38. Bésame

Si tuviera que elegir como pasar el resto de mis amaneceres sería de esta manera con sus brazos sosteniéndome mientras que miramos el sol asomándose tímidamente en el horizonte. El silencio en esta playa permite que escuchemos como las olas golpean en la orilla y generan ese ruido que pareciera ser una melodía mágica; es demasiado relajante. 

—Escuche como me llamaste...— Me dice al oído casi como si fuera un secreto.

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