Capítulo 36
Siguió contando hasta que él subió al coche, y él no miró atrás.

Clara, olvidada por completo, permaneció en el suelo, manteniendo ese gesto. Aunque los efectos secundarios de la quimioterapia se habían debilitado desde el principio, su cuerpo seguía siendo muy débil. Cuando se cayó tan bruscamente, parecía como si hubiera roto todos sus huesos.

Fernando y los demás se habían ido a despedir a Diego. Antes, solía estar ama Cruz, pero ahora, después de la partida de ella, la gran mansión estaba desierta.

Copos de nieve caían del cielo, y el frío intenso la envolvía desde todas partes, dejando sus manos y pies helados.

Pensó que alguien, cualquier persona, podría salvarla.

Su bolso estaba cerca, pero no tenía fuerzas ni siquiera para voltearse y tomar su teléfono.

Solo podía mirar los copos de nieve danzantes, mientras las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas, mientras susurraba: —885, 886...

Cuando llegó a 1038, Clara sintió que su cuerpo se calmaba un poco, y finalmente se le
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