasar, no he debido permitir ese beso, por más sola que me sienta, ha sido una completa estupidez. Siento unas ganas tremendas de llorar, más aún porque él me vio, maldición, me siento... sucia.Miro el reloj, veo que me queda una hora de tortura, me entierro en mi asiento, sabiendo que en unos minutos Alex saldrá de esa oficina y ni siquiera sé qué decirle. Aunque mi ser racional me diga que no somos más que amigos, por lo que no debería justificarme, mi corazón me dice que he sido una maldita p3rr4.Tan solo hace unos días le dije que no me gustaba Ignacio, que me gustaba estar cerca de él. Acepté mejorar mi relación con él solo por el ambiente laboral, ser un poco cordial y nada más, pero esto se ha ido a un punto que debo aclarar con Ignacio en cuanto pueda.-Te puedes ir a la mierda… pero &iq
Semanas perdido de la oficina, arreglando todo para el regreso de mi hermana junto a mi sobrino, porque sé ella volverá. No he dejado de pensar un solo día en Alissa, preocupado de lo que pueda pasar entre ella e Ignacio, pero también es cierto que no he dejado de hablar con ella cada día.A veces por un par de horas y otras por apenas unos minutos, pero con ella todo es infinito.Me cuenta de cómo van las cosas en la oficina, aunque me entere por la señora Fabiola, saber por boca de ella es mucho mejor. Pero lo más importante, me dijo que puso a raya a Ignacio.“-Le dije que ese beso había sido un error y no volvería a suceder. No le gustó, pero luego de nombrar las palabras “abogado, entrepierna, rodillazo y renuncia” comprendió de inmediato.-Jajaja me imagino la frase que le dijiste con todas ellas, así cualquiera entiende. Y tú, ¿
Tras un tiempo indeterminado, llegué a la población donde mi hermana vivía desde hace años. Descubro la verja abierta y me acerco a la puerta para llamar con toda mi energía.-¡Jazmín! – digo no muy fuerte, golpeando la puerta no muy fuerte, tratando de ganarle a mi desesperación -. ¡Jazmín, por favor abre!-No creo que pueda hacerlo si estoy afuera – me giro y me quedo petrificado, allí está mi hermana -.-Hermana… - corro hacia ella y la abrazo, la levanto del suelo y la hago girar un poco, mi corazón podría explotar de felicidad ahora -. Hermanita mía, al fin.-Alex, hermano – la dejo en el suelo y me separo de, una infinidad de sentimientos me abordan, comienzo a llorar de felicidad, pero eso no evita que me lance al suelo de rodillas, porque esto es lo primero que debo hacer -. ¿Qué haces? Ponte de pie.-No – no puedo -, he venido a pedirte perdón por todo lo que has tenido que pasar. Tengo semanas buscándote y tratando de pensar las palabras justa
Hacemos el trayecto a casa, le cuento a Jazmín y Alex que no vivo ahí desde que mi madre me dijo lo que había hecho.-¿Y lo soportó? – me pregunta mi hermana riendo -.-Algo así, llama unas cinco veces al día. A veces le contesto a la última.Ella se ríe, no puedo evitar tomar una de sus manos, para saber que es real.-Te he extrañado tanto, hermana.-Yo también.Seguimos hablando en el camino, Alex me cuenta de sus estudios y de como conoció a Pía, las sorpresas de la vida. Sin querer, nuestra familia terminó emparentada con los Cavalcanti. Mi madre podría ser feliz, si no fuera porque mi sobrino es “ilegítimo”.Pasamos a dejarlo en un hotel, me dice que no quiere conocer a su abuela aún y que necesita espacio para buscar la manera de ayudar a su mujer. Que envidia me da este muchacho, porque no tie