—¡Wow... está playa es preciosa! — Digo caminando por la arena de este solitario lugar. Vuelvo a mirar a mi alrededor para comprobar que realmente no hay nadie, algo que llama mi atención. —Está realmente solitaria...— Comento dejando mi bolso de playa sobre la arena mientras que él se quita su camiseta.
—Por eso quise que viniéramos aquí, está un poco más alejada que el resto pero vale la pena.—
Termino de colocarme mi bikini y me siento entre sus piernas en esta playa desierta que ha sido testigo de otra de nuestras locuras; esas que son dictadas por nuestra piel. Los únicos ruidos que se escuchan son el de las olas golpeando en la orilla, y nuestras respiraciones aún agitadas después del momento de pasión que hemos vivido. Mi mirada está clavada en el mar que realmente es un paisaje digno de ser admirado por la eternidad y ese lugar dónde en un momento pensé terminar con todo. —¿Te puedo preguntar algo? — Indaga regresándome de mis pensamientos.
Entramos a la discoteca que nos han recomendado tomados de la mano como la pareja que ahora somos. Miro a mi alrededor, escucho la música que es realmente genial, jamás había ido a bailar en Italia y eso que he estado varias veces en este país. La música está realmente alta, y sé que Bautista intenta decirme algo, pero no lo puedo escuchar.—! ¿Que?!— Le grito.
Si tuviera que elegir como pasar el resto de mis amaneceres sería de esta manera con sus brazos sosteniéndome mientras que miramos el sol asomándose tímidamente en el horizonte. El silencio en esta playa permite que escuchemos como las olas golpean en la orilla y generan ese ruido que pareciera ser una melodía mágica; es demasiado relajante.—Escuche como me llamaste...— Me dice al oído casi como si fuera un secreto.
—Dime algo, que me hayas dicho que me amas al igual que yo te amo a ti, ¿hará que me dejes gritarle al mundo lo nuestro?— Me pregunta antes de que cerremos nuestros ojos para por fin dormir.—No, mantengámoslo así... seamos cómplices de este amor clandestino que no tiene nada de prohibido. — Le respondo sonriente mientras me acomodo sobre su pecho.El cansancio nos gana y lentamente nuestros oj
¿Quien me hubiera dicho aquel día que intente terminar con todo, un huracán llamado Bautista vendría a causar una revolución en mi vida? No ha sido mucho el tiempo que ha pasado desde ese momento, pero el hombre que duerme a mi lado tan solo cubierto por una tímida sábana blanca, me rescato aquel día y al parecer no sólo reanimó mi cuerpo para que siguiera respirando, también reanimó mi corazón para que siguiera latiendo por amor.Tengo muy en cuenta que para él todo esto también es
Estamos parados bajo el marco de la puerta de mi departamento en esta que es nuestra despedida cruel. Nuestra primera despedida y vaya que me cuesta. No nos veremos por una semana y media, y siento que lo voy a extrañar demasiado, ya me había desacostumbrado a extrañar a alguien así.—Te extrañare tanto...— Le susurró al oído, ya que soy prisionera de sus brazos en mi cintura y su cuerpo pegado al mío.
Las 48 horas más largas de mi vida las he pasado en estos últimos dos días, me siento una adolescente extrañándolo de está manera.En menos de quince minutos pasa por mi y yo estoy aquí luchando con la cremallera de mi vestido hasta que finalmente logro cerrarla. Me echo un vistazo por última vez al espejo y me terminó de convencer del vestido negro que he escogido.No sé dónde iremos, pero quiero que este reencuentro sea maravilloso e inolvidable. Es
No puedo creer que tenga tanta mala fortuna para que mi padre este del otro lado de esta puerta. No tengo pijama así que decido buscar una camiseta de Bautista para ponérmela. Intentado no hacer ruido me paro pegada a la puerta y la abro apenas un poquito para poder oír lo que sucede en la sala.—Bautista, discúlpame por venir sin avisar, solo espero no molestarte.— Escucho que le dice mi padre.
Último capítulo