Capítulo 292
A pesar de saber que Carlos estaba completamente preparado y que Clara ya había contactado a esas personas de antemano, hubo un contratiempo al transferir a Quirino.

A la hora acordada, Carlos aún no había regresado.

Esta noche, la oscuridad era tan densa como si estuviera empapada en tinta, no se veía ni una sola estrella en el cielo.

El patio seguía siendo acogedor, con las flores de cerezo bailando bajo la tenue luz. Clara había colgado una bola de deseos en las ramas.

El viento hacía balancear las campanas colgadas en la bola de deseos, y el sonido constante de las campanas mantenía a Clara en vilo, sintiendo ansiedad por Carlos.

—Ding, ding...

Con el violento movimiento de las campanas, la pequeña bola roja que originalmente colgaba con seguridad de las ramas fue derribada por el viento, emitiendo un inquietante sonido.

La bola roja rodó por el camino de piedra blanca, y antes de que Clara pudiera atraparla, llegó a los pies de alguien.

Carlos recogió la bola roja y, bajo la luz d
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