Sarah se le quedo viendo fijamente durante un momento con expresión dolida; más pronto esta cambio, tornándose molesta.
—Nos escuchaste —dio por hecho y es que no habría podido saberlo de otro modo, no cuando había sido especialmente cuidadosa.—Si —reconoció. —Ese maldito —no pudo evitar decir en voz alta; mientras caminaba un poco, alejándose.—No puedes culparme por esto. Es verdad que te engañe, pero tú lo hiciste también; incluso te casaste con otra y me dejaste atrás. No podrías culparme por buscar alguien más —se defendió. —Te equivocas, yo jamás te engañe; pero no tratare de justificarme, porque eso no tendría sentido ahora. La verdad es que en estos momentos me importa muy poco que me fueras infiel, lo que me enfurece es el hecho de que trataras de engañarme, qMargaret había tomado la determinación de que el divorcio no podía afectarle, que no seria bueno para su hijo que se alterase. Había decidido dejar todo eso en el pasado, por su bien y el de su hijo.Se encontraba lavando los platos después de disfrutar de la cena, cuando de pronto se le acerco Lisa.—Deja eso, ya me encargo yo después —le pidió.—Descuida, de hecho, ya casi termino —se negó tratando de continuar con lo que hacía.—Por favor, la verdad es que necesitamos hablar contigo —admitió.—Claro, pero dime ¿pasa algo? Los he notado un tanto extraños durante la cena —deseo saber y es que los había sentido incluso nerviosos.Lisa, en cambio, no respondió nada; sino que tan solo la guio hacia el comedor donde les esperaba Marcos.—Siéntate —le pido este igualmente serio.
—Según la información que pude recabar; a mediados de los 70s Thomas y Clara, su esposa, fundaron su empresa junto a un par de inversionistas menores. Ambos tenían una gran participación en las acciones, el 70% para ser más exacta. A su muerte ella le dejo sus acciones a Oscar, tu padre; quien luego compro otros 20% de acciones a través de prestanombres. Fue ahí donde encontré lo primero que llamo a mi atención y es que me resulto curioso que intentara ocultar la compra —comenzó a explicarle, haciendo que Margaret le prestara toda su atención.—Veras, Thomas vendió ese mismo porcentaje de acciones y compro gran parte de la participación en la empresa de Nicolas, el abuelo materno de Lucas. Oscar de ese modo se convirtió en secreto, en el accionista mayoritario —revelo.—¿Porque aria algo así? No lo entiendo —deseo entender y es
Dos semanas después…Thomas era consciente de que su plan había fallado de forma miserable, lo cual le enfurecía hasta el fondo del alma. Por fortuna, siempre había sido un hombre que prefería tener planes de contingencia, ases bajo la manga; todo lo necesario para resultar vencedor. Lo cierto es que planeaba echar a andar el plan b cuanto antes, para así obtener lo que deseaba.Lucas se encontraba en una reunión con los directivos de su empresa, discutían desde hacía un par de hora sobre una nueva estrategia para la compañía; lo cual era más que cansado y tedioso. Su humor era más que terrible y no solo debido a las dificultades que aun enfrentaba en el trabajo, sino que aún no se recuperaba después de lo ocurrido con Sarah. Era de ese modo, en especial cuando su hija aun continuaba viviendo en casa de sus padres.Ambos cuidaban de ella, de hecho, estaban m
Lucas no tenía la menor idea de que pensar al respecto y es que tal revelación solo conseguía ponerle aún más confundido.—Eso no tiene ningún sentido, pues si eso era lo que deseaba. Jamás hubiera permitido que nos separáramos; en cambio, lo acepto. Dígame la verdad de una buena vez —exigió con firmeza.—¿Que trato tenía con Sarah?, ¿por qué le interesaría que la niña que dio a luz no fuera mi hija? —deseo poder entenderlo.—Cuando supe del embarazo de Sarah; me di cuenta de que no necesitaba más a Margaret, que ya tenía justo lo que deseaba —admitió.—No lo entiendo —reconoció.—Un hijo de una o de la otra, para mí era igual —acepto abiertamente.—Eso no tiene ningún sentido, pues si deseaba un descendiente este solo podía
No tenía la menor idea de cómo es que había logrado llegar con bien a casa de sus padres y es que su mente se encontraba en otro sitio, sus emociones al límite.Apenas arribo a la mansión, se encontró con su madre. En el rostro de ella, se encontraba dibujada la expresión alegre que siempre solía tener y temía que eso estuviera a punto de cambiar.—Hola, querido —le saludo con una sonrisa.—Acabo de darle un baño a Katherine, ahora duerme profundamente. Tu padre se encuentra con ella, está totalmente encantado; creo que no lo había visto tan feliz desde que naciste —le conto con placer, mientras comenzaba a caminar frente a él en dirección a las escaleras.—¿Él sabe que no soy su hijo? —le cuestiono sin más, sin rodeo alguno.En ese momento, la gran sonrisa que se dibujaba en el rostro de Samantha de
Lucas se encontraba parado justo en el centro de un gran salón, decorado con grandes cuadros de paisajes; mismos que evocaban en el de forma inevitable la libertad que estaba a punto de perder. Aquella tarde se vistió con un traje negro, color que más que pretender elegancia representaba el luto; sentía como si estuviese asistiendo a su propio sepulcro. La corbata que se ceñía a su cuello, bien se le antojaba como una cuerda. A su lado se encontraba el juez de paz y los testigos, solo faltaba la novia. Una mujer a la que apenas había visto en una ocasión y por la cual no sentía absolutamente nada. Todos esperaban que apareciese y aunque en un inicio los nervios lo corroían; después de la conversación que acababa de tener con Margaret, estaba seguro de que no tendría nada que temer. Que esa roca que pendía de su cabeza no caería. Solo necesitaba preocuparse de que tanto debía esperar, que tanto era lo correcto antes de marcharse pareciendo solo un novio abandonado y sobre todo qu
Margaret no alcanzaba a comprender lo que pasaba, aun cuando entendía el significado de sus palabras. —¿Cómo...? —deseo poder comprender, pues no encontraba forma posible en que su abuelo pudiera obligar a un hombre como él a hacer algo que no deseaba. —El motivo no importa ahora, solo basta decir que estoy bajo su control; que ha encontrado la forma de obligarme a hacer lo que quiera y que lo que desea es que me case con usted —reconoció. —No quiero eso, no pienso atar mi vida a la tuya —continuó sin reparo alguno. —¿Entonces cancelará esta boda? —preguntó con la esperanza de que fuera de ese modo. —No, lo que quiero es que lo haga usted —reveló para su mayor sorpresa. —¿Yo...? —quiso asegurarse de que era lo que decía. —Thomas me tiene justo en la palma de su mano, pero tú situación es muy diferente. Eres su nieta, tienes opciones; puedes negarte si así lo deseas y estarás bien. Solo te pido que nos saques a ambos de esta situación —le dijo volviendo su trato hacia ella much
Presente… —Una cosa más; tu marido te llevará fuera de la ciudad durante un par de semanas a su casa de campo. Cuando regresen, más te vale que estés embarazada —dijo para su mayor desconcierto. —¿Que...? —no pudo evitar preguntar, aunque escuchó a la perfección. Thomas no la dejó completar la pregunta, sino que la abrazó con fuerza para hablarle al oído. —Deseo un descendiente y tú me lo darás, ya sabes las consecuencias de no hacerlo —le recordó. Aquello era algo que Margaret nunca habría esperado, y le tomó tan por sorpresa que la hizo sentir mareada. Aun así, se controló para no llorar, gritar y armar un verdadero escándalo, aun cuando lo deseaba; tan solo salió de ahí y entró al auto de Lucas. Este se encontraba sentado en la parte de atrás, profundamente dormido.Un par de horas después, habían llegado a su destino, una casa de campo en medio de la nada, o al menos así es como ella lo sentía. Habían viajado por un par de horas; primero por la autopista, luego carreteras se