Me besa sin cesar moviéndose en mí, me hace delirar sentirlo así. Es todo un experto y lo sabe porque cada vez que me posee se esmera para que sea más intenso; crea adicción y ahora me pregunto si hay alguna mujer por allí en el mundo sufriendo por no tenerlo más en su cama.
Sus gemidos son igual de sensual que su voz y entre ellos, sus caricias y la manera que me está follando mi cuerpo comienza a temblar —Eres un vicio— Me susurra al oído después de haber acabado en mí. Mi respiración está agitada… quiero responderle, pero literalmente no puedo. —¿Qué haremos con todo esto? — Me pregunta una ve
Su mano acaricia mi rodilla por debajo de la mesa mientras que cenamos bajo un juego de miradas que podrían prender fuego el restaurante completo. Me es difícil comer porque cada roce de sus dedos es una caricia que incita a olvidarse de todo «¿porque tiene que ser así? ¿No podemos cenar como dos personas normales? ¿No se cansa nunca?»Lo miro intentando que entienda que debe detenerse, pero al parecer, hacerme esto le divierte y solo me lanza una pícara sonrisa que me deja saber que está disfrutando de verme así. —¿No te cansas nunca? — Me atrevo finalmente a preguntarle.
— Llego la hora de volver a la realidad — le digo apoyada sobre el marco del portal de mi departamento mientras que él sostiene su cuerpo inclinado sobre el mío con la mano que está apoyada sobre la pared a mi lado. La forma en la que me mira refleja sus ganas de volver a estar piel a piel como si lo de ayer y lo de esta mañana no hubiese sido suficiente.— Me encantaría tenerte un mes solo para mí...— Dice acercándose peligrosamente a mi boca.
(Un poco menos de dos semanas después)Hace casi dos años que no veo a mi padre, de alguna manera lo culpo por lo que me sucedió con Máximo, aunque sé que no es así, mi inconsciente necesita culpar a alguien ¿y quién mejor que mi padre? Motivo por el cuál Máximo se acercó a mí… Bajo del taxi y observo detenidamente la fachada de la casa de verano a la cual hace más de dos años que no vengo. Miles de recuerdos vienen a mi mente y me es inevitable no sentir melancolía, tristeza y hasta rabia ya que aquí he pasado momentos increíbles junto a
Lo sigo mientras que nos escabullimos entre la gente hasta entrar a la casa —¿podemos ir a algún sitio donde no nos escuche nadie?— Me pregunta mirando a su alrededor. —Si, sígueme.— Le digo rápidamente y subo la escalera sintiendo sus pasos detrás de los míos y voy hasta lo que es mi habitación en esta casa. Al abrir la puerta me doy cuenta de que mi padre no ha movido ni un adorno de lugar, mi colección de películas, los libros de la universidad sigue allí, mis cámaras… si bien está es la casa de verano, recuerdo claramente que cada vez que tenía que trabajar en un proyecto importante venia aquí.
Bajo la escalera mientras termino de acomodar mi vestido con él detrás de mi acomodándose las mangas de su camisa. Aún no puedo creer que lo hayamos hecho en mi cama, en esta casa, con cientos de personas en una fiesta y mi padre entre ellos... —Aún no te lo he dicho, pero ese vestido te queda de infarto— Me dice al oído casi en el último peldaño de la escalera. Giro mi rostro para verlo y con mi dedo índice le pido que se acerque, él me hace caso.—Me ha encantado hacerlo a escondidas... fue excitante. — Le murmuro.
Siento que muchos de los invitados me observan después del escándalo que armó Santiago en medio de la fiesta; no puedo seguir aquí, me siento muy incómoda. —Pa, me voy... termina de disfrutar de tu fiesta. — Le explico mientras que lo abrazo para despedirme.—¿No te quedarás a dormir aquí? — Pregunta sorprendido por mi decisión. Cada beso es más urgente, nuestras bocas son ese punto donde nuestra pasión comienza y pareciera que no tiene fin. Sus manos encuentran nuevamente la cremallera de mi vestido tal como lo hizo en aquella habitación de la casa durante la fiesta, y las mías quitan su americana tirándola en el piso. —No tienes ni idea de lo mucho que te deseo— Me dice con sus labios en mi cuello. Sus palabras son el detonante para que me urja tenerlo desnudo lo más pronto posible.—Me doy cuenta— Le respondo sonriente clavando mi mirada en la suya. Nuestras prendas van cayendo una a una en el suelo de20. ¿Que está sucediendo aquí?
Miro a mi lado y lo observó dormir profundamente, estudio su cuerpo intentando encontrar algún patrón en la forma están distribuidas las pecas en su espalda, pero no, no dibujan ninguna figura tan solo cubren su piel haciéndolo ver más sexy de lo que ya lo es. Me dan ganas de besar toda su piel, pero si lo hago él no se ira y eso es lo que necesito ahora. —Bautista... despierta— Le pido mientras lo muevo lentamente. De a poco él abre sus ojos y algo confundido pregunta &mdash