Capítulo 28
Rosalía era tan importante para él como ella para Quirino.

—No se puede negar que quizás sea un buen padre, pero definitivamente no es una buena persona. Bajo esa fachada de hipocresía se oculta un corazón diabólico, Clara. No ocultaré más nada de ti.

Diego se arrodilló sobre una rodilla, sosteniendo el rostro de Clara en sus manos. Una sonrisa de obsesión y maldad cruzó su rostro.

—Te consideraba toda mi vida, te amaba hasta un punto en el que no podía liberarme, pero al final eres la única hija de Quirino. Cuánto te amaba, ahora te odio igual.

Aunque sonreía, Clara sentía un escalofrío recorrer su espalda.

—¿El día que Yolanda y yo caímos al agua juntas, tú salvaste intencionalmente a ella primero? ¿Querías que nuestro hijo pagara por el hijo de tu hermana?

—Sí, ojo por ojo.

Clara agarró su camisa con las manos, las lágrimas rodaban por sus mejillas. —¿Estás loco? ¡Es nuestro hijo! ¿Aún no ha nacido y ya tiene la culpa? ¡Es inocente!

Diego torció la cabeza y sonrió siniestramente. —E
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