Capítulo 39
Diego no desveló su torpe mentira y permaneció junto a la mesa, diciendo: —Ve a lavarte las manos y ven a comer.

La luz iluminaba al hombre, que ya no llevaba trajes elegantes ni corbatas. La suavidad de su suéter de lana le daba un toque de calidez, incluso su rostro, que antes irradiaba frialdad, ahora tenía un aspecto más cálido.

En la cintura, todavía llevaba el delantal que ella misma le había comprado hace tres años, como si nada hubiera cambiado.

Clara corrió hacia él con una sonrisa al ver que la mesa estaba llena de platos picantes que solía disfrutar en el pasado. Si él hubiera prestado atención a las comidas que ama Cruz había estado cocinando para ella estos días, habría sabido que sus preferencias culinarias habían cambiado.

Ya no se preocupaba por ella de la misma manera que antes. Ambos seguían fingiendo que vivían como en el pasado, pero en realidad su relación estaba llena de grietas y ya no era lo que solía ser.

Muchas cosas habían terminado sin hacer ruido, igual que
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