Thomas se sentía cansado, casi siempre despertaba en la madrugada, producto de las pesadillas que llevaban acosándolo desde hace años, a sus escasos veintiséis años llevaba más cosas acuestas que cualquier persona que hubiera vivido cerca de setenta años, miro a su lado de la cama, una increíble rubia durmiendo a su lado, totalmente desnuda, la sabana solo cubría de su cintura hacia abajo, se podían ver las marcas que él mismo había puesto en ese lugar hace un par de horas.
Se levanto importándole poco el que pudiera despertarla, la conocía de hace unas cuantas horas, y sin embargo había sucumbido a su deseo por sentir algún tipo de sentimiento, se vistió de nuevo y miro el reloj que estaba en la pequeña mesa de noche.
5:30 am.
Tomó su chaqueta y dándole una última mirada a la mujer dejó la habitación y un par de minutos después la casa, no Le importaba el que ella despertará en otro par de horas y no lo encontrará en la cama, Le daba igual, de todas formas nunca la volvería a ver, camino hacia su camioneta, poniéndose su chaqueta en el camino, entró y rápidamente la encendió, gozando de la calefacción que la camioneta Le daba.
Dejó salir un suspiro pesado, y dejó que su mente divagara, llevaba viviendo de ese modo desde hacía un año, tal vez más, nunca se acostaba con una mujer dos veces, por ahora no trabajaba, en realidad no lo necesitaba, tenía el dinero suficiente para vivir sin trabajar por años y eso lo gozaba demasiado.
El era un hombre bien parecido, cabello ondulado y de color café obscuro, sus ojos eran del color más azul y vivo que se hubiera visto nunca, un metro noventa y uno, de gran musculatura y además de todo eso, tenía una sonrisa que con sólo dirigirla a una mujer ella caería rendida a sus pies.
El sonido de su teléfono lo sacó de sus cavilaciones, lo sacó de su bolsillo del pantalón y vio el nombre en el identificador de llamadas.
Jayden.
Descolgó un segundo después y se llevó el aparato electrónico al oído - ¿que? - su voz se escucho dura y áspera al momento de contestar, una risa se escucho del otro lado.
- ¿así es como contestas el teléfono florecilla? - el tono burlesco en el que fue echa la pregunta lo tuvo frunciendo el ceño de inmediato.
- ¿que quieres ahora Jayden? - Le preguntó al mismo tiempo que encendía su camioneta.
- No puedo creer que seas tan amargado - lo conocía tan bien que sabía que en ese mismo momento estaba haciendo un puchero al otro lado de la línea - ¡alégrate dulcecito de ajonjolí, te he conseguido un trabajo!
- ¿y para que quiero yo un trabajo? - saco la camioneta de su lugar y comenzó a manejar hacia su departamento - sabes que no lo necesito.
Condujo por la carretera camino a su departamento, vivía en uno de los lugares más privados de la ciudad, no Le gustaba que la gente se metiera en su vida, ya había pasado anteriormente y el los había puesto en su lugar.
- yo se que no lo necesitas - todo rastro de burla había desaparecido de su voz - pero no puedes vivir encerrado de ese modo, necesitas salir, despejarte y olvidar.
- sabes que lo e intentado, pero no puedo - su voz, con un deje de tristeza en ella, recordaba ese momento en especial y era uno de los más dolorosos - ya he aprendido a vivir así.
- No puedes encerrarte de ese modo - ahora estaba enojado y no estaba intentarlo ocultarlo - te esperaré a las once de la mañana, y no aceptaré un no como respuesta.
Antes de que pudiera contestarle, el pitido del teléfono indicando que la llamada se había terminado se escucho en su teléfono, arrojó el aparato al asiento del acompañante y se concentro en manejar. Sabía que este trabajo que Jayden Le había conseguido sería algo relacionado con su trabajo anterior.
Había sido Guardaespaldas durante el año pasado y, según lo que decían las personas que lo habían contratado, uno muy bueno, y no era para menos, su entrenamiento en el ejército lo había echo de ese modo. Había entrado al ejército apenas había cumplido dieciocho años, en un intento por seguir los pasos de su padre.
Su padre había sido un general de alto rango, y el siempre había querido ser como él, por desgracia su padre había muerto en combate y eso lo había marcado demasiado, había muerto hacia dos años solamente, y seguía doliendo igual que el primer día, y no era el único dolor que llevaba encima, había sufrido demasiado desde los dieciocho años, entreno por tres años y cuando al fin había cumplido los veintiún años fue enviado a su primer gira del ejército, lo que vio allí por esos siete meses lo cambiaron para siempre.
El vio el dolor, la desgracia y la muerte que una guerra podría llevar, cuando disparo su arma por primera vez sintió la adrenalina y algo más que no puedo explicar, se sentía grande, como si nada pudiera en contra de él, y después quito su primera vida.
El sonido de un claxon detrás de él lo sacó de sus recuerdos, parpadeo desorientado, dándose cuenta de que ya había llegado a su departamento, estaciono su camioneta en su lugar habitual y bajo de esta, encaminando se hacía la entrada del edificio donde vivía, tomó el elevador y presiono el botón que lo llevaría al último piso, el vivía en el ático, sentía que de esta forma tendría más privacidad que la que tenía.
Su piso era digno de los mejores, el mismo lo había decorado y Le gustaba como había quedado, predominaban el color negro y tinto, tenía lo último en decoración, la cocina era grande y espaciosa, de color blanco y negro, tenía lo último en tecnología, la sala era grande y cómoda, tenía cuatro habitaciones, y cuatro baños uno de ellos en la habitación principal. Era el departamento que cualquiera desearía, miro el reloj que colgaba en una de las paredes de la sala.
Este marcaba las siete con cinco, se relajo al ver que aún tenía tiempo para ver a Jayden, camino hacia la cocina y se hizo un desayuno simple y sencillo, comió y limpio todo lo que había necesitado, fue hacia su habitación, está se encontraba al final del pasillo donde estaban las habitaciones y los baños, se quito la chaqueta al mismo tiempo en que habría la puerta de su habitación.
Su cuarto era sencillo, nunca se había tomado la molestia de colocar fotos personales en su cuarto, ni en ningún otro lugar del departamento, una gran cama con cobija blancas y tintas se situaba en la mitad de la habitación, era lo suficientemente grande como para que entrarán tres personas en ella y aún así quedaría espacio. A la derecha de su cama había una puerta, ese era el baño, también en colores blancos y tintos, en la pared contraria había otra puerta, esta llevaba hacia el amplio armario, era grande y aún había espacio para colocar más cosas en el.
Una baja cajonera estaba frente a la cama hacia la derecha, tenía un gran espejo y demasiados secretos en sus cajones, del lado contrario a donde este se encontraba había un amplio librero, casi tan grande como la pared y lleno de libros, los cuales el había leído todos y cada uno de ellos.
Camino hacia su baño, este mismo tenía todos los complementos que alguien podría necesitar, una amplia regadera en un de las esquinas y frente a esta la tina, perfecta para dar e un merecido descanso, el inodoro y a un lado el lavabo, un gran espejo sobre este último en donde por dentro guardaba algunos artículos de higiene personal, en la pared frente al lavabo un gran mueble de caoba en color negro, con dos puertas y dos cajones, en ese lugar guardaba toallas y artículos de repuesto, a su lado estaba el sesto de la ropa sucia.
Camino hacia este, sacando dos toallas de una de las puertas, se desnudo echando la ropa en el cesto, y templo el agua de la regadera, duro allí como mínimo treinta minutos, lavándose y pensando en lo que me esperaría al llegar con Jayden, se envolvió una toalla en la cadera y salió del baño al mismo tiempo que se secaba el cabello con la otra toalla.
Entró al amplio armario, todo estaba pulcra mente acomodado, la ropa estaba colocada por colores y en dos grupos, formal e informal, las zapatos todos limpios y acomodados en las repisas que estaban a un lado de las camisas, en cajones estaba su ropa interior y su gran colección de relojes, estos mismos siempre Le habían fascinado, y los había ido juntando al paso de los años, ahora ya tenía una colección en potencia.
Un espejo de toda la pared justo enfrente de la puerta, mochilas y cinturones acomodados, una gran y perfecta iluminación, no había ni una cosa que estuviera fuera de lugar, tomó un par de jeans oscuros y una camiseta de manga larga de color azul obscuro, tomó sus botas estilo militar y una chaqueta gruesa.
Septiembre estaba a punto de terminar y el frío comenzaba a sentirse, se vistió y peino todo en menos de treinta minutos, cuando terminó salió de nuevo a la sala y encendió la televisión, ni siquiera se fijo en que canal lo había puesto, solo quería sentir el reconfortante sonido de fondo, para cuando se dio cuenta eran cerca de las diez cuarenta de la mañana.
Sabiendo que el lugar donde estaba Jayden no estaba cerca tomo sus llaves y se acerco a la televisión apagándola, se encaminó hacia la salida, bajando de nuevo por el elevador y regresando los saludos que Le habían dado la recepcionista del edificio y el portero salió de vuelta a la calle, subió a su camioneta y tomó camino.
Tomó su teléfono en un semáforo en rojo y miro los mensajes que Jayden había comenzado a mandarle desde hace cinco minutos, los leyó y una sonrisa torcida apareció en sus labios al ver el último mensaje que Le había enviado, no se había equivocado sobre dónde estaría su amigo, retomo su camino hacia la casa de la madre de Jayden y, por más que su amigo lo negará el seguía siendo un niñito de mamá, y tal vez nunca dejaría de serlo.
Estacióno la camioneta a un lado del auto de Jayden, bajo y camino por el camino de piedra que lo conducía al amplio porche de color blanco con una distinguida puerta en color rojo, subió los cinco escalones y tocó el tiempre, una sonrisa se deslizó por sus labios al escuchar el grito significativo de la hermana pequeña de Jayden.Tenía tres hermanas y el las quería a todas ellas como si también fueran sus hermanas, sonrió aún más cuando escucho el sonido de la puerta siendo abierta. - ¡Thomas! - recibió en sus brazos a la pequeña niña de ocho años, era delgada y totalmente imparable, su largo cabello de color negro y rizado - igual al de su hermano mayor - se movió con los giros que Thomas dio cuenda la tenía bien sujeta, la tierna risa de Liona se escucho fuerte y clara en sus oídos - También te extra&n
Katherine despertó el día lunes a las seis de la mañana, tomó su ropa del día y se dirigió al baño que estaba en su habitación, se ducho y cambió, se sentó en el pequeño banco que estaba delante de su tocador, se miro en el espejo y se dio cuenta de lo ojerosa que se veía, llevaba días que no podía dormir bien, apenas el día de ayer había tenido dos pesadillas que la despertaron en el plazo de la noche,se coloco sus audífonos y los acomodo hasta que tuvieron un buen volumen. Escucho ruido por afuera de su habitación, tomando su mochila se acerco a la puerta y salió, camino hacia donde se escuchaba el movimiento, solo había dos personas en la casa que estaban en movimiento a las siete de la mañana, entró a la cocina y una sonrisa se formó en sus rosados labios, Jack y Sara estaban en ese lugar, Jack haciendo las comidas del día y Sara limpiando las alacenas.Ambos se giraron cuando ella entró en la cocina - Buenos días pastelito - Jack Le saludo al mismo tiempo que rem
Katherine lo vio, olvidó por completo a su abuela y al otro hombre de la habitación, se sentía extraña, como si algo estuviera apretando Le en el pecho, no podía respirar, sentía que las manos Le sudaban.Thomas se sorprendió al ver a una niña de pie frente a él, con la primer mirada que Le dio supo que era pequeña en estatura, no Le llegaría más lejos que a la altura de su pecho, la vio frágil y vulnerable, observo su cabello color café claro, con unas leves ondas en las puntas, vio sus manos pequeñas y quiso sujetarlas entre las suyas, observo sus ojos ocultos detrás de unas largas pestañas, su color lo cautivo, eran cafés, casi negros, el había visto ese color antes, pero supo que nunca vería ese color de la misma forma.Ambos se observaron, buscando los detalles que él otro ocultaba, estaban tan sumidos en ellos mismos que no se dieron cuenta de las miradas que las otras dos personas en el cuarto les lanzaban.Sólo dejaron de mirarse cuando la abuela de Kath
Katherine estaba tan perdida en sus pensamientos que solo supo que la clase había llegado a su fin cuando vio a sus compañeros de clase levantarse de sus asientos y caminar, los imitó poniéndose de pie, ajusto el volumen de sus audífonos - para que pudiera escuchar mejor su entorno - y salió del aula de clases, caminaba distraída hacia su casillero y coloco todo lo que no necesitaría por ese fin de semana.Un par de minutos después caminaba hacia afuera, con cada paso que daba a la entrada del estacionamiento de su escuela se daba cuenta del gran grupo de mujeres y hombres que está a uno de los costados de la puerta, se acerco con sus grandes ojos mirando a los lados intentando distinguir a Thomas entre los distintos grupos de personas, y autos estacionados.Gran sorpresa se llevó al verlo de pie afuera de su escuela, justo frente a la puerta de la entrada para autos, al darle una segunda mira
Una vez que Thomas había logrado separar al hermanastro de Katherine de ella, y además de haberles advertido a ambos que si la volvían a tocar sufrirían las consecuencias, la ayudo a levantarse y ambos salieron de la cocina, como no sabía a donde más llevarla había optado por llevarla a la habitación de ella, cerrando la puerta una vez que ambos entraron la hizo que se sentará en el borde de la cama, y con cuidado reviso si ella estaba bien.Katherine en medio del llanto logró explicarle por medio de señas y con manos temblorosas lo que había pasado y las dos personas que habían estado en la cocina con ella, Thomas al entender lo que ella quería decirle sintió aún más enojo y frustración de lo que había pensado que podía sentir, una vz que logró que ella se calmará salió a la cocina por hielo para ella, ya que su cuer
Se despertó al sentir la vibración de su teléfono bajo su almohada, metio su mano debajo de esta y miró la hora, las siete de la mañana, apago la alarma al mismo tiempo que se sentaba en su cama, tallo sus ojos y se puso de pie, dirigiéndose al baño de forma perezosa, un bosteso salió de sus labios al tiempo que se miraba al espejo, se lavo el rostro y cepillo su cabello, lo sujeto en una coleta e hizo sus necesidades, salió directo a su ropero y escogía la ropa que se pondría ese día, un censillo pantalón de mesclilla y una camiseta algo suelta de manga larga, se colocó sus botines sin tacon y se puso de pie, se acerco a su mesa de noche y tomó sus audífonos, se los colocó, tomó su sudadera, su mochila y su celular, un segundo después salió de su habitación y camino en silencio hacia la cocina.No pudo ocultar su sorpresa al ver a
- te veré después mamá, saluda a las gemelas de mi parte, luego vendré a verlas - ambos estaban en la puerta de entrada, Thomas listo para ir por Katherine a su escuela - llámame si necesitas o pasa algo - lo haré amor, ten cuidado y llámame si tardas en venir - su madre lo abrazo y lo dejo ir, cuando él sólo dio un par de pasos lejos de ella se detuvo cuando la escucho hablar con más fuerza - y trae a Katherine contigo a la próximaAntes de que pudiera responder su madre cerró la puerta y lo dejo solo, negó con su cabeza al mismo tiempo que una sonrisa se deslizaba por sus labios, retomó su camino hacia la camioneta y un par de minutos después ya estaba camino a recoger a Katherine.Se sentía más ligero después de haber hablado con su madre, esperaba que todo lo que le había dicho no le explotará después en la cara. Cuarenta minutos después estaba estacionando frente a la escuela y saliendo de ella para buscarla, un minuto después su mirad
- ¿Estás segura que no necesitas nada? - Thomas la miraba mientras ella buscaba su ropa para dormir, estaba preocupado por ella, desde que se alejaron de ese hombre ella había estado tan seria y con una mirada vacía que no sabía que era lo que ella tenía.No le respondió, siguió buscando algo en su armario, aún cuando ya tenía lo que necesitaba en sus manos, se acercó a ella, despacio y en silencio, en un intento de no asustarla, tomo sus manos intentando que ella se detuviera y cuando la sintió temblar bajo su mano la hizo girar, ella miraba al suelo y temblaba, por su cabeza pasaban los últimos años que había pasado viviendo bajo el mismo techo que su padrastro.Recordó los gritos, los comentarios hirientes, las malas miradas, los desprecios y desplantes por parte de él y sus dos hijos, recordó las veces que había hido a parar al