Capítulo 425
Diego se sentía abrumado por la culpa, sabía que Clara lo detestaba profundamente, pero ya había emprendido este camino, y aunque fuera un error, debía continuar.

—Clari, lo siento.

Él la llevó a rastras, y Clara no podía ofrecer resistencia, como un pez en una tabla de cortar.

Diego la llevó de vuelta a la Mansión de las Rosas, el mismo lugar donde solía cultivar rosas para complacerla.

En los dos años que Clara no había estado allí, el jardín de rosas había crecido exuberante, con una variedad de rosas extendiendo sus pétalos suavemente en la brisa nocturna.

—Clari, a partir de ahora, tú y papá vivirán aquí. He organizado un equipo médico completo para él, y se recuperará pronto.

Tan pronto como Diego mencionó a Quirino, Clara se puso nerviosa.

—Diego, puedes hacer lo que quieras conmigo, pero te suplico que dejes a mi papá en paz. Ha luchado tanto para recuperarse, y no tengo nada más que él.

Diego acarició suavemente su mejilla y dijo: —Clari, te lo prometo, no los lastimaré más. D
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