Al parecer, la dichosa casa de las muñecas se encontraba a un día de viaje, por lo que tuvieron que tomar un descanso y alquilar tres habitaciones en un motel. Malcom necesitaba estar solo, por lo que después de la confesión de su hermana gemela, lo que menos necesitaba en ese momento, era hablar con alguien. Darren planeaba quedarse con Kayla para cuidarla, pero tampoco pudo negar su erección creciente al pensar que estarían una noche juntos, después de todo hacía años que no dormían los dos solos. Y la otra habitación estaría ocupada por Yohaly y Ana, quien hasta ahora, no dejaba de ver con odio a Kayla.
—Necesitamos un plan en cuanto lleguemos —dijo Yohaly atiborrándose la boca con papás fritas. Antes de pasar, habían visitado un pequeño mini súper para compraCinco pares de ojos estudiaban con detenimiento lo que se presentaba ante ellos. Habían pensado queLa casa de las muñecasera una sencilla choza, o incluso un club nocturno con fachada poco alentadora, pero no, como tal, se trataba de una enorme casa beige ubicada al fondo de un callejón, con enormes muros y ventanales largos y azulados, afuera, postrados como dos estatuas, permanecían dos hombres armados, mirando a todos lados buscando algo o alguien que pudiera irrumpir lo que sucedía detrás de aquellas paredes. —Es más bonita de lo que pensé —comentó Ana posando sus ojos en cada ventana de la que a esa hora de la noche, emitía luces de diferentes colores—. No parece ser un prostíbulo y mucho menos algo que se le asemeje. —Que las apariencias no te engañen —Yohaly si
La mirada de Darren era intensa, y justo cuando estaba por tomarla de la mano, el Barman le indicó que el trago estaba listo. —Nos vemos luego —musitó ella con voz dulce. Darren la observó marcharse y sus ojos se anclaron en su redondo trasero, y en el contoneo de caderas casi rítmico que hacía que su pene palpitara. —Joder, te las estás follando con la mirada, primito —Yohaly le sonrió. —No es verdad. Yohaly sonrió y enseguida le entregó una llave. —¿Qué es esto? —Darren enarcó una ceja con incredulidad. —Es la llave del baño privado, ve y folla a Kayla —Yohaly le guiñó un ojo—. Yo me encargo, Lorena no est&aac
Un hijo... Fue lo único que se le quedó grabado en la mente a Kayla, cuando las palabras brotaron de su garganta, sintió deseos de haber nacido con algún problema auditivo, y es que la simple palabra "Hijo" sonaba ridícula en sus labios. —¿Sucede algo? —preguntó Darren llegando hasta ellas, con un tono de desafío. —Oh, nada mi amor, solo estábamos hablando amistosamente cuando se me ha escapado el contarle sobre nuestro hijo —respondió Ana sonriendo y mostrando su perfecta y blanca dentadura, con dientes y lengua que se le antojaron a Darren; filosos como los de un depredador—. Por cierto, cuando termine esta mierda tenemos que hablar, y de la seguridad de nuestro bebé. Y diciendo esto enseguida se despidió con la mano y desapareci&
Ana se encontraba parada frente a una casa rojo pasión, casi oscura, habían pasado ya cinco días y por lo que había escuchado, los planes de Darren y Malcom habían cambiado, en dos días se marcharían de la casa de las muñecas para seguir su camino, al parecer un viejo amigo de los primos les iba a dar alojamiento, y las herramientas tecnológicas que necesitaban para poder encontrar a Dexter, claro, si él no los encontraba primero, y por eso estaba ahí, le costó bailes privados con algunos clientes para obtener información acerca del paradero del alacrán. Escaparse esa noche había sido demasiado fácil, tuvo que argumentar que se sentía mal y necesitaba descansar, cerrando de ese modo su habitación y escapando como lo había planeado, así que mientras todos pensaban que ella se en
Actualidad... —Te va a explotar la cabeza, primito —Yohaly se acercó a él dándole un ligero golpecito con su hombro—. El humo que sale por tus orejas se puede ver hasta París. —No molestes —espetó Darren con dureza. —Eres un sin huevos, has estado de mal humor desde que ese sexy y apetecible espécimen masculino llegó, y ve a Kayla como bocadillo... —¿Quieres callarte? —Darren dio un golpe a la barra, llamando la atención de las chicas que estaban haciendo su trabajo esa noche. Muchas lo miraban con ojos de deseo pero él pasaba de ellas, a la única que deseaba era a Kayla. —Idiota, ve por ella y pégatele como lapa de ser necesario
—Es broma ¿cierto? Darren no podía creer lo que Kayla le había confesado, sus temores más profundos se hacían realidad conforme el silencio de la chica que amaba, le confirmaba su teoría. —No —ella negó con la cabeza—. Quisiera que fuera mentira pero sucedió. Deja que te explique. Darren pestañeó varias veces hasta tratar de tranquilizarse, sabía que después de todo lo que le hizo, ponerse el papel de novio dolido quedaba mal, espera... ¿Novio? ¿Eran novios de nuevo? No habían aclarado ese punto, tal vez lo formalizaría cuando Dexter desapareciera de sus vidas. —No necesitas darme explicaciones Kay —dijo Darren intentando tranquilizar la ira que dominaba poco a poco todos sus sentidos—. No soy
CASA DE LAS MUÑECAS... Tanto Kayla como Yohaly no podían creer lo que veían sus ojos, algo se retorció en el interior de ambas al ver a Darren bailando de manera sensual con una chica morena, de caderas anchas, curvas bien definidas que se cernían con el vestido blanco ultra pegado a la piel, y unos pechos que se les antojaban a varios hombres como enormes. La realidad era que desde que Darren se había enterado que Kayla se había acostado en el pasado con otros, por primera vez desde que se metió en el lío de Dexter, se estaba comportando como un verdadero capullo, y Malcom no ayudó mucho al hecho de que terminó embriagando a su primo. —¡A que mola! —exclamó Malcom rodeándolas con sus brazos. —Tienes que hacerlo pa
CASA DE LAS MUÑECAS, TRES DÍAS DESPUÉS. Habían pasado exactamente tres días en los que después de sufrir un desmayo repentino, Kayla había mantenido un pacto de silencio, no hablaba con nadie, ni siquiera con Yohaly, pese a los intentos que esta hacía por hacer que de su garganta brotaran las palabras. Por decisión de Darren y de Malcom, mañana por la noche se marcharían a un escondite del que solo Malcom tenía la ubicación, por seguridad, ni Darren sabía la localización exacta. Lo único que le parecía real eran las palabras que Darren le había dicho, y que se relacionaban de manera relevante con lo que estaba escrito en aquella nota. Y ahora, sentada en una de las esquinas de la azotea, anclando sus ojos sobre los paseantes nocturnos, su cabeza estal