Capítulo 458
Al escuchar estas palabras, Claudio comenzó a llorar de inmediato, gritando: —Mamá, quiero, quiero a mamá.

Claudio era un niño obediente que rara vez lloraba, pero cuando se trataba de algo relacionado con Clara, lloraba con mucha tristeza.

Diego suspiró impotente: —Esta será la última vez, una vez que veamos a mamá, tendremos que irnos, ¿de acuerdo?

El pequeño no entendía lo que quería decir, pero mientras pudiera ver a mamá, todo estaría bien. Con lágrimas en su rostro, asintió obedientemente.

Diego secó las lágrimas de sus ojos y limpió la saliva que había salido de su boca: —Vamos, vamos a ver a mamá.

La tienda de campaña inflable brillaba con una luz amarillenta como pequeñas estrellas parpadeantes.

A esta hora, Claudio debería estar durmiendo, pero sus ojos estaban llenos de energía. Antes de llegar a su destino, se liberó del abrazo de Diego y corrió hacia la tienda de campaña con sus pequeñas piernas.

Clara no sentía sueño en absoluto. En ese momento, estaba sentada en la alfom
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