Capítulo 284
En estos días, además de Camila, alguien más ardía en preocupación, era Diego. No comía ni bebía, no dormía ni descansaba, y su cuerpo estaba tan tenso como una cuerda de arco, siempre pendiente de la situación de rescate.

Lucas, al ver la mandíbula de Diego tan afilada, sintió un gran pesar. —Jefe López, por favor, al menos come algo. Si sigues así, incluso si fueras un toro, no lo soportarás.

Diego tenía la garganta reseca y los labios agrietados, por lo que Fernando rápidamente le entregó una taza de té.

Después de que el agua tibia aliviara su garganta, Diego finalmente habló con dificultad, su voz ronca.

—Lo que te encargué investigar...

—Las cámaras de seguridad del elevador fueron manipuladas antes de que llegáramos, así que no obtuvimos ninguna información útil. A través del rastro de la señorita Blanco, descubrimos que están vinculados a una organización internacional. —

—¿Quiénes son?

—El Veneno.

Diego, por costumbre, llevó un cigarrillo a la boca, pero al intentar encenderlo
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