Capítulo 819
Clara pensaba que ya estaba condenada, después de todo, esto era una piscina privada, sin entrenadores ni salvavidas, y si algo salía mal, nadie se daría cuenta.

Diego, ahora con la identidad de Darío, de alguna manera, apareció de la nada. Primero levantó a la niña con una mano y con la otra rodeó la cintura de Clara.

Colocó a la niña en la orilla y luego se volvió hacia Clara, —Señorita, ¿estás bien?

—La pierna, tengo calambres en la pierna, déjame descansar un momento.

—Está bien, agárrate a mí.

En ese momento, Clara ya no se preocupaba por la acción de intimidad. Con ambas manos apretando firmemente el cuello de Diego, esperó pacientemente a que el malestar en sus piernas desapareciera.

Diego tampoco se apresuró. Después de confirmar que la niña estaba bien, simplemente esperó en silencio.

Después de unos quince segundos, los espasmos en la pierna de Clara finalmente comenzaron a desaparecer.

Clara suspiró aliviada, pero al recuperar la conciencia, se dio cuenta de que su cuerpo es
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