Las autoridades, después de varios días de búsqueda intensa en busca de un culpable mayor cayeron en manos de Alec. Mi sorpresa, y tanto como la de Zach, eran inauditas. Creíamos muerto a Alec, ya que por la confesión de Zach y asegurando que le había disparado desde la ventanilla del auto. Por aquella suerte, sólo fue una grave herida. Todo el Break se había disuelto, Erik se había ido de Rawsen antes de tiempo y Jess no quedó involucrada en el caso. Mientras que Ashton, Jace y los demás, sufrieron cargos invaluables. Por aquel tiempo, rezaba porque a Alec no lo culparán por ser el culpable del incendio, pero gracias a sus abogados y las pruebas irrefutables que presentó en la corte, Alec se salvó de un milésimo milagro divino. Y gracias a eso, él se convirtió en alguien especial para mí.
Aunque mi idea era totalmente alocada, Alec comenzaba a acercar
Sequé mi cara mientras visualizaba con el rabillo del ojo el torso de Alec mientras se cepillaba los dientes. Aquel torso tan bien formado por los dioses que casi me hace atragantar con mi propia saliva. Habíamos quedado en su residencia, luego de tanta fiesta y bebida; no había pasado mucho entre nosotros aquella noche. Aunque, yo estaba insegura de nuestra relación a partir de la noche anterior.Me quedé a su lado, con la camisa que él me había prestado tras vomitarme el vestido que me habían regalado. Él secó su cara, los restos de pasta dental de sus comisuras y se giró para besarme en la sien. Pasé mis manos por su cuello, lo atraje más a mí y le susurré unos «buenos días» con el animo por el piso.—¿Sucede algo? ¿Es por lo de anoche? —preguntó intrigado. Respondí con la cabeza gacha, me giré un
Drew.Estaba nervioso.Verla de nuevo, sentirla de nuevo; todo ponía mis nervios de punta. Me besaba, de la misma intensidad en que necesitaba besarla de igual manera. Así que, no sintiéndome presionado y controlado de la situación, quité de su chaqueta aún estando ambos en el sofá.—Te extrañé tanto —oí decir a mi oído mientras sus manos se echaban hacía atrás, las mangas de su chaqueta se deslizaban por su piel pálida. Sus manos se aferraron de nuevo a mi cuello, colocando beso tras beso a lo largo del mismo.Sentí escalofríos, necesitaba estar con ella fuera el tiempo que fuera, yo no pedía nada más. Con delicadeza, nos recostamos sobre el sofá sin importar la tormenta que se avecinaba. Y de repente, la luz se cortó.—Mierda. —Dije irritado ante
Catherine.—Tengo una resaca de aquellas... —murmuró Dewis a mi costado mientras que se reincorporaba en el asiento del acompañante. Como era costumbre, él se emborrachaba sin importarle que hoy fuera lunes o martes.Tan sólo tuve que despertarme a los saltos al atender su llamado, que me hubiera dicho que estaba tirado en la arena, totalmente mojado por la lluvia y ebrio. Pidiéndole disculpas a Drew, le prometí que iba a decirle la verdad a Alec antes de que huyera con su banda por todo el país en busca de rock n' roll. Al fin y al cabo, prometí hacer aquello sólo para estar con él, aunque aquella madrugada no lo veía muy feliz.—Menos mal que vivimos en un pueblo casi inexistente —bromeé, él me golpeó con su puño, apenas pude sentir el dolor.—No quiero volver a casa y que
Drew se separó tan rápido como mi vestido voló de nuevo a mi regazo. En ese momento, aquella mirada de culpabilidad que rondaba en mi cabeza era peor de lo que podía imaginar.Alec. Estaba. Parado. Y. Esperando una maldita explicación. A lo mejor, alguien nos había visto o quizás fue repentinamente mientras me buscaba.—¿Te sientes mejor? —preguntó irónicamente.No supe que responder más que alejarme de Drew e irme detrás de él en cuanto cruzó el umbral de la puerta.—¡Alec! ¡Espera! Puedo explicarlo, yo... —y me callé en el momento que todos estaban mirándome y algunos ni podían lograrlo. Alec se giró, su mirada de confusión y tristeza rondaba en su cabeza como si hubiera hecho algo peor.—Oh, vaya, pues mira a la niña Richards —soltó una chica a mi lado d
Drew.Apenas había llamado Jace, salí disparado de mi residencia en dónde me encontraba tan intrigado como pasmado ante la reacción de Catherine a mi respuesta de beca.Estacioné frenéticamente el coche en la acera, me bajé tan rápido como pude y en cuanto llegué a la puerta de la residencia de mi hermano menor, él ya la había abierto y estaba esperándome con los brazos cruzados.Típico de él y de todas sus actitudes.Me preguntaba si ahora no la había drogado, o algo por el estilo. Entré inmediatamente, y la vi acostada en su sofá con una manta color verde.Bajé mis hombros en señal de rendición y Jace apareció por detrás de repente.—¿Dónde la encontraste? —solté al fin. Jace se reacomodó a mi lado, con su mir
Desperté en algún lugar que no conocía. Me removí entre una manta, aquella residencia me parecía demasiada lujosa para ser real. En cuanto alcé mi cabeza, vi a Jace del otro lado, en otro sofá igual al que estaba yo, durmiendo. Estaba la televisión encendida, y el control remoto estaba en el pecho de él. Quizás se había quedado dormido mientras esperaba a que despertase, pues aún era de día.Aunque, conocía ese perfume. Drew. Debía haber estado allí. Sin dudas, y sin pensarlo dos veces, me deslicé hasta bajarme del sofá y despertar a Jace. Él estaba en un sueño profundo, aunque rompió su sueño un fuerte bostezo al removerse en el impulso en el que molesté su siesta. Abrió sus ojos, y se sorprendió más que yo.Le regalé una sonrisa, dándole las gracias por el cuidado.&m
¡Pum!Encontraron al idiota de Erik pocos días luego de que Drew se fue a Clayton. Obviamente, fue a la cárcel por tenencia de drogas y demás. Fue una buena noticia después de todo. Zachary había sido absuelto de los casos, al igual que Ashton. Jessica había vuelto a Rawsen, ahora trabajaba en Lizzie's pero no compartíamos mirada excepto de cliente a cajera.Mientras que Alec había ido de gira con su banda, Lauren y yo nos volvimos cercanas junto a Lou. Si bien, nos habíamos vuelto grandes amigas y eso me encantaba. Es decir, tener nuevas amigas con quién hablar y eso.Todo volvió a la normalidad, excepto yo. Sí, admitamos algo: Aún seguía dolida por la partida de Drew, de su partida de la ciudad. Aunque no quería exagerar, había pasado días llorando contra la almohada hasta aceptar la realidad. En ese fin del cuento, las semanas pasaron v
Corriendo por el aeropuerto, llegaba tarde a mi vuelo. Mi pasaje decía a las diez, eran diez y cuarto. Mientras las maletas se me enredaban en los pies, saludé a mis padres desde lejos y Lou me acompañó hasta la entrada de los pasajeros, mucho antes de la escalera mécanica que me llevaría hasta la entrada del avión.Antes de que pudiera retirarme, ella me tomó del brazo y me entregó un libro. Reí ante su título, porqué quizás me recordaba a muchas cosas sobre todo lo ocurrido. ¿Y los chicos malos? Claro que sí, ahora creía en ellos y no en aquellos con motocicletas anticuadas y chaquetas de cuero, en los chicos malos hirientes y crueles.—Sólo recuerda no involucrarte con otro chico malo —resopló—, y que no vuelque su cerveza en tu pijama de ovejas —agregó. Ambas reímos debido al recuerdo.—Clar